Pero especialmente Gatica y en menor medida Bonavena murieron en la penuria económica en un ambiente sórdido.
Monzón en cambio cuando dejó de boxear a los 35 años era un hombre adinerado.
A Monzón siempre le fue difícil vivir, aun en la época de sus grandes triunfos.
Incluso en medio de las 14 exitosas peleas por el campeonato mundial. Desde la primera en noviembre de 1970 hasta la última, casi 7 años después cuando venció al colombiano Rodrigo Valdez y decidió retirarse del boxeo, una semana después de cumplir 35 años. Con 14 defensas victoriosas del título, como ya mencioné, y diez de las 14, obtenidas por Knock-Out.
Expresé que le fue difícil vivir y por eso le fue más difícil… convivir.
Se casó teniendo sólo 16 años con Zulema Torres con la que tuvo un hijo. Al año y medio se separó y 3 años después se casó con Mercedes García, conocida como “Pelusa” con la que tuvo 3 hijos.
Fue, lo declaró la mujer que más amó.
Ocho años más tarde, un 14 de febrero de 1988, se convirtió en femicida. Un episodio terrible en Mar del Plata, la caída desde un balcón y la muerte de Alicia Muñiz.
Esa noche se bajó un telón en la vida de Carlos Monzón. Pero este era un segundo… telón.
El primero, ya lo marcó definitivamente. Con su nacimiento en el seno de una familia muy humilde, con una infancia de hambre, con abandonar la escuela en tercer grado. Con su tarea de lustrabotas desde los ocho años, con calor o con frío o trabajando muchas horas para ganar algunas pocas monedas. Con copas de alcohol tomadas prematuramente.
Había también un jurado, en este tipo de pelea como en sus noches triunfales. Pero, en cambio, no había rival ni arbitro. Y el propio jurado leyó el fallo de esta pelea, no de box, sino judicial.
-Se condena al Sr. Carlos Monzón a 11 años de prisión.
Siete días había durado el juicio oral.
Creo que Monzón fue tan culpable como víctima. Porque “Nadie nace culpable. Pero muchos nacen víctimas…fue responsable obviamente, de la muerte de un ser humano, mató a una mujer convirtiéndose en femicida. Pero víctima también de su infancia, de su mal carácter, de su poca preparación intelectual.
Los golpes que aplicó en su carrera profesional y fuera de ella no atenuaron los que recibió. Pero si bien dicen que “los golpes enseñan, agregaría que las caricias… también”.
Y él no las recibió en su infancia. Y “lo que faltó en la infancia siempre faltará.
Hasta que llegó el final como un knock out fulminante. Pero en su contra.
Conduciendo su auto a 140 kilómetros por hora -como su vida-. Un vuelco, un domingo 8 de enero de 1995. Eran las 17,30 hs.. Su muerte fue inmediata. Sin duda un final triste, trágico pero acorde con una vida con mucho de tristeza y de tragedia.
Y un aforismo para Carlos Monzón. Y su singular y breve ciclo vital: “Las alturas suelen estar muy cerca de los abismos”.
Publicado en Diario "La Prensa", 11/01/2020.
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