Retazos de historia para volver al pasado en Mainqué.
Así como el pueblo llegó a su centenario, lo mismo celebra
su Escuela, la N° 61, punto de partida para la vida urbanizada. Este y otros
detalles en el medio, la convirtieron en lo que es hoy.
Por Melina Ortiz Campos.

El recuerdo del primer espacio educativo,
con el emblema del cóndor.
Foto: Gentileza.
La Guía Comercial 1931 ubica en la estación Mainqué (ex
«Kilómetro 1127») a Santiago André como encargado de la Estafeta de Correos.
Apellido francés pero con legado fundacional en el Alto Valle del río Negro, la
labor de ese vecino alentó mucho más que la recepción y el envío de
correspondencia, en una tierra que intentaron poblar y cultivar ya desde 1912,
aunque para ver los primeros resultados tuvieron que esperar hasta la década
del ‘20, gracias a las obras de irrigación del Gobierno.
Dependiente en sus primeros años de “Ingeniero Luis Augusto
Huergo” (nombre completo del poblado vecino), donde funcionaba el Juzgado de
Paz y la Oficina de Enrolamiento, tuvo Escuela antes que Estación de tren, como
detalla el blog “Boletín Caminos de Hierro”, dedicado al mundo ferroviario. Y
si de trámites bancarios y escribanía se trataba, el incipiente desarrollo los
obligaba a ir incluso más allá en las rutas de tierra, hasta Roca, que en esa
época funcionaba aún con la categoría de “Fuerte” delante de su denominación,
herencia de la organización impuesta por el Ejército.
Gracias a los datos que anuda uno detrás de otro el Libro
Histórico del primer colegio, el N° 61, se sabe que su movimiento diario por
esos años, a pesar de la falta de mejores vías de comunicación, era activo y
variado, motivado por la vida de bodegas y básculas agrícolas, que aprovechaban
los denominados “trenes locales” y se potenciaban alentadas por el
cooperativismo.
Eso permitía el movimiento de toneladas de fardos de pasto
primero, gracias a cultivos como la alfalfa, para seguir con el vino producido
localmente, luego con la fruta y también con el tomate, este último que cobró
fuerza con la elaboración de conservas. Maquinaria norteamericana, herramientas
y materiales para las bodegas de origen francés, italiano y alemán, todo fue
sumando facilidades para consolidar el trabajo intensivo que permitió el riego.
El Club Social y Deportivo Mainqué y la Capilla en honor a
“San José” eran otras de las instituciones locales que con el tiempo fueron
completando el funcionamiento de la comunidad, que se desarrolló al norte de la
Patagonia.

Apellidos ligados a la tierra productiva,
escenario de otro tiempo, en los años ‘60.
Foto: Gentileza Proyecto Allen.
Un nombre y un escudo.
Identificada en un principio por la cantidad de kilómetros
que la separaban de Buenos Aires, esos 1127 que marcaba la vía Neuquén en el
ramal, fueron reemplazados por un término que en mapudungun se traducía como
“cóndor” (mañke).
Registrado por el diario de viaje que llevaba Manuel
Olascoaga como jefe de la Oficina Topográfica, junto a las tropas del
presidente Roca en su paso por la región, Magüé” era la palabra, dice el libro
histórico de la Escuela 61, para referirse a ese sitio bautizado por los
pueblos originarios. El error ortográfico, sin embargo, se extendió incluso más
lejos hasta derivar en el “Mainqué” que todos conocen hoy.
“Algún tiempo después el Ministro de Obras Públicas Ing.
Octavio Pico dio el decreto que confería el nombre a la Estación, pero como se
pudo comprobar, hubo un pequeño error de ortografía (…) una reclamación
posterior hecha recibió la promesa de parte del funcionario de una
rectificación pero las preocupaciones del momento no permitieron todavía el
cambio deseado”, señalaron los archivos escolares.
Aún así, la figura del ave andina siguió presente en iconos
emblemáticos de la localidad, como en las referencias educativas y el escudo
que ostenta el municipio. Según Turismo de la Provincia, este último diseño fue
presentado por Hugo Pérez, para la conmemoración del 50° aniversario local, en
1975.
¿Colonia Francesa?

La Estación, el sitio que le sirvió a Mainqué para comunicarse con la región y exportar. Foto: Gentileza Miguel González.
Al principio se hablaba de la comunidad como la “Colonia
Francesa” porque su desarrollo económico comenzó con la labor en las chacras
que regenteaban inmigrantes de esa nacionalidad, la N°362, 371 y 378, “que
fueron las que dieron impulso a todas las tentativas de progreso y adelanto de
la zona”, dicen los escritos realizados a mano en el Libro Histórico de la
Escuela 61.
Si bien el dato genera discrepancias con quienes consideran
que no fue una “colonia”, como asentamiento poblacional, sino más bien la
presencia de una “compañía” que impulsó allí los trabajos relacionados al uso
agropecuario, lo cierto es que su titular sí era de origen franco y su
desempeño en la incipiente comunidad quedó registrado en servicios y aspectos
de mucha relevancia para la época.
Santiago André era ese vecino, dedicado a la cría de ovejas,
que figura, por ejemplo, en la Guía Comercial 1931 como impulsor de la estafeta
de correos, servicio de comunicación que convivía con los inicios de la
telefonía, en un ejido que todavía no tenía ni transporte ni hospedaje para
visitantes.
Su nombre también aparece asociado a la catequesis que
mantuvo vigente la actividad religiosa, la presencia consular del Gobierno de
Francia y la representación de esa zona ante la Cámara de Agricultura,
Industria y Comercio (CAIC), que nació con un sentido mucho más regional que la
actual (desde Plottier a Choele Choel), para promover la producción regional y
su comercialización. André hacía lo propio respondiendo a Mainqué y Cervantes,
mientras que Baltazar López y Baldomero González lo cumplieron por Huergo, por
ejemplo, según nota de archivo de Diario RÍO NEGRO escrita por Susana Yappert.
Con el tiempo, la mayoría de habitantes inmigrantes pasaron a ser italianos y
españoles.
Escuela, cuna desde el inicio.
Hay quienes afirman que la Escuela comenzó con el N°72 para luego recibir el N°61. Foto: Gentileza Mario Ituarte.
Junto con la localidad, también cumple su centenario el
primer espacio educativo, nacido en un ámbito mayormente rural, en el que se
impartieron conocimientos desde un lejano 28 de octubre de 1925.
Barbarita Lapierre, la esposa de Santiago André, quien cedió
el espacio para el inicio de la tarea, se convirtió en su directora y
posteriormente en asesora de su cooperadora. Hay quienes afirman que comenzó
con el N°72 para luego recibir el N°61.
Allí se desempeñó con los primeros niños que residían en las
chacras cercanas en un galpón a préstamo, hasta que viendo la inacción del
Consejo Nacional de Educación, el propio André optó por iniciar la construcción
de una sede por su cuenta, esta vez en la Chacra 371, que por esos años
pertenecía a Enrique Vallé.
Ese inmueble fue inaugurado el 19 de abril de 1927 y, según
se recuerda, en su construcción se cuidaron particularmente los detalles de
higiene, aireación, facilidad de limpieza y conservación, entre otros. Sirvió
hasta que en 1951 se trasladaron al de la Avenida Primeros Pobladores 19, según
compartió la actual conducción del establecimiento.
En la cooperadora escolar, creada en 25 de junio de 1947 y
bautizada con el nombre de Lucio Mansilla, acompañaron a Lapierre en la
comisión directiva otros vecinos como Catalino Martín, Pedro Verdecchia, Juan
García, Mario Verdecchia, Luis Humberto Figueroa, Agustín Verdecchia y entre
los vocales a Nidia Rajneri.
La Estación, cuna del vínculo con la región.
“Seis años de lucha tenaz” tuvieron que pasar en la colonia
hasta que pudo por fin despachar sus propios productos en el kilómetro 1127 del
ramal, señala el Libro Histórico del colegio. Todo comenzó con un primer
informe elevado con fecha 4 de noviembre de 1923, pedido que fue contestado el
4 de enero de 1924, para recién habilitarla en noviembre de 1929.
En el medio ocurrió la primera asamblea popular que dio
lugar, a la posteridad, a la elección de la fecha del centenario, por lo vivido
entre las familias que habitaban el caserío, un 28 de octubre de 1928, en la
estructura de una estación que había empezado a construirse en el año 1923,
“constituyendo un claro instrumento de desarrollo”. Allí se izó la enseña
patria y se entonaron las estrofas del Himno Nacional, recuerdan los archivos.
Útil para el transporte ferroviario de alfalfa, semillas de
alfalfa, forraje, frutas, legumbres, vino y papas, su predio contaba con una
superficie cubierta de galpones de 128 m2, en un terreno que fue comprado por
todo el vecindario a Vicente Pagliaccio y donado a la Empresa del Ferrocarril.
Publicado en suplemento 100 Aniversario de la localidad rionegrina de Mainqué en el Diario Río Negro.
https://www.rionegro.com.ar/sociedad/retazos-de-historia-para-volver-al-pasado-en-mainque/

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.