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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, enero 09, 2021

Sesquicentenario de Regina P.­ por ROBERTO L. ELISSALDE.


 El día de la Epifanía del Señor, el 6 de enero se cumplió el sesquicentenario del nacimiento de Regina Luisa Isabel Pacini en la ciudad de Lisboa; hija de un italiano Pietro Andrea Pacini director escénico del Teatro de San Carlos de esa ciudad y compositor de prolífica actividad. Fue su madre la andaluza Felicia Quintero.­

De pequeña frecuentó con don Pietro el ambiente teatral y dueña de una voz privilegiada se preparó para la carrera artística, la muerte de su padre cuando apenas tenía 14 años, fue una difícil etapa a la economía familiar, pero su madre se preocupó por que ella siguiera su formación, que al poco tiempo la convirtió de una promesa en una destacada cantante lírica, hasta estudiar en París.­

La joven soprano ligera que tantas veces había mirado detrás de la bambalinas en ese mismo teatro de San Carlos, interpretó en 1889 La Sonánbulasiguió su carrera en Londres, Milán, Palermo, el Teatro Real de Madrid, San Petersburgo, Varsovia y el Liceo de Barcelona. En 1899 viajó a Montevideo donde se presentó en el teatro Solís y en el Politeama de Buenos Aires, donde tuvo un resonante éxito. Los periódicos porteños dieron cuenta del mérito de la soprano portuguesa, y El Diario de los Láinez daba cuenta de los regalos que había recibido en su camarín, del presidente Julio A. Roca y sus hijas, y uno muy especial una joya de un caballero que se ocultaba bajo las iniciales M. T. d. A., que además día a día enviaba un magnifico presente floral.

Ya saben los lectores que esas iniciales no eran sino las de Marcelo Torcuato de Alvear, un hombre mimado por la sociedad porteña, hijo de Torcuato el intendente y nieto de los generales Carlos de Alvear y Angel Pacheco; el candidato de las niñas de las mejores familias, que además de esa prosapia y no menor fortuna, era deportista, culto, ocurrente y sobre todo buen mozo como se decía.­

Regina no era una belleza. Sin embargo, Marcelo abandonó todo y la persiguió por el mundo enamorado de esa voz y de ese espíritu excepcional, a pesar de la oposición de muchos amigos y algunos miembros de su familia. El 29 de abril de 1907 cancelados todos los compromisos artísticos que había tomado Regina y poniendo punto final a su carrera, se casaron en Lisboa. Instalados en París, como regalo de bodas le ofreció a su mujer la magnifica residencia Coeur Volant a diez kilómetros de la ciudad, que decoraron con excelentes cuadros, tapicería, mobiliario, esculturas, además de la mejor vajilla.­

Regresaron en 1911 a Buenos Aires para el casamiento de su sobrina María Elvira de Alvear con José Pacheco Anchorena, una boda de campanillas en la que Regina fue recibida oficialmente también en la familia. Volvieron a Europa donde alternaron con algún viajes a Buenos Aires y otros por el mundo.

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LEGION DE HONOR­.

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Radical desde siempre cuando, Hipólito Yrigoyen asumió la presidencia nombró a Alvear ministro plenipotenciario en Francia. Acertada designación en tiempos de la guerra en los que Regina fue una de las voluntarias por lo que mereció junto a Josefa Balcarce y San Martín de Gutiérrez Estrada, la nieta del Libertador el reconocimiento del gobierno francés con la Legión de Honor.

Cuando Alvear fue electo presidente en 1922 alquilaron un tiempo la residencia de los Fernández Anchorena, la actual Nunciatura en la avenida Alvear y Montevideo, para después mudarse a una casa en el barrio de Belgrano. Desempeñó con distinción el cargo de primera dama y silenciosamente hizo beneficencia.­

Su gran preocupación fue la creación de una casa similar al Reposo Verdi en Milán para los artistas mayores y sin recursos. En 1927 obtuvo la cesión por el Concejo Deliberante de la ciudad del solar de la calle Santa Fe al 1200, donde se construyó un edificio diseñado gratuitamente por el arquitecto Alejandro Virasoro que fue inaugurado en enero de 1938. Las diferencias políticas con el presidente Justo que había sido ministro de Alvear, hicieron que ella decidiera no participar de esa obra. El teatro Regina en justo reconocimiento lleva su nombre en la planta baja del edificio.­

Volvieron al dejar la presidencia en 1928 a París y regresaron a Buenos Aires, Alvear sin los recursos de otrora en los terrenos que heredara de su madre en don Torcuato, levantó una casa en la que murió en marzo de 1942. 

En el mes de junio la firma Ungaro y Barbará remató pieles, alfombras, platería, vajilla, platería, cuadros, y muchos de los bienes del matrimonio, con ese dinero sobrevivió Regina largos años, visitando regularmente a Marcelo en su bóveda, preocupándose de la educación del hijo del encargado del panteón.

En octubre de 1958 inauguró en el Museo de la Casa de Gobierno dirigido por Ricardo R. Caillet Bois, la sala dedicada a su marido en ceremonia presidida por el primer mandatario Arturo Frondizi.­

En octubre de 1963 el vicepresidente Carlos H. Perette llegó a Don Torcuato a visitarla una tarde, ella ya no estaba en este mundo mentalmente, su sobrina Chela Gazzari de Alvear me comentó que allí le entregó la pensión que nunca había cobrado de viuda de un ex presidente, sin retroactivo alguno. Claro no lo podían permitir ni quienes gobernaban, ni menos ella habría aceptado.

Las campanas de la iglesia de San Marcelo cercana a su casa que ella había donado, tenían pegadas unas medallas de oro dedicadas a su marido, "así lo sigo escuchando''. El 18 de setiembre de 1965 entregaba su alma y poco después fue llevada a la Recoleta a descansar junto a su amor.­

Guillermo D'Andrea Mohr y Richard Pueyrredon me relataron infinidad de anécdotas de su generosidad y su simpleza. El primero era su secretario y el segundo recordaba la amistad con su padre y el confiamiento compartido en tiempos de Justo. Cierta noche escucharon un ruido de cristales rotos, pero era Regina con Julieta que golpeaban con un palo las sábanas escarchadas. Ante esto Alvear y Pueyrredon les preguntaron que sentían en ese momento una mujer aplaudida por su arte, como primera dama, ambas como mujeres de embajadores, que frecuentaron reyes y emperadores y la nobleza de su tiempo en ese momento. La respuesta fue: "Aquello nada me da, esto nada me quita''.­

Publicado en Diario "La Prensa", 7 de enero del 2020.

http://www.laprensa.com.ar/497740-Sesquicentenario-de-Regina-P.note.aspx

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