La quinta se llamaba 17 de Octubre, pero todos la conocen
como Puerta de Hierro, como un homenaje al tradicional barrio de la zona
noroeste de Madrid y como descripción característica por el enorme portón
forjado en metal que permite el ingreso a la residencia.
Era el lugar elegido
por Juan Domingo Perón para pasar sus 18 años de exilio en España.
El general compró el
terreno de una hectárea en 1964, luego de renegar de la vida en departamentos y
lugares que no eran propios. Finalmente, construyó el chalet de 800 metros cuadrados
divididos en dos plantas “sin muchos lujos”, como decía el general, pero con
todas las comodidades necesarias para vivir bien.
El amplio jardín
cargado de plantas y árboles le sirve para pasear a sus dos perras caniche y
para disfrutar de sus 20 canarios que no paraban de cantar durante las mañanas
de julio. Pero también aprovechaba el espacio para hacer ejercicio y sentarse a
la sombra a leer o a pensar.
Las enredaderas, los
jazmines y las copas de los árboles son un bálsamo durante los ardientes
veranos madrileños. “Acá no refresca a la noche como en Olivos”, diría en
alguna entrevista.
Las rutinas del
general eran cuarteleras. En invierno se levantaba a las 7 y en verano a las 5.
Lo primero que hacía era desayunar y luego salía a trotar despacio y a caminar
por el barrio. Los ejercicios eran algo que no podía evitar si quería tener un
buen día cargado de energía. Necesitaba estar bien para pensar y seguir de
cerca todo lo que pasa en la convulsionada Argentina, dar instrucciones a sus
seguidores y recibir visitas permanentemente.
El general recibía a
todo el que lo quisiera ver, siempre y cuando el tiempo lo permitiera. El acoso
de la prensa era constante y lo fastidiaba porque no quería generar mucha
ebullición política a través de medios de comunicación. Temía que eso termine
perjudicándolo. Pero, salvando esa situación, su custodia abría el enorme
portón de hierro para que pasen las visitas que en su mayoría son políticas y
venían desde tierras lejanas.
Escenario.
En 1972, la Argentina
era un hervidero. Gobernaba con dificultades el presidente de facto, el general
Agustín Lanusse con la enorme presión del peronismo para que su líder deje de
estar proscripto y regrese al país para gobernar o para que se inicie un nuevo
proceso democrático.
Lanusse sabía que es necesario comenzar a buscar una
alternativa y un acercamiento con la dirigencia política nacional, pero se
resistía a que Perón volviera a tener protagonismo, aun con 76 años que tenía
en ese momento y con los problemas de salud que ya comenzaban a complicarlo.
En busca de avanzar
con el Gran Acuerdo Nacional (GAN), el Presidente comenzó a negociar
directamente con Perón en el exilio. No lo hizo personalmente sino a través de
emisarios que viajaban a Puerta de Hierro en busca de una salida política.
Lanusse intentó seducir al caudillo con acciones concretas.
Le envió los restos de Evita, que luego descansarían en el primer piso de la
casona madrileña, le reintegró el grado de militar y los sueldos que se le
adeudan y le cerró todos los procesos judiciales que se le habían abierto desde
1955.
Dirigentes políticos
de todo el país se entrevistaban con el general en Madrid. Entre ellos se
destacó la figura de un neuquino peronista que a partir de la proscripción del
partido encabezaba nueva fuerza política: era Elías Sapag, representante del
Movimiento Popular Neuquino. Su hermano, Felipe, gobernaba la provincia de
Neuquén y ya era considerado un caudillo de la Patagonia.
Lanusse había conocido a los hermanos Sapag durante una
visita que realizó a Bariloche. Allí estrechó vínculos con los neuquinos, pero
especialmente con Elías, el gran político y estratega.
En abril de 1972
Lanusse le pidió a Elías que vaya a reunirse con el general en su casona de
Puerta de Hierro en Madrid en una misión casi secreta de la que nadie sabía
nada, pero que después trascendería.
El Presidente ya le
había enviado 50.000 dólares a Perón, en concepto de salarios atrasados, pero a
través del embajador en España, Jorge Rojas Silveyra, se enteró que el general
aceptó el dinero, pero que además pedía cuatro millones de dólares para seguir
negociando.
Lanusse estaba confundido, puesto que al mismo tiempo le
llegó el rumor que Arturo Frondizi le había ofrecido dinero a Perón y éste lo
había rechazado. “Si rechazó este dinero, ¿por qué me pide a mí?”, se preguntó,
“Vos conversarás de este asunto con el general Perón, muy
francamente, y debés hacerlo a solas y fuera de su casa, por la gravedad del
tema”, le dijo Lanusse a Elías.
El Presidente también
solicitó que le pidiera explicaciones a Perón por el lanzamiento del flamante
Frente Cívico de Liberación Nacional. “¿No tiene en cuenta a las Fuerzas
Armadas? ¿Pretende enfrentarlas o dividirlas? De todo esto es indispensable una
explicación”, le dijo.
Elías aceptó el
pedido y viajó acompañado de su esposa. Pero algo imprevisto ocurrió durante
las numerosas reuniones que tiene el neuquino con Perón.
“Elías estuvo una semana en Madrid y de repente vuelve solo,
sin su esposa. Se queda en Buenos Aires dos o tres días y viaja nuevamente a
España para continuar las reuniones con Perón y finalmente regresa a la
Argentina, esta vez con su mujer”, relata Luis Sapag, hijo de Felipe y sobrino
de Elías, 41 años después.
Cuando Elías volvió
al país no hizo referencia alguna de lo que ocurrió, ni siquiera en qué
consistieron aquellos encuentros con Perón.
Muchos años después,
Felipe Sapag le contaría a Luis lo que pasó durante aquellas reuniones tan
calientes y tensas.
Un día López Rega y
Héctor Villalón (hombre vinculado a organizaciones de extrema derecha y de
izquierda) llegaron hasta el hotel donde Elías se hospedaba con su esposa y de
manera intimidatoria le dijeron: “Señora, usted se queda acá. Y usted (en
referencia a Elías) vaya a Buenos Aires. Ya sabe lo que tiene que hacer”.
Según Luis, no fue un secuestro con todas las letras, pero
sí una presión hacia su tío porque en esas reuniones algo había resultado mal.
“No se qué se mandaron a decir entre Perón y Lanusse a
través de Elías. Nunca se supo, aunque se publicaron muchas cosas. Lo único que
Elías le dijo a mi papá es que tuvo que volver a traer el mensaje solo porque
le habían retenido a la esposa por la fuerza. Fue una forma de obligarlo para
que venga a decir lo que ellos querían”, asegura.
Malentendido.
Publicaciones
periodísticas de la época aseguran que Perón se enfureció cuando se enteró de
que Lanusse insinuaba que él le había pedido dinero a cambio del retiro. Dijo
que, por el contrario, dos emisarios anteriores a Elías (Jorge Paladino y el
embajador de España) le habían sugerido a él que aceptara plata a cambio de su
retiro de la vida política del país.
“Me ha causado profunda sorpresa e indignación, conocer por
palabra del Presidente Lanusse, una acusación infamante contra mí: que reclamo
la entrega de cuatro millones de dólares en forma inmediata para continuar las
tratativas y un millón de pesos mensuales. Esto significa que, el que haya
dicho semejante infamia, no puede ser sino un malvado que actúa con aviesas
intenciones”, aseguró Perón en un memorandum enviado a Lanusse.
También desmentiría
que Frondizi le ofreció dinero. “Es una patraña más de los que, imagino, se
empeñan en confundir al Presidente, quién sabe con qué designios”, dijo en el
mismo documento.
Así fue que el
general le ordenó a Elías que viajara inmediatamente con su respuesta al
Presidente. Se lo dijo de manera enérgica. ¿Es posible que hubiera enviado a
López Rega y a Villalón al hotel para meter presión y asegurarse que el
neuquino llegaría a Buenos Aires con un mensaje claro y preciso, sin inventar
nada?
La historia oficial
diría que la mujer se quedó en el hotel porque no tenía sentido que regresara
al país para luego volver a España, pero lo real –según Luis- es que la
tuvieron retenida como forma de presión. “No tengo pruebas de esto. A mí me lo
contó mi padre. Y yo le creo”, asegura Luis.
Hechos.
A partir de aquella
serie de encuentros los acontecimientos se precipitaron de manera vertiginosa.
La historia es conocida.
Perón volvió a la
Argentina en 1973 y su regreso dejó un tendal de muertos por los
enfrentamientos que se produjeron en el aeropuerto de Ezeiza.
Cámpora se daría el gusto de llegar a la Presidencia ese
mismo año, pero su mandato duraría tan sólo 49 días, ya que renunció a la
primera magistratura y habilitó un nuevo llamado a elecciones para allanarle el
camino a Perón quien finalmente se impuso de manera contundente. Sin embargo,
el mítico general que despertaba amores y odios y movilizaba a todo un país,
moriría un año después, en julio de 1974.
Puerta de Hierro ya
no existe. Aquella residencia de enormes jardines e interminables reuniones
políticas fue derrumbada. El predio fue vendido y hoy se levantan siete lujosas
propiedades que nada tienen que ver con la historia y que nada saben de los
secretos que quedaron allí enterrados.
Lo que realmente
ocurrió en aquellos misteriosos encuentros entre Sapag y el general sólo lo
saben quienes fueron protagonistas.
La historia, con
todos sus caprichos y subjetividades, dio –y seguirá dando– mil versiones
distintas. Una más apasionante que otra.
Una propuesta: Felipe candidato a Presidente.
LUIS SAPAG Y LA FOTO CON HISTORIA DEL ENCUENTRO DE ELIAS SAPAG Y JUAN PERÓN. |
Antes de viajar a Madrid, Elías le dijo a su hermano que sería interesante tratar de convencer a Perón para que dentro de la fuerza política nacional que se estaba gestando se incluyera a un candidato a Presidente distinto y que bien podría ser Felipe.
“Mi padre lo rechazó. En esa época el peronismo estaba muy radicalizado y los militares venían haciendo macanas una tras otra”, recuerda Luis Sapag.
Pero más allá de la negativa, Elías le aseguró a su hermano que le haría la propuesta a Perón de todas maneras, con o sin su consentimiento.
“La idea de Elías era que mi viejo podía ser un candidato que conciliara los intereses del gobierno militar con el peronismo, una especie de bisagra entre los dos mundos. Pero evidentemente no funcionó, porque el general ya tenía una estrategia y todavía se sentía fuerte”, sostiene Luis.
(Fuentes consultadas: “La trama de Madrid”, de Juan B. Yofré. “El Burgués Maldito”, de María Seoane).
POR MARIO CIPPITELLI - PUBLICADO EN LA MAÑANA NEUQUÉN (EDICIÓN NRO. 7.831), DOMINGO 13 DE OCTUBRE DE 2013, PÁGINA 20/21.
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