¿Cómo se gestó ‘El día que me quieras’?
‘El Morocho’ se destacó con películas de mejor calidad en Nueva York. Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal del cantante y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él hace 90 años.
Comenzado el año 1935, ya estaban en marcha los preparativos para la filmación de dos nuevas películas, que contaban con argumentos más sólidos. Gardel y su equipo habían tenido más tiempo para prepararlos y se encontraban ultimando detalles del primer film, que próximamente comenzaba a rodarse. El propio Gardel se lo cuenta en una carta a Defino: “La primera película se titula ‘El día que me quieras’; la segunda probablemente ‘Tango Bar’. Son absolutamente distintas. La primera muy dramática y la segunda cómico-policial con escenas de carreras, un viaje en alta mar y un tango-bar en Barcelona. El reparto vos lo conocés: yo, Rosita Moreno, De Rosas, Lusiardo. Como ves hay una gran diferencia con relación a las otras películas. Yo tengo la esperanza de que hagamos mejores películas, tenemos mejores interpretes y el director es un hombre joven, experimentado y al parecer con ganas de lucirse”.
Estas películas contaban con un mayor presupuesto, esto fue gracias al éxito de las dos primeras filmadas el año anterior; es así que actrices y actores importantes, tales como la reconocida actriz española Rosita Moreno y el actor argentino Tito Lusiardo, jerarquizaron el reparto y otorgaron al film un marco actoral superador.
Así como en el desarrollo de los guiones y la composición de las canciones, en “El día que me quieras” Gardel también exhibió un notable avance en la interpretación y se revelaron asombrosamente sus dotes de actor dramático. Los críticos y el propio Gardel coincidieron en que esta fue la mejor producción de su carrera cinematográfica. El cantor se refería a ella como “la película que quiero de todo corazón”.
Gardel y Le Pera se ocupaban no solo de la parte artística sino también de los temas financieros, administración de fondos y la contratación del reparto, donde uno de los grandes inconvenientes que tuvieron en Nueva York fue encontrar artistas que hablasen castellano, y es así que, en la búsqueda de actores para el film “El día que me quieras”, contrataron a Tito Lusiardo y al joven Astor Piazzolla, entre otros.
BROMISTA.
Pese a que Gardel ya era un reconocido artista internacional, podría decirse que nunca dejó de ser un “niño grande”, siempre humilde, generoso, optimista y muy bromista. Cualquiera podía transformarse en la “víctima” ocasional de alguna broma de Gardel y esta vez le tocó a Tito Lusiardo.
César “Tito” Lusiardo lo relató en una entrevista con lujo de detalles y la anécdota fue así: arribó al puerto de Nueva York el 9 de enero de 1935 para sumarse al reparto de las dos siguientes películas de Gardel.
Se había embarcado en Buenos Aires el 22 de diciembre del año anterior. El día de su llegada Gardel ya tenía bien planeada su broma. Lo fue a recibir al puerto junto a Alfredo Le Pera y Enrique de Rosas, y cuando desembarcó lo acompañaron en un taxi hasta su hotel.
Lusiardo había traído todas sus pertenencias en un único y gran baúl, que el chofer descargó del taxi y depositó en la vereda del hotel. Gardel se apresuró a invitarlo a cenar, mientras iniciaba la marcha a pie rumbo al restaurante. Tito lo detuvo, diciéndole que lo esperara un momento, pues iba a subir el baúl a la habitación.
Carlitos, haciendo gala de su faceta actoral, le dijo muy serio: “No te preocupes, déjalo ahí que está seguro. Aquí nadie roba nada”. Lusiardo, ante esta situación poco habitual, dudó un instante pero le hizo caso y se fueron todos a cenar. Cuando volvieron el baúl ya no estaba, consultó desesperado a la gente del hotel y le dijeron que no sabían nada. Gardel disfrutaba que todo marchaba según sus planes.
Finalmente, Lusiardo discutió acaloradamente con los empleados, pero nadie le dio una respuesta ni una solución. Asumió que se lo habían robado, y así, resignado y abrumado ante la pérdida, se fue a dormir. A la mañana siguiente, cuando se despertó, el baúl estaba a los pies de su cama. ¿Qué había pasado? Gardel había arreglado con el personal del hotel para que se lo escondieran en el sótano hasta el día siguiente.
Cuando se reencontró con el cantor le protestó por la broma, pero Gardel, riendo a carcajadas, le dijo: “Y, viejo, tenías que pagar el derecho de piso”.
EL PEQUEÑO ASTOR.
Las vueltas del destino hicieron que el pequeño Astor Piazzolla conociera a Gardel en 1934, unos meses después de su llegada a Nueva York, cuando su padre, admirador de Gardel, le hizo llegar a través de Astor una talla en madera: a partir de ahí Carlitos estableció una amistad cercana con la familia Piazzolla, que también se encontraba viviendo en Nueva York. Gardel había simpatizado rápidamente con Astor, que con tan solo tenía 13 años, estaba aprendido a tocar el bandoneón.
Gardel solía convocarlo para que lo acompañase a comprar ropa, ya que Astor dominaba el idioma inglés y Gardel no, y así le facilitaba la tarea.
- Pibe, quiero que actúes en una película que vamos a filmar- le dijo Gardel a Astor una tarde.
-¿Una película? ¿Y yo qué hago en una película? Astor se sintió desconcertado. Eran demasiadas cosas juntas. Estaba soñando.
-Se llama “El día que me quieras”, y quiero que hagas el papel del canillita.
-Y qué es eso?
-El que vende los diarios... el pibe de la calle. Como vos. Es el papel justito para un reo como vos.
Astor no supo qué decir. Finalmente, luego de conversar con don Vicente y doña Asunta, grabaron el disco y filmaron la película. Recibió como paga 25 dólares por el papel y conservó toda su vida una foto de la fugaz y casi imperceptible escena en la que apareció junto a Gardel y al actor Tito Lusiardo. Gardel le envió la foto donde Astor aparecía en la película con una dedicatoria a Vicente Piazzolla.
Astor tocó el bandoneón en una de las muchas ceremonias de despedida que se le hicieron al cantor. Gardel quería que Astor lo acompañara como asistente en la gira que iba a realizar próximamente por algunos países de Latinoamérica y el Caribe. Pero Vicente se plantó: el chico tenía apenas catorce años. Otro argentino, José Corpas Moreno, ocupó el lugar de Astor y, como consecuencia del fatal accidente de Medellín, fue también una de las víctimas fatales. Así son las terribles vueltas del destino: si Astor hubiera ido en ese viaje, como escribió después, “en vez de tocar el bandoneón, estaría tocando el arpa”.
Walter Santoro * Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.Publicado en LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/Como-se-gesto-El-dia-que-me-quieras-554854.note.aspx
Momento musical:
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