Buenos Aires se había constituído como provincia
independiente, y su primer gobernador fue Sarratea.
Eran tiempos en que la anarquía triunfa sobre la unidad nacional.
Se conoce como el “Día de los tres Gobernadores” al 20 de
Junio de 1820 –relatado en la historia argentina por “el Taita Mayor de la
Historia Oficial, Bartolomé Mitre) cuando el poder ejecutivo de Buenos Aires
fue ejercido simultáneamente por tres gobernadores: Ildefonso Ramos Mejía (quien
ese mismo 20 de junio renunció ante la Junta de Representantes), Miguel Estanislao
Soler (apoyado por López y el Cabildo de Luján) y el propio Cabildo de Buenos
Aires como cuerpo colegiado, que ante la renuncia de Ramos Mejía decidió
reasumir el poder.
Algunos historiadores, no obstante, coinciden en que tal
denominación es incorrecta en virtud del total vacío de poder y los tres
autodenominados gobernadores no fueron reconocidos por la legislatura.
“Ese día, el gobernador “propietario” Ildefonso Ramos Mejía
presentó su renuncia ante la Junta de Representantes. La junta depositó el
bastón de mando en el Cabildo y le ordenó a sus miembros que avisaran al
General Soler –que acababa de ser nombrado gobernador en el Cabildo de Luján-
que ya podía entrar en Buenos Aires. Este fue el último acto de la Junta que
resolvió disolverse. Pero Soler se negó a entrar a Buenos Aires y sólo lo hizo
el 22 de Junio para asumir el cargo. La capital estuvo sin gobernador durante
casi tres días” (“Cuando Buenos Aires tuvo tres gobernadores y ninguno”. Autor:
Felipe Pigna).
Ese mismo día moría el General Manuel Belgrano, en la casa
de su padre, el comerciante Domingo Belgrano. Tenía 50 años y el hígado
destrozado. A las siete de la mañana.
"Triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una
iglesia junto al río, en esta capital al ciudadano, brigadier general Manuel
Belgrano", escribió el sacerdote Castañeda en su periódico, "El
despertador teofilantrópico". En junio de 1820, fue el único diario que lo
recordó.
El mármol de la cómoda de un hermano suyo, Miguel Belgrano,
se usó como lápida. El ataúd de pino, cubierto con un paño negro y cal, se
ubicó junto a la puerta del atrio de Santo Domingo.
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