El mundo se volvió blanco y negro en la reserva natural de Punta Tombo, en la costa de Chubut, con la llegada de casi un millón de pingüinos magallánicos.
Como cada año, en agosto comenzaron a llegar los machos, que se reencuentran con sus hembras tras permanecer en el mar separados unos siete meses. En esta estrecha punta pedregosa, las parejas anidarán en la misma cueva del año anterior, desovarán, empollarán, criarán y adiestrarán a los pichones, para volver a partir durante el verano.
Esta pingüinera de unas 210 héctáreas y ubicada a 100 kilómetros de Trelew fue creada en 1979 y desde entonces aumenta cada año su población, debido a la amistosa relación de pingüinos y humanos.
Los pingüinos conviven también con aves como gaviotas cocineras y australes, gaviotines, skúas y cormoranes, y mamíferos como maras, zorros, peludos y guanacos, aunque algunas de estas especies son predadoras de sus huevos o de las crías.
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