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Los cóndores en peligro. Foto: Alejandro Carnevale. |
Huasi, el cóndor encontrado muerto por comer un cebo tóxico, se suma a la lista de 200 ejemplares envenenados en los últimos años. Los especialistas reclaman una ley de agroquímicos con control y trazabilidad.
Jacome explicó que el veneno, explicó, es silencioso y fulminante: no tiene olor ni sabor. Y su uso está mucho más extendido de lo que se cree. “Ya registramos unos 200 cóndores muertos en los últimos años en Argentina por cebos tóxicos«, contó el activista. Pero esto excede a los cóndores: a través de la Estrategia Nacional contra el Uso de Cebos Tóxicos, Jacome dijo que se encontraron que más de 20.000 animales de al menos 71 especies fueron víctimas de estas sustancias. Incluso seres humanos: «Tenemos 11 muertes fatales confirmadas”, detalló.
El problema se multiplica porque en el país no existen leyes de trazabilidad ni de prescripción. “Miles de toneladas de veneno circulan libremente, sin ningún control. Cualquiera accede. Lo vende alguna persona al productor más aislado», relató Jacome, quien aseguró que esta actividad «es un desmadre».
El especialista insistió en que, además, el veneno ni siquiera funciona para lo que se usa. “Lo ponen para controlar depredadores como pumas o zorros. Pero no mata al que mató la oveja: mata a los carroñeros. Y el puma que aprendió a comer animales domésticos sigue vivo, tiene crías y les enseña lo mismo. Es como tener sed en el desierto y tomar agua salada: no solo no soluciona el problema, lo empeora”, explicó.
La ausencia de cóndores en el ecosistema tiene consecuencias directas. Jacome puntualizó que cuando muere un animal grande en vida silvestre, el foco de infección es enorme. El cóndor cumple un rol insustituible: «abre el cuero con su pico, come hasta cuatro kilos de carne y permite que luego otros carroñeros más pequeños accedan«, detalló. «Hace efectiva la limpieza del ambiente, evitando la proliferación de enfermedades, ratas o perros ferales. Es el gran sanitario de la naturaleza”, describió.
El impacto de los agrotóxicos va más allá de la vida silvestre. Llega a la mesa de los seres humanos. «Cuando murieron los cóndores en Jujuy hicimos análisis toxicológicos y comprobamos que se trataba de Carbofuran, un agrotóxico prohibido», dijo el presidente de la fundación Bioandina. Al mismo tiempo, un informe del Senasa reveló que 42 alimentos básicos contenían 82 agroquímicos. Estamos comiendo lo que mata a los cóndores”, advirtió.
El trabajo de conservación no solo es enorme y requiere dedicación, sino que también es costoso. «Incubamos un huevo durante dos meses, criamos un pichón, les enseñamos a volar, lo seguimos durante años, y que termina envenenado en minutos», relató Jacome. «Huasi tenía seis años, recién entraba en la primaria, y podía vivir 75. Cuando murió, todo ese potencial se perdió”, se lamentó.
A eso se suman los recursos: tras cada muerte deben intervenir con necropsias, traslados, estudios toxicológicos, todo a cargo de las organizaciones. “Mientras tanto, alguien va y tira veneno gratis. Es un golpe tremendo”, resumió.
A pesar de estas pérdidas, el Programa de Conservación del Cóndor Andino sigue adelante. Solo en Río Negro ya liberaron 71 ejemplares y en todo el país más de 250. “Tenemos cóndores rescatados de intoxicaciones que logramos rehabilitar, y parejas reproductivas en cautiverio que nos permiten tener pichones. En 30 años rescatamos más de 500 cóndores. Es un trabajo inmenso, pero cada muerte nos parte al medio”, expresó Jacome.
“El veneno no es la solución. Nos hace más pobres, más enfermos, más infelices. Como sociedad tenemos que decir basta. No queremos caminar por ahí. Hay que encontrar otros caminos, porque este nos está matando a todos”.
Espósito aseguró que la solución no es solo prohibir, sino ofrecer alternativas a los productores que hoy usan el veneno para intentar controlar depredadores. “Ya estamos en contacto con la Secretaría de Ganadería para trabajar en conjunto. La idea es dar herramientas distintas: perros protectores de ganado, otras medidas control, educación y difusión. El veneno no puede ser la respuesta”.
Publicado en Diario Río Negro.
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