The Associated Press tuvo una larga entrevista con Francisco. Transcribimos sus aspectos salientes. (PRIMERA PARTE).
Por Nicole Winfield.
-Santo Padre, este ha sido un período difícil para usted, con el fallecimiento de Benedicto. ¿Cómo evalúa usted la institución, del pontífice emérito?.
Papa Francisco: -Benedicto fue un señor, nunca perdió su señorío y a la vez se puso en un nivel... Al costado. Los primeros tiempos venía a las ceremonias, los cónclaves, alguna celebración. Estaba. Vino a comer a Santa Marta en el comedor... Después se fue enfermando, enfermando y ya dejó de venir. Dejó de salir. Solamente salía a hacer su paseo todas las tardes.
Yo lo visitaba y eso sí, cuando había un consistorio le llevaba a los nuevos cardenales. A él le alegraba que lo visitara. Ultimamente las visitas se hicieron difíciles porque él ya hablaba muy bajo, muy bajo. Y tenía que estar sor Birgit (Wansing), que es la secretaria de 40 años que tenía, o Monsignor Gaenswein, que sabían, escuchaban y repetían lo que decía el papa. Recuerdo la última visita en la que él me habló, que fue a principio de año, que era casi imposible.
La última visita, estando él consciente ya dos días antes de morir, un miércoles, cuando me llamaron, me fui para allá. Me miraba a la mano porque no podía hablar y la convivencia fue, yo diría de parte de él, heroica. Porque no es fácil inventar una convivencia así después de mil años. El fue muy generoso, muy amplio y es verdad que algunos quisieron usarlo y él se defendió todo lo que pudo de eso. Y yo no tengo palabras para calificar la bonhomía de él, ¿no? Es un señor, un señorío de esos a la antigua usanza.
-Usted tiene ya una idea de qué haría de forma diferente si llega el momento de su jubilación?
-Me preguntaron una vez. ¿Y vos qué harías? Bueno, yo soy obispo emérito de Roma, si renuncio. Me voy a vivir a la casa del Clero de Roma, y punto. Es decir, la experiencia de Benedicto ya da lugar a que los nuevos papas que renuncien se inserten de una manera más libre, porque él todavía era esclavo, entre comillas, de un papa, ¿no? De la visión de un papa, de un sistema, ¿no? Esclavo en el sentido bueno de la palabra. En el que no era del todo libre, como quizás hubiera querido él volver a su Alemania y seguir desde ahí estudiando teología. Pero hizo todo lo que pudo para estar lo más cercano. Y esta fue una buena solución intermedia, una buena solución.
-El fallecimiento de Benedicto, ¿cambia algo en su horizonte, del pontificado o de su propia jubilación?
-Bueno, perdí a un papá y para mí era una seguridad frente a una duda, pedir el auto e ir hasta el monasterio y preguntar. Yo perdí a un buen compañero.
-¿Usted le consideraba como un papá?
-Y sí. Era un sentimiento de veneración. Voy a ser más atrevido. Pese a diez años de diferencia, lo consideraba un abuelo, con la sabiduría del abuelo, ¿no? O sea, una experiencia existencial. Me preguntaba cosas y es muy, muy detallado.
-Las críticas contra ustedes por parte de algunos conservadores han aumentado después de la muerte de Benedicto. ¿Le molestan ?
-Uno prefiere que no las haya. Para tranquilidad, vaya. Son como la urticaria, que molesta un poquito, pero prefiero que las hagan, porque eso quiere decir que hay libertad para hablar.
-¿Usted se siente más expuesto a estas críticas ahora, sin Benedicto a su lado, o se siente más libre?
-Yo no lo relacionaría con Benedicto, sino por el desgaste del gobierno de diez años. El gobierno desgasta. Y bueno, primero la sorpresa. "Un indio de Sudamérica, vamos, ahora a ver qué hace, qué se le ocurre a este"". Cosas buenas, y ya cuando empieza a ver los defectos que yo tengo, a uno no le gusta, la forma de pensar diversa, hay crítica. Yo lo único que pido es que me las hagan en la cara, porque así crecemos todos ¿no? En una familia pasa lo mismo cuando uno se atreve a hablar con papá o con mamá de cosas que no le gustan, crece la familia. Es importante el diálogo, aunque no guste, pero es importante.
-En pocos días vamos a viajar a Congo y a Sudán del Sur, dos países que sufren las consecuencias del colonialismo y décadas y conflictos. ¿Cuál será su mensaje?
-Unos antecedentes de esto, que tiene que prepararse uno. Hay una realidad histórica, geográfica. En italiano se dice Africa va sfruttata, o sea, el Africa es para explotarla. Y eso es como una mentalidad colonialista que queda. Los africanos son una tribu, son negros, son esto. O sea, calificativos que disminuyen, ¿no? Y ese es un problema de actitud nuestra y de todavía no coraje, de total independencia por parte de ellos.
El tribalismo también es muy fuerte. Por ejemplo, para nombrar un obispo en una diócesis, uno tiene que mirar bien que sea del grupo. No dice tribu, del grupo. Cuando estuve en Ruanda, no sé si usted recuerda en el estadio, no, en Kenia, perdón, en Kenia. Se me fue el santo al cielo. Cuando estuve en Kenia y en el estadio hablé del tribalismo y se pararon todos, dijeron: "No al tribalismo". Fue un grito de todo el estadio. Ellos mismos sienten esa dificultad.
Es todo un proceso, un proceso cultural también, que hay que acompañar. Nosotros no podemos ir a Africa con el dedo así, ¿no? Tenemos que escuchar su cultura, dialogar, aprender y hablar. Promover. Es una cultura fascinante. Pero bueno, es el tercer viaje a Africa que hago ahora. Sí, el primero en la República Centroafricana. Fue maravilloso. Fue maravilloso.
-En un mes será el aniversario de la invasión rusa en Ucrania. Usted ha insistido en la necesidad de diálogo, "incluso cuando dialogar con el agresor apesta". ¿Qué posibilidades reales hay?
-Mi impresión es que todos quieren dialogar, pero buscan el modo de hacerlo para no perder terreno, dialogar con condiciones. Hay conatos de diálogos en lo que se refiere a la liberación de prisioneros. Soy testigo de varios procesos que han pasado por acá. Por ejemplo, el cambio de prisioneros de la acería, de la fábrica de acero, fue fruto de una mediación muy buena, bien hecha. Mujeres, muy bien hecha. Las mujeres son ideales para esto, saben negociar mejor que los hombres y ahí hay un diálogo tácito.
Los turcos están haciendo un buen papel de ayuda. Ayer despedí al embajador de Turquía, que lo trasladan, y le dije que agradeciera al presidente por el esfuerzo de diálogo. Ellos fueron los que desbloquearon el mar por los granos. O sea que están haciendo un trabajo de diálogo bueno y de liberación. De hecho, algunos de los soldados de la acería fueron liberados en Turquía, ¿no?
LA PATRIA.
-¿Qué piensa de la situación en la Argentina?
-Argentina, en este momento no hago política. Leo los datos. Tienen un nivel de inflación impresionante. En el año 55 Ñusted no había nacidoÑ en el año 55, cuando terminé mi escuela secundaria, el nivel de pobreza de Argentina era el 5%. Hoy está en el 52, creo. ¿Qué pasó? ¿Qué pasó? Mala administración, malas políticas. No sé si usted sabe esa historia teológico cultural, que los ángeles custodios de los países se fueron a quejar a Dios y le dijeron: "Padre, tú fuiste injusto con nosotros, porque a cada uno de nuestros países le diste una riqueza: ganadería, agricultura, minería. Y a los argentinos les diste todo, todo. Tienen toda la riqueza". Y dicen que Dios pensó un poco. "Pero para equilibrar, le di a los argentinos". Que no se enojen, es un chiste. Yo soy argentino, me río, pero algo de verdad hay. Por ahí no terminamos de llevar adelante nuestras cosas.
-¿Y un viaje a la Argentina?
-No, por el momento no. Estuvo programado en 2018. Chile, Argentina y Uruguay. Noviembre. ¿Qué pasó? Que Michelle Bachelet terminaba y estaban en elecciones para elegir al sucesor. Y yo quería ir ahí estando Michelle. Entonces lo pasamos a diciembre, pero ya caer en enero en Argentina, uno no encuentra ni al perro en la calle. Enero es como el agosto romano. Entonces, si usted recuerda hicimos Chile y Perú. Y después ya no se programó más.
-¿Podemos hablar del Sínodo? Hay muchas esperanzas, expectativas, sobre todo en relación con las mujeres en la Iglesia y el ejercicio del poder. ¿Es posible que podamos ver cambios reales al final de ese proceso?
-Algunos dicen, "¿qué novedad que trajo este papa del Sínodo?". No es novedad mía. San Pablo VI, al final del concilio, quedó impactado por el intercambio que hubo en el concilio y se dio cuenta, o ya lo sabía, pero lo dijo, que la Iglesia latina había perdido la dimensión de sinodalidad. Y se preparaban las cosas en conjunto para llevar a los obispos y que el obispo decida, pero más en conjunto. Y ahí creó la Secretaría para el Sínodo de los Obispos.
O sea que desde esa época, cada tres o cuatro años se va, se ha reunido un Sínodo de Obispos y ahí se fue haciendo la sinodalidad. Cuando se cumplieron 50 años de eso, de ese proceso, se había avanzado mucho. Y ahí me tocó a mí emitir un documento teológico sobre lo que se había hecho y lo que era el Sínodo. Ese documento marca rumbo y es más importante de lo que se cree. No es que lo hice yo solo, fue una reflexión con los teólogos. Y salió una cosa. Ahí está la doctrina del Sínodo.
La Iglesia oriental está acostumbrada, ellos lo han conservado. Los católicos ortodoxos la han conservado y ellos tienen el Sínodo romano. Nosotros no lo tenemos. Estamos aprendiendo. Y por supuesto que hay muchas imperfecciones y que todavía tenemos que aprender. Y tenemos que ver este proceso en este panorama de aprender a ser sinodales. Por eso lo hacemos en dos etapas, como el de la familia. Para modular dentro mismo y dar ya la teología sinodal muy clara a la Iglesia. Elaborada, sinodalmente por todos. ¿Es un paso adelante, un paso que es democratizar la Iglesia? No, no es esa la palabra, sino que cada cristiano tome su responsabilidad y que no solo dé su opinión, se comprometa con su opinión. Eso es más o menos. Y yo quiero que la cosa salga bien. Pido para que salga bien, rezo para que salga bien porque es la madurez de la Iglesia. Y esto, ¿le va a quitar la autoridad al papa? No, nada, nada. Al contrario, la va a enriquecer más.
(...) El Espíritu Santo no crea la unidad, no crea acuerdos: crea armonía, que es superior todavía. San Basilio, que tiene un estudio muy lindo sobre el Espíritu Santo, lo define Ipse harmonia est. El es la armonía, es el que hace la armonía de la Iglesia en medio de la diversidad. Una Iglesia toda disciplina... Así es una Gestapo, no es una Iglesia. La Iglesia es la riqueza de la unidad en la diversidad. Y el campeón que hace eso es el Espíritu Santo.
La idea sinodal va por ese lado. Nosotros al Espíritu Santo no le dimos mucha bolilla en nuestra teología occidental, los orientales sí. Este es el momento de decirle al Espíritu Santo "ayúdanos". Es el factor, esa es la confusión, sí, pero después la unidad, que es armonía, no es igualdad.
HOMOSEXUALIDAD.
-Hay un tema que es complicado, la criminalización de la homosexualidad. ¿Qué debe hacer la Iglesia? Puesto que hay obispos que apoyan estas leyes.
-Sí. En el catecismo de la Iglesia católica dice que las personas de tendencia homosexual tienen que ser acogidas, no tiene que ser marginadas, acompañadas si es que se da un lugar. En mi viaje de Brasil y primer viaje, dije aquella frase que a alguno le molestó. Si hay una persona que busca a Dios y es sincera, quién soy yo para juzgarla.
En el viaje de Irlanda, aquí la atención se volcó después sobre la carta de McCarrick, no, de Vigan. La carta de Vigan. Y se dejó de lado este asunto. Pero ahí me alcancé a decir que una familia que tenga un hijo o una hija con tendencia homosexual no tiene que despedirla, tiene que crear el cuadro familiar para que viva en paz. Y la condena de la homosexualidad viene de lejos.
-Hablemos de abuso. ¿Qué opina de la posibilidad de castigar estos crímenes más gravemente?
-El abuso siempre existió, siempre en toda la historia, sea el abuso político colonial, sea el abuso familiar, sea el abuso sexual. Hay dos cartas de San Francisco Javier que les escribe a unos monjes de la época de allí, no sé de que religión oriental eran, no quiero mencionar ninguna para no calumniar. Y les dice: "Despidan a esos mancebos de su convento". O sea, que ahí también tenían ese servicio sexual, una cosa vieja fuera del cristianismo y dentro del cristianismo.
La relación de los griegos entre maestro y discípulo incluía también muchas veces este tipo de relación amorosa. Pero no es el abuso, que es otra cosa, cuando se aprovechan de la debilidad de otro y lo invaden, ¿no? Esto es una cosa que estaba callada en la Iglesia. Y cuando había uno de estos problemas, el obispo buscaba una solución pastoral. A veces se lo reducía al estado laical, otra vez se lo cambiaba de lugar. Entonces, pensando que con una buena amonestación, con algo de penitencia, iba a cambiar. No cambia porque es algo que viene de adentro, es una perturbación de la personalidad que lo lleva a hacer eso.
El asunto explotó dentro de la Iglesia, si usted se acuerda, con el escándalo de Boston, ¿no? Que el cardenal después murió acá, se le vino todo encima. Ahí la Iglesia fue tomando conciencia de este problema, pero en serio. Y desde ese momento hasta ahora se está trabajando cada vez más. Me acuerdo que estando en Argentina me escribió un preso. De Estados Unidos. Y me decía que cuando me hicieron cardenal, que me habían hecho cardenal y yo le contestaba al preso. Pero nunca me dijo por qué estaba preso, y era por abuso. Cuando ya fui papa me enteré, me enteré por el obispo. En Estados Unidos había una disciplina seria sobre esto, sobre los abusos.
En una reunión que tuve con un grupo brasileño judeocatólico que trabaja en esto. Están muy, muy, muy doctos, decían que entre 42-46% de casos de abuso es en la familia. Que sigue, creo que un 18% en los clubes, en el mundo del deporte, después en las escuelas y ponle un 3% de curas católicos. Somos pocos, ¿no? No, aunque fuera uno es desastroso y el 3% es engañoso. Es mucho. Aunque fuera uno. Y no tenemos que ceder. Y en eso, implacable, porque a veces son casos de perversión.
LA SALUD.
-También nos gustaría preguntarle por usted, Santo Padre. ¿Cómo está? ¿Cómo se encuentra de salud física, emotiva? ¿Cómo está?
-De emotiva soy medio loco. Estoy bien. La rodilla, gracias a una buena terapia y a la magnetoterapia, el láser... se soldó el hueso. No fue necesaria la operación. Ya estoy caminando, me ayudo con el carrito, pero estoy caminando. Todavía tengo que usar esto para no caer. Después el problema de la diverticulosis vuelve, ese problema, pero está controlado. Estoy bien de salud. Por la edad que tengo, estoy normal. Puedo morir mañana, pero vamos, está controlado. De salud estoy bien. Y yo pido siempre la gracia, que el Señor me dé el sentido del humor. Todas las mañanas, desde hace más de 40 años, rezo la oración de San Tomás Moro: "Dame, Señor, una buena digestión y también algo que digerir". Esa oración que está en la nota 101 de "Gaudete et exsultate", mi exhortación sobre la santidad. Yo pido el buen humor, el sentido del humor, porque tengo que ayudar a tanta gente y todo, y si yo soy amargado, no voy a poder ayudar a nadie. Saber reírse todo de sí mismo también. Eso hace bien. A mí me hace bien, relativizar la importancia de uno, ¿no?
PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.
Imagen: Diario La Prensa.
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