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Doña Paula Albarracín de Sarmiento junto a una de sus hijas, una de las madres más importantes de la historia nacional. Foto: Gentileza. |
Detrás de cada hijo prócer hubo una mujer que enseñó con su
ejemplo. El amor por sus familias se convirtió en amor por la Patria.
Hay madres que no sólo dieron a luz a un hijo, sino a un
símbolo. En los albores de la Patria, cuando el territorio era incierto y los
sueños aún estaban por escribirse, muchas mujeres sostuvieron con sus manos
aquello que la historia escribiría con mayúsculas.
En sus casas se aprendió lo que en las guerras se defendió:
la dignidad del trabajo, la fe en el conocimiento, la compasión y el coraje.
Cada una de estas mujeres —Gregoria Matorras, María Josefa González Casero,
Paula Albarracín, Agustina López de Osornio y Agustina Paz de Roca— representa
una raíz distinta del mismo árbol: la Argentina naciente.
Gregoria Matorras madre de José de San Martín.
Gregoria Matorras: la raíz española del Libertador.
Llegó desde España con la templanza de quien no teme al mar ni al destino. Gregoria Matorras del Ser, nacida en Paredes de Nava en 1738, cruzó el Atlántico acompañando a su primo, el gobernador Gerónimo Matorras, y terminó uniendo su vida a la del capitán Juan de San Martín. De ese matrimonio, en una modesta vivienda de Yapeyú, nacería José Francisco de San Martín, el hombre llamado a libertar medio continente.
Gregoria fue una mujer de su tiempo, pero con la entereza de
otra época. Siguió a su esposo por destinos duros, desde Buenos Aires hasta el
remoto Yapeyú, con cinco hijos pequeños. Su ejemplo marcó el espíritu del
Libertador: disciplina, sobriedad, trabajo y sentido del deber.
Cuando la familia volvió a España, Gregoria continuó siendo
el centro moral del hogar. Murió en Orense en 1813, sin saber que su hijo sería
un héroe continental.
María Josefa González Casero: la fe silenciosa detrás de
Belgrano.
Detrás del creador de la bandera hubo una madre
profundamente piadosa y discreta. Doña María Josefa González Casero, nacida en
Buenos Aires en 1743, pertenecía a una familia distinguida que practicaba la
caridad como una religión. Casada con Domingo Belgrano Peri, un comerciante
genovés, tuvo dieciséis hijos, entre ellos Manuel José Joaquín del Corazón de
Jesús Belgrano, nacido en 1770.
Josefa Gónzalez Casero madre de Manuel Belgrano.
Fue una mujer de recogimiento y acción silenciosa. Educó a
sus hijos en la devoción, la honestidad y el amor por el estudio. Belgrano
heredó de ella su religiosidad profunda, su compasión por los desposeídos y ese
sentido del deber que lo llevó a morir pobre, tras haberlo entregado todo por
la patria.
Murió en 1799, antes de ver flamear la bandera que su hijo crearía
en nombre de la libertad
Paula Albarracín: la madre que tejió la patria bajo una
higuera.
En San Juan, bajo el sol implacable y la sombra de una
higuera, esta mujer hilaba destino. Doña Paula Albarracín, nacida en 1774, fue
la madre de Domingo Faustino Sarmiento. Su vida fue una sucesión de pruebas:
pobreza, soledad y trabajo incansable. Cuando su esposo, el arriero José
Clemente Sarmiento, partía por largas temporadas, ella quedaba a cargo del
hogar, los hijos y el telar que sería su salvación.
Paula Albarracín madre de Domingo F. Sarmiento.
Sarmiento recordaría en Recuerdos de Provincia la fuerza de
aquella mujer que levantó su rancho “con sus propias manos” y que hizo de la pobreza
una escuela de dignidad.
Fue, además, maestra sin título: enseñó a leer, a rezar y a
pensar. A los 76 años cruzó la cordillera para despedirse de su hijo en el
exilio, no volvería a verlo: la muerte se la llevó antes del reencuentro. Su
nombre quedó unido para siempre al del hombre que cambió la educación
argentina. Paula no fue sólo madre de un prócer: fue madre de la escuela
pública, del esfuerzo y de la fe en el saber.
Agustina López de Osornio: la fortaleza en tiempos de
frontera.
La historia argentina también se forjó en los confines de la
civilización. Agustina López de Osornio, nacida en Buenos Aires en 1769, creció
en los campos donde el peligro era cotidiano y la vida, una conquista diaria.
Desde muy joven administró la estancia familiar “Rincón de
López”, al sur del río Salado, enfrentando tormentas, indígenas y soledades. Su
fuerza y decisión la convirtieron en pionera de la ganadería argentina.
Casada con León Ortiz de Rozas, fue madre de diez hijos,
entre ellos Juan Manuel de Rosas, el futuro gobernador de Buenos Aires. A él le
enseñó el valor del trabajo, la disciplina y la autoridad. Fue una mujer dura,
estricta, educadora del carácter. Y aunque madre e hijo chocaron con intensidad,
su influencia fue indeleble.
Su vida fue una mezcla de poder y austeridad. En 1828, durante la revolución unitaria, prefirió mandar degollar sus caballos antes que entregarlos al enemigo. Murió en 1845, sin perder nunca la firmeza que la caracterizó.
Agustina Paz de Roca: la madre del orden y la modernidad.
La última de estas madres nació con la patria misma.
Agustina Paz de Roca, tucumana, hija del ministro Juan Bautista Paz y hermana
del vicepresidente Marcos Paz, vino al mundo en 1810, el año de la Revolución.
De linaje ilustrado y espíritu práctico, fue símbolo de una generación de
mujeres que supieron unir el hogar con la política.
En 1836 conoció al coronel Segundo Roca, un militar valiente
pero condenado a muerte por participar en una campaña contra el caudillo
Alejandro Heredia. Fue su padre quien intercedió para salvarlo: “No lo fusile
—le pidió—, es el prometido de mi hija”. Un año después, Agustina y Segundo se
casaban. Como regalo de bodas, recibieron la estancia El Vizcacheral, que luego
se convertiría en plantación de caña de azúcar.
Allí nació su hijo más célebre, Julio Argentino Roca, futuro
presidente de la Nación. En una carta escrita a su esposo, Agustina explicó el
origen del nombre:
“Julio, por ser el mes de la Patria; Argentino, porque
espero que haga cosas grandes por el país.”
Fue una mujer culta, de carácter sereno y fe inquebrantable.
Desde Tucumán, acompañó en silencio la vida militar de su esposo y educó a
nueve hijos en el amor al estudio, al trabajo y a la patria. Murió en 1855, a
los 45 años, sin saber que su hijo transformaría el mapa del país.
Cinco madres, una sola Patria.
Cada una de ellas representa una raíz esencial de la Nación.
Gregoria Matorras enseñó el valor del deber; María Josefa González Casero, la
fe y la caridad; Paula Albarracín, el trabajo y la educación; Agustina López de
Osornio, la autoridad y el coraje; Agustina Paz de Roca, la esperanza en el
porvenir.
No empuñaron sables ni redactaron constituciones, pero todas
engendraron carácter, ideales y destino. Fueron madres de hombres, pero también
de símbolos: del esfuerzo, de la libertad y del país que crecía en torno a sus
hijos.
En este Día de la Madre, recordarlas es más que un homenaje:
es reconocer que la historia argentina también se escribió entre telares,
cartas y rezos. Porque ellas, desde sus hogares, parieron una Patria.
Por Luciana Sabina.
Publicado en LOS ANDES.
https://www.losandes.com.ar/las-cinco-madres-mas-importantes-la-historia-argentina-n5966799
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