UN ESPACIO DE OPINIÓN DESDE LA PATAGONIA ARGENTINA.
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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.
LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.
“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).
“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.
EL NIÑO ASTORCITO PIAZZOLLA, VENDEDOR DE DIARIOS, OBSERVA COMO CARLOS GARDEL Y TITO LUSIARDO SE ALEJAN EN UNA ESCENA DE "EL DÍA QUE ME QUIERAS", FILMADA EN ENERO DE 1935.
"El día que me quieras" es un largometraje musical
protagonizado por el cantante de tangos Carlos Gardel, dirigido por el
austríaco John Reinhardt realizada por la empresa Paramount en los estudios
Kaufman Astoria en Nueva York.
Carlos Gardel canta los temas "Sol tropical" (una rumba), "Sus ojos se
cerraron", "Guitarra, guitarra mía", "Volver", "Suerte negra"y "El día que me quieras" compuesta por Carlos Gardel y
letra de Alfredo Le Pera, con arreglos musicales de Terig Tucci.
En 1924 la familia Piazzolla se mudó a Nueva York, Estados
Unidos, Astor vivió gran parte de su niñez en aquella ciudad, y aprendió su
tercera lengua el inglés, ya que sabía español e italiano.
Astor Piazzolla nació en la Ciudad de Mar del Plata, pero
desde muy joven se crio en la metrópolis de Nueva York, donde su padre le
obsequió un bandoneón.
Dice Wikipedia: “El padre de Piazzolla era un inmigrante
argentino en Estados Unidos, que trabajaba de peluquero en Manhattan. Cuando se
enteró que Gardel se había instalado en Nueva York, Piazzolla padre talló una
figura especialmente para Gardel y lo envió a su hijo a que se la entregara. La
picardía del niño, que trataba a Gardel de Charlie y sabía tocar el bandoneón,
generó la simpatía inmediata de Gardel, y se estableció entre los dos una
inusual amistad, en la que Ástor obró muchas veces como traductor. Como
resultado de la misma Gardel invitó al niño Piazzolla a aparecer como canillita
en El día que me quieras y luego fue más allá invitándolo a formar parte de la
comitiva que lo acompañaría en su gira latinoamericana, pero su padre pensó que
era aún muy joven para ello. Como si se tratara de un guión de película, esa
negativa del padre hizo que Ástor no estuviera en el accidente aéreo y décadas
después se transformara en el gran renovador del tango argentino”.
Fue estrenada ésta película el 5 de julio de 1935 en La
Habana, Cuba, pocos días después de que Gardel muriera en un accidente de
aviación.
El músico y compositor argentino- estadounidense Lalo Schifrin murió a los
93 años en Los Ángeles, Estados Unidos, según confirmó el sitio estadounidense
Variety. El fallecimiento ocurrió este jueves.
Lalo Schifrin, el argentino que musicalizó a Hollywood.
Apenas dos meses antes de su fallecimiento, estrenó una
nueva obra en el Palacio Libertad, acompañado por Rod Schejtman, reconocido
compositor y pianista conocido por sus fusiones de música clásica sinfónica con
bandas sonoras de películas. La sinfonía, titulada “¡Viva la Libertad!”, contó
con la interpretación de la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección del
maestro Emmanuel Siffert.
Conocido como Lalo Schifrin (Boris Claudio Schifrin, nace en
Buenos Aires, 21 de junio de 1932 fue un pianista, compositor, arreglista y
director de orquesta argentino-estadounidense. Se le conoce por haber compuesto
múltiples bandas sonoras de películas y series de televisión, especialmente el
tema principal de Misión imposible. A lo largo de su carrera ha recibido seis
Premios Grammy, un Premio Cable ACE, seis nominaciones del Premio de la
Academia y cuatro al Premio Emmy. Posee una estrella en el Paseo de la fama de
Hollywood.
Recibió en 2018 un Premio Óscar honorario por su trayectoria
profesional.Cursó su secundario en el
Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1952 viajó a Francia para estudiar en el
Conservatorio de París y participó de la vida jazzística nocturna parisina.
Animado por su padre, violinista sinfónico, Lalo comenzó a
tocar el piano a los 6 años, cuyo primer maestro fue Enrique Baremboim, padre
del pianista y director de orquesta Daniel Baremboim.
Tras regresar a Buenos Aires, Schifrin formó una big band.
En 1956 conoció al trompetista Dizzy Gillespie, que venía acompañado de Quincy
Jones; ambos compartieron un encuentro fortuito en el que improvisaron junto a
Schifrin y su joven amigo Astor Piazzolla.
Gillespie luego le encargó que escribiera para él. El
trabajo fue una suite de cinco movimientos, titulada Gillespiana, que terminó
en 1958.
Ese año se convirtió en el arreglista del músico español
Xavier Cugat.
En 1960 se trasladó a Nueva York y se unió al quinteto de
Gillespie que, tras grabar "Gillespiana", obtuvo un gran éxito.
Schifrin se convirtió en el director musical de Gillespie hasta 1962.
A partir de ese año se centró en su carrera como compositor
y director, casi siempre con una orientación de jazz latino y de bossa nova;
aceptó, además, en 1963 su primera colaboración con el mundo del cine. Schifrin
se traslada a Hollywood, consiguiendo grandes éxitos con sus temas para series
como “Misión Imposible” (1966), “Harry el sucio”, “Bullitt”, “The Cincinnati
Kid”, “Mannix”, “Starsky y Hutch” y “Tango”, de Saura. Acá en nuestra Argentina
se lo recuerda por la música de la serie Misión Imposible.
En una entrevista con The Washington Post, Lalo Schifrin
recordó cómo fue ese proceso de creación y el impacto global que generó la
pieza: “No imaginé que la música tendría ese nivel de conexión con el público.
Fue algo mágico”.
Compuso multitud de bandas sonoras para el cine, tales como
la banda sonora de la película Bullitt de Peter Yates (1968) y también de la
película de culto de George Lucas THX 1138 (1971). Durante la década de los
setenta, escribió la música para películas como The Cincinnati Kid, Bullitt,
Cool Hand Luke, Harry el sucio y Enter the Dragon. Recibió en noviembre de 2018
un Premio Óscar honorario como reconocimiento a su brillante trayectoria profesional.Como tributo a su tierra natal, Argentina, la
sinfonía se inspira en la historia de la nación durante los últimos 40 años,
entregando un mensaje profundo de esperanza para el futuro. Escrita en tres
movimientos, esta obra combina elementos cinematográficos y clásicos, un sello
distintivo de la singular colaboración entre Schifrin y Schejtman. Juntos,
fusionan de manera impecable la grandiosidad del cine con la profundidad y
tradición de la composición sinfónica, creando una colaboración sin precedentes
en la carrera de Schifrin.
Esta sinfonía está programada para recorrer las salas de
concierto más prestigiosas del mundo, comenzando con su estreno mundial en el
histórico Teatro Colón el 5 de abril de 2025, coincidiendo con el centenario
del teatro. El concierto promete ser un momento definitorio en las artes, con
una sinfonía destinada a dar forma a la "música clásica del futuro,"
combinando perfectamente tradiciones atemporales con una perspectiva
innovadora.Compuso la música de Misión:
imposible, entre otros éxitos del cine y la televisión de los Estados Unidos;
recibió premios como el de Comandante de las artes y las letras de
Francia.El músico y compositor
argentino Lalo Schifrin murió a los 93 años, debido a complicaciones derivadas
de una neumonía. La noticia fue confirmada por el sitio estadounidense Variety.
En Estados Unidos, su nombre está grabado en una estrella
del Paseo de la Fama de Hollywood, un símbolo del reconocimiento de la
industria del entretenimiento estadounidense. Schifrin fue también galardonado
con cuatro premios Grammy y recibió el prestigioso Premio Max Steiner, que
distingue la excelencia en composición de música para cine.
Fue un gran arreglador de jazz, un notable compositor de
jazz latino, un magnífico músico clásico y un pianista virtuoso.
Carlos Gardel canta en francés, como se canta en Nápoles, en inglés y con rubias de Nueva York.
Carlos Gardel canta en francés.
"Parlez moi d´amour" grabado el 9 de marzo de 1933.
Carlos Gardel - Como Se Canta en Nápoles.
Carlitos Gardel canta en idioma inglés.
Carlos Gardel en ingles.
Carlos Gardel - LIVE - Rubias de New York (1934).
Fotos de internet.
Videos mirar en Youtube.
Alfredo Le Pera, nació en
São Paulo, Brasil el 7 de junio de 1900.,
Era hijo de inmigrantes italianos que se mudaron a Buenos Aires.
Es conocido como letrista del cantante
de tangos Carlos Gardel, contribuyó al éxito de Gardel en el mundo.
Integraron el dúo en la composición de “Gardel y Le Pera”.
En nuestra Argentina, es de uso habitual, cuando se hace
algo considerado “grandioso” fanfarronear diciendo: “soy Gardel y Le Pera con sus
guitarristas”.
En 1928 se involucró en la industria cinematográfica.
Trabajó para Paramount Pictures y en 1932 el estudio organizó su trabajo con
Carlos Gardel, en un momento en que la compañía buscaba formas de aumentar el
atractivo internacional de Gardel.
Le Pera escribió los guiones de una serie de películas,
entre ellas Melodía de Arrabal, Cuesta abajo, El Tango en Broadway, El día que me quieras y Tango Bar, y también
escribió las letras de tangos compuestos e interpretados por Gardel en estas
películas.
Se los considera “los inventores del vídeo-clips” que fuera
potenciado con los años del grupo Los Beatles.
El heredero universal de Carlos Gardel por la canción “El
día que me quieras” terminó de cobrar
los derechos recién en el 2005: se trataba de Ramón Ortega, "Palito"
a quien le fueran obsequiados por el compatriota del cantor, su amigo Irineo
Leguisamo, quien la recibiera de los también uruguayos Francisco Canaro y José
Razzano.
“Gardel y Le Pera” fue la suma de la voz de Carlos Gardel
(que cada día canta mejor, llevado al cine) y los poemas y libretos de Le Pera
que le dieron al tango una proyección nueva con los versos de Le Pera.
La letra está basada en un poema de Amado Nervo que Alfredo Le Pera modificó: “El día que me quieras tendrá más luz que junio...” con un arreglo
de la familia de Amado Nervo, dio la autorización para que se hiciera una
canción con ella.
La canción "El día que me quieras” un clásico yá de
Alfredo Le Pera y de Carlos Gardel en
2013 formó parte del Salón de la Fama del Grammy, junto a otros hits y álbumes
de artistas como Billy Joel, Frank Sinatra, Paul McCartney o Whitney Houston,
según anunció la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación.
Gardel y Le Pera estaban llegando al final de una gira
promocional de la película El día que me quieras cuando, el lunes 24 de junio
de 1935, el avión en el que despegaban del aeropuerto de Medellín, Colombia,
se estrelló contra otro avión en la pista, muriendo ellos dos y la mayoría de
los demás pasajeros a bordo, incluidos los otros músicos que viajaban con
ellos.
Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes (Ciudad de México, 12 de
agosto de 1911-Ciudad de México, 20 de abril de 1993), conocido por su
pseudónimo Cantinflas, o también simplemente como Mario Moreno, fue un mimo,
actor, productor, guionista y comediante mexicano. Fue mundialmente conocido
gracias a sus interpretaciones de personajes multifacéticos, aunque todos ellos
desarrollados en torno a un único personaje en común, al cual él justamente dio
en llamar «Cantinflas».
El personaje es asociado con la identidad nacional de México
y le permitió a Cantinflas establecer una larga y exitosa carrera
cinematográfica que incluyó su incursión en Hollywood, California, Estados
Unidos. Se convirtió en un ícono mexicano y su legado perdura hasta nuestros
días e incluso Charles Chaplin comentó una vez que era el mejor comediante vivo
para entonces. En los Estados Unidos, es recordado como coprotagonista con
David Niven en la película ganadora del Óscar a la mejor película titulada La
vuelta al mundo en 80 días, por la cual Moreno ganó un Globo de Oro al mejor
actor en comedia o musical.
Como todos sabemos, Gardel tenía un gran aprecio por su madre y esto se demuestra en la abundante correspondencia entre los dos.
Para ese entonces Gardel ya le había comprado a su madre la casa de Jean Jaurés 735, y se hallaba en aquel momento abocado a la tarea de ahorrar todo el dinero que fuera posible para asegurarse una tranquilidad económica para él, pero, sobre todo, para Berthe; esa era su gran preocupación, que no le faltara nada a ella.
En una de las cartas escritas en 1935, le expresa su cariño: “Mi querida mamita, después de recibir como siempre tu cariñosa cartita, y haber leído la que le mandaste a nuestro buen amigo Ernesto, me da mucha alegría pues se me hace que te tengo cerca de mí… Dale muchos besos y abrazos a mi querido tío Juan y a la tía Carlota, a Marisú, a toda la familia que es muy larga y no pudo detallarla, pero ya sabes que me son muy simpáticos y que no los olvido, y vos recibí de tu hijo que te quiere y no olvida nunca, muchos besitos, Carlos”.
En otra de las cartas enviadas por Gardel a su madre, le escribe para contarle cómo iba marchando la filmación de sus películas.
Decía la carta: “Mi querida mamita: Esperé antes de para salir escribirte. Como ya sabrás terminé mis películas, de las que estoy muy contento. Supongo ya sabrás que se estrenó en el teatro Broadway de Buenos Aires mi segunda película con un enorme éxito, superior a ‘Cuesta abajo’, y yo pienso que si esas películas gustaron tanto estas dos últimas que hice son superiores 100 por ciento más, sobre todo una titulada ‘El día que me quieras’. En esta película la gente llorará, es muy sentimental y yo estoy hecho un gran actor dramático. Cuando vayamos a Buenos Aires las verás y va a ser el éxito más grande que he tenido. Hoy te mando dos fotos chiquitas para que te des cuenta como estoy de pinta con el frac, estoy hecho un galán bárbaro. Mamita, dales recuerdos a todos, a mi tío Juan, Carlota, Marisú y a todos”.
(*) Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
Finaliza el rodaje de “Tango Bar”. * Por Walter Santoro.
Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal de Gardel y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él, los hechos relatados ocurrieron hace 90 años y cada nota corresponde a lo ocurrido una semana antes del momento relatado.
Por Walter Santoro (*)
En la primera semana del mes de marzo de 1935, Gardel finaliza la que sería su última película: “Tango Bar”.
Para la realización de este film se contó con más tiempo de preparación y un mejor presupuesto, y esto devino en una mejora sustancial en la escenografía y en la contratación de los actores, los cuales fueron contratados en Buenos Aires.
Entre los actores argentinos que se sumaron a esta producción se encontraba Tito Lusiardo, quien dejó el siguiente testimonio de su paso por Nueva York: “Se trabajaba con un ritmo increíble. ‘Tango Bar’ se terminó de filmar en catorce días. ‘El día que me quieras’, en quince. Había que estar en los estudios desde la mañana a la noche y muchas veces nos quedábamos hasta la madrugada. Después de terminada la serie de películas, íbamos a realizar una gira. Le escribí a Delia para que se reuniera conmigo, pero me respondió que tenía miedo de viajar sola. Por eso debí regresar. Y por eso es también que estoy vivo, ya que aquella gira fue la que finalizó en la catástrofe de Medellín.
Regresé entonces a Buenos Aires terminadas las dos películas. Gardel y Le Pera fueron a despedirme, despedida que se prolongó más de lo pensado, porque en el barco que me conducía, estaban cargando una considerable cantidad de automóviles con destino a la Argentina. La sirena indicó al fin que faltaban escasos minutos para zarpar. Carlos entonces, que me había obsequiado coñac y champaña para mis ratos de tedio, como simpáticamente me informó al hacerme el regalo, decide bajar a tierra, diciéndome: ‘Sabés, hermano, no me gustan las despedidas, son más que tristes, parece que se fuera algo de uno en cada persona que se viene a despedir. Nos veremos en Buenos Aires, donde muy pronto estaré para alegría de mi viejita y de los buenos amigos. ¡Chau, Tito!’. Se alejó sin darse vuelta, perdiéndose entre la multitud compacta que llenaba el muelle despidiendo a sus viajeros”.
(*) Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal de Gardel y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él, los hechos relatados ocurrieron hace 90 años y cada nota corresponde a lo ocurrido una semana antes del momento relatado.
Por Walter Santoro.
A lo largo de toda su vida Gardel, logró tener miles de fans, pero entre ellos se destaca Estrellita del Regil, una admiradora de Carlitos, quien se enteró de que Gardel y Le Pera estaban buscando artistas que hablaran español para las producciones de las películas; se presentó a audicionar y fue contratada. “A pesar de que figuré como una de tantas -contó Estrellita-, Carlos me distinguió de inmediato y me persuadió de que debía, tener mucha fe en el futuro”.
Fue contratada para actuar en “Tango Bar”, y en el corto tiempo que trabajaron juntos se despertó en ella un profundo amor por Gardel.
Como las películas de Gardel estaban pensadas también para el público Español, en “Tango Bar” se intercalaron algunas canciones de tono español, como la jota “Los ojos de mi moza”.
Por otra parte, el personaje que interpreta Gardel, Ricardo Fuentes, viaja en la primera parte de la película en un barco que se dirige desde Buenos Aires a España.
Hay una escena en donde Fuentes se reúne con un grupo de españoles que regresan a su tierra natal en tercera clase y allí les canta “Lejana tierra mía”, otra canción de aire español. Y es precisamente en esa escena donde le tocó actuar a Estrellita. Gardel comienza a cantar y justo en el momento en que el cantor, pronuncia su nombre: “Dime, Estrellita mía, si no son vanas mis esperanzas…”, sin que nadie se haya percatado, Estrellita, ubicada en el plano cerca del cantor, se emociona profundamente por la interpretación y no puede contener las lágrimas. Se ordena cortar el rodaje. La escena debió repetirse varias veces, haciendo enojar al director, quien le aclaró que el celuloide costaba muy caro.
Finalmente, la actriz se recompuso y se pudo lograr la toma definitiva.
Días después del accidente aéreo donde perdiera la vida Gardel, Estrellita, de tan solo 20 años de edad, quien, como dijimos, se encontraba profundamente enamorada de él, se registró en el Middletowne Hotel, la última residencia de Gardel en Nueva York, se encerró en su habitación e ingirió un frasco con cápsulas de extracto de yodo, intentando quitarse la vida.
Sin embargo, no pudo lograr su cometido, ya que su madre la estaba buscando y así llegó hasta el Middletowne, donde la halló desvanecida en la cama de su habitación. En su cartera hallaron una nota referida a la muerte de Gardel que decía: “Ahora que no te veré más, vengo al último lugar dónde te vi vivo”. Inmediatamente fue trasladada a un hospital cercano, donde le salvaron la vida mediante un lavaje de estómago.
Luego de su recuperación declaró: “¡Carlos Gardel era tan generoso, tan bueno! No se imagina usted cómo me daba alientos y me contagiaba con su optimismo de hombre triunfador…”.
En otra oportunidad, pasados los años, Estrellita contó que se había casado con Gardel en lo civil en secreto, que él iba a revelar este secreto cuando volviera de la gira, y que harían pública esa relación casándose en la iglesia de Saint Patrick, Manhattan.
Las historias se continuaron a lo largo de toda su vida. En otra oportunidad afirmó en un reportaje “Era mi esposo, siempre estaba conmigo, me adoraba y éramos felices, cuando salíamos a cenar lo que más le gustaba eran los espaguetis acompañados con vino tinto. Y cuando le preguntaban su nombre siempre decía “Me llamo Estrellita del Regil Gardel”.
*Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
Publicado en LA PRENSA. https://www.laprensa.com.ar/La-Estrellita-de-Tango-Bar-556704.note.aspx
Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal de Gardel y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él, los hechos relatados ocurrieron hace 90 años y cada nota corresponde a lo ocurrido una semana antes del momento relatado.
Por Walter Santoro.
Para esta fecha, pero en 1935 Gardel termina de filmar “El día que me quieras”, su tercera película realizada en Nueva York. Acompañado por Rosita Moreno y Tito Lusiardo, Gardel realiza en esta oportunidad un papel de neto corte dramático, mostrando su ductilidad para los diferentes géneros actuados.
Nuevamente el binomio Gardel-Le Pera había logrado nuevos grandes éxitos. Carlitos sumó para este film los temas “El día que me quieras”, el tango “Sus ojos se cerraron” —quizás la más excelsa y dramática interpretación de su carrera cinematográfica— y casi al final de la cinta, apoyado en la baranda del barco y con el mar de fondo, otro tango, “Volver”, que también se sumó a los clásicos del género. Y un dato curioso que podemos agregar que Astor Piazzolla, con tan solo 13 años, realiza un pequeño papel en la película, cuando se lo ve fugazmente en una escena como canillita.
Ni bien se terminó esta producción, Gardel, Alfredo Le Pera y Terig Tucci comenzaron rápidamente a ultimar los detalles para “Tango Bar”, la siguiente película que estaba a los pocos días de comenzarse a rodar.
En una carta dirigida a su madre, Gardel escribió: “En esta película la gente llorará, es muy sentimental y yo estoy hecho un gran actor dramático. Cuando vayamos a Buenos Aires la verás y va a ser el éxito más grande que he tenido. Hoy te mando dos fotos chiquitas para que te des cuenta como estoy de pinta con el frac, estoy hecho un galán bárbaro...”.
Los críticos coincidieron en que fue la mejor producción de su carrera cinematográfica, algo que Gardel creía también y así lo afirmaba en una carta: “Ya he terminado la primera película de las dos que debo de hacer. Estoy muy contento del resultado de ella, y según dice la gente, estoy muy bien, yo creo lo mismo pues cada vez trabajo con más seguridad y me encuentro mejor de la voz”.
"Sigo creyendo que es mi mejor trabajo cinematográfico y que hemos matado el punto con las canciones”.
En una de sus últimas cartas a Bertha, su madre, le decía: “Espero que siempre me escribas contándome todas tus cositas, que siempre las leo con todo cariño, acordándome de mi viejita que tan lejos está ahora pero que pronto estará muy cerca, y algún día no muy lejano, para no separarnos más, y pensar solamente en nuestros buenos ‘piacheres’ en compañía de buenos amigos, como dos viajeros que llegan al puerto de destino, después de haber batallado por la vida. ¡Qué le vamos a hacer! ¡¡¡Si hubiéramos heredado!!! Entonces tal vez no te querría tanto, ni pensaría tanto en trabajar para nuestra tranquilidad”.
“El día que me quieras” se estrenó en el cine Broadway de la ciudad de Buenos Aires el 16 de julio de 1935, apenas unos días después del accidente de Medellín.
El diario La Nación, publicó: “El estreno de ‘El día que me quieras’ congregó ayer desde temprano en el Broadway a un público muy diverso y crecido, que siguió las alternativas de la película, de un sombrío simbolismo en algunos pasajes, con visible tensión. Totalmente repleta la vasta sala en la función nocturna, la concurrencia obligó a repetir, entre aclamaciones y aplausos insistentes, casi todas las partes en que Carlos Gardel anima, con su personalísimo estilo, canciones que él mismo compuso.”
Como sucedía con las películas de Gardel en todos los cines del mundo en donde se proyectaba, el público, extasiado ante las interpretaciones del Zorzal, exigía ruidosamente que se repitieran las escenas cantadas.
“El día que me quieras” es un verdadero clásico del Morocho. Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal del cantor y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él, hace 90 años.
Por Walter Santoro.
“El día que me quieras”, la tercera película de Gardel filmada en Nueva York, estaba en pleno rodaje. La canción homónima, que se repite varias veces en el film, fue una inspirada creación de la dulpla Gardel-Le Pera, que con el correr del tiempo se transformó en una de las canciones románticas más versionadas en el mundo, siendo interpretada por cantantes y orquestas de los más diversos géneros.
Desde 2013 integra el Salón de la Fama de los Grammy siendo reconocida como una de las canciones más influyentes de la música mundial. Pero volvamos a la filmación. Gardel estaba fascinado con su nueva canción y ahora estaba por filmar la escena donde la cantaba en vivo, porque, en su deseo de hacer más genuinas sus interpretaciones, para estas nuevas producciones abandonó el uso del playback. Terig Tucci, colaborador musical de Gardel y Le Pera, contó con lujo de detalles lo ocurrido en el set.
“La orquesta para esa ocasión era mucho más numerosa que de costumbre. Debíamos acompañar a Gardel en la canción ‘El día que me quieras’, grabar la música de apertura y final, así como también parte de la música de fondo. En un estudio aparte, temprano esa mañana, grabamos la música, incluso una versión instrumental de ‘El día que me quieras’ y parte de la música de fondo.
Gardel se encontraba trabajando en el set, pero cuando disponía de un minuto o dos venia corriendo al estudio en que teníamos la orquesta. El hombre se deleitaba oyendo los ritmos y candencias de su canción, pensando que sólo unos pocos días antes bregábamos impacientes con esta misma música que ahora nos parecía perfecta. Vestida la canción con el ropaje de su orquestación, las partes y detalles de que se compone la misma se destacan claramente con los recursos de la paleta orquestal que subrayan los pasajes de interés particular. Mientras tanto, Gardel hipnotizado con su canción, se olvidaba por completo de que estaba filmando en otro estudio hasta que alguien venía a decirle que Reinhardt requería su presencia en el set. Y salía entonces Gardel precipitadamente, contento como un niño de escuela al terminar la clase del día. Al llegar la hora del almuerzo habíamos terminado las grabaciones instrumentales. Gardel, Reinhardt, Le Pera y yo ocupamos una mesa en un ‘luncheonette’, frente al estudio.
La conversación giró alrededor de mis grabaciones. Gardel, con sus escapadas al estudio de la orquesta, había llevado sus impresiones a la gente del set. No cabía duda de que sus impresiones habían sido óptimas. Lo decían las Placenteras sonrisas de nuestros colegas. Y yo, naturalmente, estaba henchido de satisfacción.
-Tengo entendido- me dice Le Pera sonriendo, con una mirada oblicua— que la música de ‘El día que me quieras’ está saliendo muy bien, que promete ser un cañonazo...
-¡Ya lo creo que sí!- confirmo yo sin ruborizarme por mi inmodestia.
Cuando volvimos al estudio, la orquesta, la misma que habíamos tenido en la mañana, estaba acomodada en el set. Hemos explicado antes que Gardel grababa su canción simultáneamente con la toma de la película. Hicimos un primer ensayo. Una vez más Gardel, superándose a sí mismo con su bella interpretación, se anotó el triunfo a que nos tenía acostumbrados.
‘El día que me quieras’ es una canción de carácter lírico, romántico. Después de la grabación de su tango dramático ‘Sus ojos se cerraron’, se requería un cambio radical para la interpretación de esta canción. Y en ella, nuestro artista puso a prueba su versatilidad con felices resultados.
Se tomó una primera grabación. Perfecto, exclamó Reinhardt. Se tomaron como reserva una segunda grabación, una tercera, pero ninguna pudo superar a la primera. Satisfecho de la labor de ese día el director concedió una tregua. Y nos dispusimos entonces, felices y mareados como trompos, a saborear el café vespertino.”
Walter SANTORO * Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
Cuarta crónica basada en la correspondencia personal del genial Morocho y de los testigos que vivieron su gesta hace 90 años. Mediante un sencillo sistema de notación musical, el cantor recordaba las melodías creadas en momentos de inspiración.
Por Walter Santoro*
Para la segunda película que Carlos Gardel se aprestaba a filmar en París en 1932 para la Paramount se necesitaba imperiosamente un guionista. Se sugirió el nombre de Alfredo Le Pera, y luego de una reunión con Gardel se sumó rápidamente al equipo de trabajo.
Si bien en la etapa francesa hubo otros colaboradores como Mario Battistella y Horacio Pettorossi, en esta nueva etapa en Nueva York, el dueto Gardel-Le Pera se encargó de crear todas las canciones de las películas. Juntos potenciaron sus capacidades creativas y crearon una veintena de canciones que siguen vigentes y son actualmente interpretadas por solistas y orquestas de todo el mundo.
Si bien al comienzo de su carrera Gardel creó música para numerosas letras, en esta nueva etapa se reveló como un compositor sobresaliente, superándose a sí mismo. Gardel no sabía escribir música, tarea que recaía en su colaborador musical Terig Tucci, que traducía al pentagrama las melodías creadas por el cantor.
Pero si Gardel carecía de educación musical, lo compensaba con creces su talento innato, su admirable percepción melódica. Todos sus colaboradores admiraban su maravillosa y sorprendente intuición.
“Bueno -afirmaba Gardel- yo no entiendo mucho de notas ni de técnica, pero tarareando aquí y sugiriendo allá, compongo con la ayuda de alguien que toque el piano”. “En mi caso, cuando tengo que componer un tango o un vals, la primera cosa que hago es compenetrarme bien de la situación, de los motivos que dan impulso a la acción, y de ellos procuro sacar el grado de sentimiento o de alegría que debe inspirar la canción. Sin pensar en las palabras, comienzo a tararear a media voz hasta que doy con la melodía apropiada para la ocasión. Llamo entonces a mi simpático compañero y amigo Alfredo Le Pera y con su ayuda y la del pianista, inmediatamente compongo la melodía definitiva, como también la letra. A veces, eso nos demanda una o dos horas, y en algunas ocasiones la falta de inspiración nos obliga a suspender el trabajo para reiniciarlo al día siguiente. No hay duda que llevo una ventaja sobre los demás compositores, pues compongo las canciones para mí, mientras que ellos las hacen para Bing Crosby, José Mojica y otros, y es evidente que la tarea de ellos es más difícil que la mía”.
Todas las letras de las canciones de las películas fueron escritas por Le Pera y musicalizadas por Gardel. Como el cantor no sabía escribir música, ocurría muy a menudo que las melodías creadas se perdían irremediablemente al no poder ser recordadas por él. Cuando Terig Tucci, que era el encargado de transcribir al papel las melodías de Gardel, se encontraba presente no había problema, pero más de una vez, sintiéndose inspirado, a Gardel se le ocurría alguna melodía y, ante la ausencia del músico, se perdía irremediablemente. Muchas veces éste llegaba para encontrarse con un Gardel compungido que le decía casi colérico: “Anoche, después de acostarme, se me ocurrió una idea para una linda melodía de tango. La canté y volví a cantarla veinte veces para que se grabara en mi mente... y hasta lo desperté a Le Pera para cantársela y para que me ayudara a recordarla cuando vos llegaras...”. Pero ninguno de los dos la recordaba, se había perdido para siempre. Para subsanar este inconveniente Terig Tucci creó un sistema de simple anotación que ayudaría a Gardel a retener los frutos de su inspiración.
EL METODO.
El cantor tenía la costumbre de buscar en las teclas del piano -favorecía las teclas blancas- las notas de su canción, un fragmento, generalmente tres o cuatro compases. Al encontrarlas colocaba en ellas pedazos de papel, dispuestos por orden alfabético. Por ejemplo: comenzaba con la primera nota de la melodía y le ponía la letra A, a la segunda la letra B, a la tercera la C y así sucesivamente. Para determinar la duración de las notas maquinó un sistema con números: una semicorchea llevaba debajo de la letra el número 1, una corchea el número 2, una negra el 3 y una blanca el 4.
Gardel comprendió perfectamente el sistema. De allí en adelante todas las mañanas, al llegar a la casa del cantor, Tucci encontraba el piano “empapelado” con alguna melodía que se le había ocurrido la noche anterior y que, dicho sea de paso, ya se le había olvidado, pero que se podía evocar ahora por medio del sistema. Gardel estaba encantado de la sencillez de este método de anotación musical. Sobre el final del film “El día que me quieras” Gardel canta el tango “Volver”, que fue precisamente compuesto a través de este curioso sistema de anotación musical.
Walter Santoro* Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
Junto con Rosita Moreno en una dupla inolvidable que atravesó las décadas.
Gardel en busca de la emoción genuina.
Tercera de las notas con testimonios clave sobre la gesta del Morocho del Abasto. Al comienzo de la filmación de “El día que me quieras” ensayó con minuciosidad la interpretación. Las palabras de Terig Tucci, estrecho colaborador, revelan los pormenores de esos días. Los hechos relatados ocurrieron hace 90 años.
Por Walter Santoro *
La filmación de “El día que me quieras”, el tercer filme de Carlos Gardel en Nueva York, ya había comenzado. Para el tango “Sus ojos se cerraron” Gardel realizó esos días ensayos exhaustivos, mostrando un perfeccionismo meticuloso: analizaba cada línea de la letra, ajustaba su interpretación y la repetía una y otra vez hasta alcanzar el nivel deseado.
Este proceso culminó en una sesión de grabación intensa y emotiva, donde logró una interpretación magistral. La escena describe cómo Gardel, encarnando el dolor de un hombre que pierde a su esposa, impregna la canción de una autenticidad tan profunda que aún hoy sigue conmoviendo a todos. Terig Tucci, el más estrecho colaborador de Gardel y Le Pera, lo contó detalladamente: “Después del día de trabajo en el estudio, volvíamos a su departamento para ensayar la canción. Y allí se efectuaba el más minucioso análisis de la letra, la más diminuta disección de la música que hasta entonces había podido observar en mi larga experiencia. Acostumbrados como estábamos a la mayoría de los cantantes, que insertan la canción en sus programas de radio o la graban en disco el mismo día que la aprenden, este método de Gardel fue para mí una revelación. ¿Cómo debía comenzar su canción? -se preguntaba- ¿con expresión dolorosa? ¿con un grito amargo? Se dispone Gardel a hacer una primera prueba. Doy un acorde en el piano. Comienza su canto: ‘Sus ojos se cerraron’.
“Se detiene; calla por algunos segundos, dice desalentado: -Está mal; no puede ser. Hay mucha saña. Debe comenzar con un sentimiento de congoja, no de rabia... Se sienta, la mirada perdida en el espacio quiere descifrar su enigma. De repente, como encendido por una súbita inspiración, se levanta entusiasmado para recomenzar su canción: ‘Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando...’. Deja de cantar otra vez... -No, no es lo que quiero; no es lo que se requiere. Ensaya solo, sin piano... Sus ojos se cerraron... Repite y repite esa frase diez, quince veces; ataca fuerte, suave; como un rugido, como un lamento... Nada parece satisfacerle. Descansamos. Después de diez minutos sugiere Gardel otra prueba. Doy mi acorde; canta las dos primeras líneas, y con un brusco ademán se interrumpe diciéndome: -Dejemos de ensayar. Probaremos mañana; quizá tengamos más suerte.
“Un domingo de mañana me llama a casa y me pregunta si podía ensayar el tango con él, que creía haber encontrado por fin su plan de interpretación. Sería tal vez a causa del descanso de ese día que al levantarse reposado en la mañana, no tuvo dificultad en hallar, por fin, la interpretación que buscaba, digna del contenido. El trauma que había estado consumiéndole durante todos esos días produjo por fin su ansiado fruto. Casi sin esfuerzo, en la primera prueba de esa mañana, logró Gardel imprimir el sello de su arte a la canción que le había sido tan esquiva”.
A PASO FEBRIL.
“Los preparativos de la grabación de ‘Sus ojos se cerraron’ y la toma fotográfica de la escena, procedían a paso febril. La orquesta había sido ubicada fuera del radio de visión de la cámara. La alcoba en que Gardel cantaría su tango, estaba ya preparada e iluminada. El cuerpo exánime de Margarita, su esposa, yacía en su lecho de muerte. Se da la orden de toma. Comienza a rodar la cámara. Se producen algunos momentos de completo silencio. Gardel, en el papel de un hombre abatido por el peso de su desgracia, da algunos pasos hacia la ventana, descorre la cortina y por algunos instantes mira sin ver nada.
“Se oyen levemente los ruidos del mundo exterior. Vuelve sobre sus pasos, murmura algo a su hijita... y surge entonces espontáneo su acongojado lamento... ‘Sus ojos se cerraron...’. Durante dos minutos y medio sólo se oyen los acentos del tango. La gente ni siquiera respira. La magia del arte de Gardel la ha embrujado; ha quedado aprisionada en la madeja de su relato. Los primeros instantes que siguieron a esta grabación fueron de completo, casi religioso silencio; todos temerosos de romper el exorcismo del momento, del artista”.
OVACION.
“De pronto, como si fuera obedeciendo a una señal, estalló una ovación indescriptible. Todos querían felicitar a Gardel por su formidable interpretación. Durante diez o quince minutos el trabajo quedó paralizado. Grupos de admiradores comentando la excelsa labor de nuestro artista, llenaban el estudio. Aun las personas que no entendían nuestro idioma, hacían emocionados comentarios. “Cuando fui a verlo para felicitarlo, en la misma escena de su triunfo, lo encontré emocionado, todavía poseído por la catarsis en que su interpretación lo sumiera, recibiendo los elogios de Rosita Moreno, Reinhardt, Le Pera y la plana mayor de la Paramount. Al verme, Gardel se levanta de su silla y noblemente, como queriendo compartir su triunfo conmigo, abrazándome me dice con voz entrecortada: -¡Macanudo, Tucci, macanudo!”.
Walter Santoro * Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.
‘El Morocho’ se destacó con películas de mejor calidad en Nueva York. Estas crónicas están basadas en la correspondencia personal del cantante y de los testigos que vivieron esta verdadera gesta junto a él hace 90 años.
Por Walter Santoro*
Comenzado el año 1935, ya estaban en marcha los preparativos para la filmación de dos nuevas películas, que contaban con argumentos más sólidos. Gardel y su equipo habían tenido más tiempo para prepararlos y se encontraban ultimando detalles del primer film, que próximamente comenzaba a rodarse. El propio Gardel se lo cuenta en una carta a Defino: “La primera película se titula ‘El día que me quieras’; la segunda probablemente ‘Tango Bar’. Son absolutamente distintas. La primera muy dramática y la segunda cómico-policial con escenas de carreras, un viaje en alta mar y un tango-bar en Barcelona. El reparto vos lo conocés: yo, Rosita Moreno, De Rosas, Lusiardo. Como ves hay una gran diferencia con relación a las otras películas. Yo tengo la esperanza de que hagamos mejores películas, tenemos mejores interpretes y el director es un hombre joven, experimentado y al parecer con ganas de lucirse”.
Estas películas contaban con un mayor presupuesto, esto fue gracias al éxito de las dos primeras filmadas el año anterior; es así que actrices y actores importantes, tales como la reconocida actriz española Rosita Moreno y el actor argentino Tito Lusiardo, jerarquizaron el reparto y otorgaron al film un marco actoral superador.
Así como en el desarrollo de los guiones y la composición de las canciones, en “El día que me quieras” Gardel también exhibió un notable avance en la interpretación y se revelaron asombrosamente sus dotes de actor dramático. Los críticos y el propio Gardel coincidieron en que esta fue la mejor producción de su carrera cinematográfica. El cantor se refería a ella como “la película que quiero de todo corazón”.
Gardel y Le Pera se ocupaban no solo de la parte artística sino también de los temas financieros, administración de fondos y la contratación del reparto, donde uno de los grandes inconvenientes que tuvieron en Nueva York fue encontrar artistas que hablasen castellano, y es así que, en la búsqueda de actores para el film “El día que me quieras”, contrataron a Tito Lusiardo y al joven Astor Piazzolla, entre otros.
BROMISTA.
Pese a que Gardel ya era un reconocido artista internacional, podría decirse que nunca dejó de ser un “niño grande”, siempre humilde, generoso, optimista y muy bromista. Cualquiera podía transformarse en la “víctima” ocasional de alguna broma de Gardel y esta vez le tocó a Tito Lusiardo.
César “Tito” Lusiardo lo relató en una entrevista con lujo de detalles y la anécdota fue así: arribó al puerto de Nueva York el 9 de enero de 1935 para sumarse al reparto de las dos siguientes películas de Gardel.
Se había embarcado en Buenos Aires el 22 de diciembre del año anterior. El día de su llegada Gardel ya tenía bien planeada su broma. Lo fue a recibir al puerto junto a Alfredo Le Pera y Enrique de Rosas, y cuando desembarcó lo acompañaron en un taxi hasta su hotel.
Lusiardo había traído todas sus pertenencias en un único y gran baúl, que el chofer descargó del taxi y depositó en la vereda del hotel. Gardel se apresuró a invitarlo a cenar, mientras iniciaba la marcha a pie rumbo al restaurante. Tito lo detuvo, diciéndole que lo esperara un momento, pues iba a subir el baúl a la habitación.
Carlitos, haciendo gala de su faceta actoral, le dijo muy serio: “No te preocupes, déjalo ahí que está seguro. Aquí nadie roba nada”. Lusiardo, ante esta situación poco habitual, dudó un instante pero le hizo caso y se fueron todos a cenar. Cuando volvieron el baúl ya no estaba, consultó desesperado a la gente del hotel y le dijeron que no sabían nada. Gardel disfrutaba que todo marchaba según sus planes.
Finalmente, Lusiardo discutió acaloradamente con los empleados, pero nadie le dio una respuesta ni una solución. Asumió que se lo habían robado, y así, resignado y abrumado ante la pérdida, se fue a dormir. A la mañana siguiente, cuando se despertó, el baúl estaba a los pies de su cama. ¿Qué había pasado? Gardel había arreglado con el personal del hotel para que se lo escondieran en el sótano hasta el día siguiente.
Cuando se reencontró con el cantor le protestó por la broma, pero Gardel, riendo a carcajadas, le dijo: “Y, viejo, tenías que pagar el derecho de piso”.
EL PEQUEÑO ASTOR.
Las vueltas del destino hicieron que el pequeño Astor Piazzolla conociera a Gardel en 1934, unos meses después de su llegada a Nueva York, cuando su padre, admirador de Gardel, le hizo llegar a través de Astor una talla en madera: a partir de ahí Carlitos estableció una amistad cercana con la familia Piazzolla, que también se encontraba viviendo en Nueva York. Gardel había simpatizado rápidamente con Astor, que con tan solo tenía 13 años, estaba aprendido a tocar el bandoneón.
Gardel solía convocarlo para que lo acompañase a comprar ropa, ya que Astor dominaba el idioma inglés y Gardel no, y así le facilitaba la tarea.
- Pibe, quiero que actúes en una película que vamos a filmar- le dijo Gardel a Astor una tarde.
-¿Una película? ¿Y yo qué hago en una película? Astor se sintió desconcertado. Eran demasiadas cosas juntas. Estaba soñando.
-Se llama “El día que me quieras”, y quiero que hagas el papel del canillita.
-Y qué es eso?
-El que vende los diarios... el pibe de la calle. Como vos. Es el papel justito para un reo como vos.
Astor no supo qué decir. Finalmente, luego de conversar con don Vicente y doña Asunta, grabaron el disco y filmaron la película. Recibió como paga 25 dólares por el papel y conservó toda su vida una foto de la fugaz y casi imperceptible escena en la que apareció junto a Gardel y al actor Tito Lusiardo. Gardel le envió la foto donde Astor aparecía en la película con una dedicatoria a Vicente Piazzolla.
Astor tocó el bandoneón en una de las muchas ceremonias de despedida que se le hicieron al cantor. Gardel quería que Astor lo acompañara como asistente en la gira que iba a realizar próximamente por algunos países de Latinoamérica y el Caribe. Pero Vicente se plantó: el chico tenía apenas catorce años. Otro argentino, José Corpas Moreno, ocupó el lugar de Astor y, como consecuencia del fatal accidente de Medellín, fue también una de las víctimas fatales. Así son las terribles vueltas del destino: si Astor hubiera ido en ese viaje, como escribió después, “en vez de tocar el bandoneón, estaría tocando el arpa”.
Walter Santoro * Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.