En mayo de 1862 el país tenía 1.304.000 habitantes –cifra tomada en 1860- cuando oficialmente comienza a denominarse República Argentina.
El 25 de ese mes se realizó la solemne apertura del Congreso en el que Bartolomé Mitre encargado del Poder Ejecutivo por la decisión de las provincias manifestó: “La reorganización de la República sobre la base de la moral, de la libertad y de la Constitución reformada, ha sido la bandera que reunió todas las voluntades en torno suyo, al día siguiente de la lucha”. Después de las elecciones el 5 de octubre el Congreso reunido en Asamblea Legislativa eligió a Mitre presidente por 133 votaciones, que asumió un día como hoy hace 158 años.
Gobernó hasta junio de 1865 y con motivo de la Guerra de la Triple Alianza se trasladó al frente de la guerra, dejando a cargo al vicepresidente Marcos Paz, quien falleció a causa de la epidemia de cólera en enero de 1868, lo que obligó a Mitre a regresar a hacerse cargo del Poder Ejecutivo, ya que no existía la ley de acefalía.
El 12 de octubre de 1868 se produjo la primer entrega del mando a Domingo Faustino Sarmiento, en esa oportunidad afirmó: “No me arredran las dificultades de la tarea” pero agregó “me abruma la confianza y las esperanzas que se han depositado en mi. Una mayoría me ha traído al poder, sin que lo haya yo solicitado, y tengo por lo tanto derecho para pedirle al sentarme en esta dura silla que me ha deparado, que se mantenga unida y que no eche en adelante sobre mi sólo las responsabilidades de su gobierno… teniendo por guía la Constitución y como auxiliar la fuerza que ella pone en mis manos, podrá cumplir el programa esbozado”.
El país según el censo de 1869 tenía 1.737.000 habitantes el 12 de octubre de 1874 le entregó las insignias del mando a su ex ministro de Instrucción Pública el tucumano Nicolás Avellaneda, de 37 años. Pocos días antes había tenido lugar una revolución que fue sofocada, y cuyo cabeza visible el general Mitre fue condenado a la máxima pena, de la que el presidente indultó el 25 de mayo del año siguiente, tiempo que culmina con la federalización de Buenos Aires, que también tuvo su cuota de sangre.
La muerte del ministro de guerra Adolfo Alsina, llevó a la presidencia a quien lo sucedió en el cargo el general Julio Argentino Roca, que asumió el 12 de octubre de 1880. La continuidad institucional y el lema de su promesa electoral “Paz y administración” sirvió para consolidar su hegemonía. Ese país lo hicieron los hombres de la llamada Generación del 80 que se hicieron cargo de la conducción, con sus virtudes y defectos colocaron a la Argentina en una tierra promisoria.
Lo sucedió en 1886 y sin demasiado trabajo su cuñado el cordobés Miguel Juárez Celman, cuyo nombre impuso como decía Sarmiento con desdén: “el marido de la hermana de la mujer del presidente”. Las expectativas de la obra que había llevado a cabo en la gobernación de Córdoba, pero la especulación y la crisis política desencadenaron una crisis representada por distintos grupos que a fines de 1889 hicieron un meeting en el Jardín Florida. Allí hablaron el general Mitre, José Manuel Estrada, Pedro Goyena, Aristóbulo Del Valle y Leandro Alem. La revolución de julio de 1890 la encabezó este último por los civiles y el general Campos en lo militar. La revolución fracasó pero el gobierno cayó, ya que Pellegrini el vicepresidente llamado con justicia “piloto de tormentas” completó el período de seis años.
Dignísimo magistrado.
El 12 de octubre 1892 juró Luis Sáenz Peña, “dignísimo magistrado conocedor en lo político de la virtud propia e ignorante de la malicia ajena” al decir de Ernesto Padilla, usó como bastón el de su padre el viejo Juez don Roque Sáenz Peña. Sin demasiado apoyo y cansado renunció el 22 de enero de 1895 con una pieza digna de transcribir de la que vale mencionar este párrafo: “Dije con reiteración que no sería un presidente jefe del partido, que sería un presidente constitucional, garantiendo el uso legítimo de todos los derechos acordados por la Constitución. Lo sucedió su vicepresidente José Evaristo Uriburu, que completó el período, al tiempo que había muerto Alem el de la revolución del 90, que estaba al frente del partido Radical que ahora quedaba en manos de su sobrino Hipólito Yrigoyen.
El general Roca asumió el 12 de octubre de 1898, en la oportunidad dijo: “Vuelvo al gobierno, doce años después de haber concluido mi primera administración, lo que me permitirá apreciar mejor los adelantos políticos y económicos que hemos alcanzado”. A continuación exaltó la significación de esa fecha en la vida de la República: “El hecho de verificarse en un período ya largo la transmisión del mando es por si solo garantía de estabilidad y firmeza de nuestras instituciones”.
Después de seis años en 1904 asumió la presidencia el doctor Manuel Quintana, quien falleció en marzo de 1906. Ese año murieron Mitre, Quintana, Pellegrini y Vicente Fidel López, una copla popular decía “Han muerto don Carlos y don Vicente / don Bernardo y don Bartolo, / el pueblo ha quedado solo / aunque haya mucha gente”. Había sucedido en 1905 un amago de cortar el orden institucional con una nueva revolución contra el gobierno encabezada por el Partido Radical. Lo sucedió a Quintana su vicepresidente José Figueroa Alcorta quien el 12 de octubre de 1910 después de las Fiestas del Centenario que fueron una vidriera al mundo del potencial del país, entregó el mando al doctor Roque Sáenz Peña.
Roque Sáenz Peña, héroe en la Guerra del Pacífico, general del Perú, diplomático asumió la presidencia “la más insigne honra que puede ser ofrecida al hijo de una democracia”, usando el mismo bastón que su padre don Luis y realizó la gran reforma de le ley del voto secreto y obligatorio. Muchos de los de su partido se opusieron, otros como el vicepresidente Victorino de la Plaza disentían, sin embargo se aceptó la nueva ley. La enfermedad y posterior lo llevó de este mundo el 9 de agosto de 1914.
Sucedido por su vicepresidente que respetó la ley que lleva el nombre de su ilustre antecesor, los comicios llevaron a la presidencia a Hipólito Yrigoyen, que asumió el 12 de octubre de 1918, dando comienzo a los gobiernos radicales, a los que se refiere el estudioso de ese período el profesor Diego Barovero.
Sólo queda aclarar que el segundo gobierno de Yrigoyen cayó por una revolución en 1930, que rompió el orden institucional. Sufría en carne propia el gobierno, lo que había hecho en 1890 y en ese golpe participaba Perón, esas cosas de curiosas de la vida argentina.
Digno caballero.
Desde entonces el 12 de octubre fue una fecha en el olvido, hasta que asumió el gobierno ese día en 1964 el doctor Arturo U. Illia. Este digno caballero días antes de asumir pidió a Rosa Sáenz Peña de Saavedra Lamas el bastón de su padre don Roque, porque usarlo tenía el significado de un homenaje a quien había logrado la ley que había llevado a la presidencia al Partido Radical, a lo que ella accedió gentilmente. Un bastón y tres presidentes a los que nos referiremos en otro momento.
Sólo en tiempos de grandes diferencias y reproches que a nada conducen, valga recordar una frase de Sáenz Peña de estricta actualidad: “Reunámonos por el esfuerzo argentino a cambio de dividirnos por el reproche infecundo”.
Publicado en Diario "La Prensa", 11 de octubre del 2020.
http://www.laprensa.com.ar/494604-De-Mitre-a-Illia-una-fecha-trascendente.note.aspx
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