15 DE JULIO DE 1916:
NACE EL MÚSICO AFRO ARGENTINO HORACIO
SALGÁN.
HOY CUMPLE 100 AÑOS TODO UN
ACONTECIMIENTO ARGENTINO.
Horacio Salgan nació en Buenos Aires el 15 de julio de 1916 en las
cercanías del Mercado de Abasto. Es un compositor y músico afro argentino de
familia humilde. Sin embargo, su madre lo llevaba al teatro Colón para que,
desde el paraíso de dicho teatro, pudiera escuchar Ópera.
Noticia de Telam -13/6
Cien años de Horacio Salgán, el último maestro.
LA ESTÉTICA DEL TANGO, POR SU ELASTICIDAD, ADMITE USOS
CONTRAPUESTOS: COMO UN ACTO DE CONSUMO, HOMONEGEIZADOR Y APLANADOR, O COMO UN
HECHO ARTÍSTICO EXCELSO, AL NIVEL DE LAS MÚSICAS MÁS COMPLEJAS. HORACIO SALGÁN,
QUE CUMPLE CIEN AÑOS EL MIÉRCOLES, ES UN EXPONENTE -ACASO EL MEJOR- DE ESA
SEGUNDA POSIBILIDAD, QUE CONDENSA UN TANGO EDUCADO, REFINADO Y A LA VEZ
ATORRANTE.
No fue el más popular. Ni el más estridente en su relación
con los medios. Tampoco el más vivo del ambiente, donde hasta lo cargaban por
no participar de los hábitos nocturnos de sus colegas. Fue, eso sí, el que
entregó su vida al estudio y a la música. Y el que consolidó un estilo. Decía:
"Nunca me propuse tener un estilo ni hacer una renovación de nada. Lo que
salió, salió espontáneamente porque así lo sentía". Fracasó.
Admirado por músicos como Daniel Barenboim, Arthur
Rubinstein o Igor Stravinsky, Salgán -y es obvio- no fue sólo tango. Irradió su
técnica hacia la música brasileña, peruana, el jazz y lo clásico. Del mismo
modo, el tango de Salgán lleva una dosis de negritud propia de las tradiciones
musicales del continente. Fue director, pianista, compositor y arreglador. Sus
"arreglos", muchas veces, ya no son arreglos sino las versiones
definitivas de esos tangos.
Horacio Adolfo Salgán nació el 16 de junio de 1916 cerca del
Mercado del Abasto. Su padre, músico intuitivo, tocaba el piano y la guitarra.
Horacio comenzó a estudiar a los seis años y a los 13 era el mejor alumno del
Conservatorio Municipal, donde se estudió, sobre todo, los músicos clásicos con
carta de ciudadanía romántica.
De niño tocaba el piano como número vivo en las películas
mudas y a los 18 se incorporó a Radio Belgrano. También fue parte de los
elencos musicales de Excelsior, Prieto, El Mundo y Stentor.
Su ingreso a la primera liga del tango fue a los 20, a
instancias del director Roberto Firpo, que lo sumó a su orquesta. Poco después
se convirtió en arreglador de la orquesta de Miguel Caló. Su primer encargo fue
para hacer una versión de "Los indios", de Francisco Canaro.
"Mi máxima ambición, y lo fue desde niño y también lo
es hasta hoy, es aprender a tocar el piano, lo mejor posible. Y así sigo:
porque me retiré de las actividades públicas, no de la música"
En 1944 fundó su propia orquesta (cuatro bandoneones, cuatro
violines, viola, cello, contrabajo y piano). "La idea de formarla de
alguna manera está determinada por la composición. Empecé a componer porque
quería hacer tango de una manera determinada. No con la idea de ser compositor,
sino con la de tocar tangos como a mi me gustaba. Lo mismo sucedió con la
orquesta. Como a mi me gustaba interpretar tangos a mi manera, la única forma
era teniendo mi propio conjunto. Hay gente a la que le gusta ser director de
orquesta, pero a mi me interesó mi vocación pianística. Sin ninguna intención
de crear nada", explicó para el libro "Horacio Salgán: la
supervivencia de un artista en el tiempo" (1992)".
Por entonces Astor Piazzolla, que trabajaba con la orquesta
de Aníbal Troilo, se escapaba en los intervalos para escuchar la orquesta de
Salgán, que tocaba en otro bar cruzando la calle. Alguna vez le confesó que
tras cada concierto, encandilado por las virtudes del pianista, se replanteaba
su capacidad como orquestador.
La experiencia de la orquesta duró apenas tres años. El espíritu
mercantil de la radio determinó su expulsión, en 1947. Su ambición musical no
tenía lugar para un pulso mediático determinado por la repetición de lo ya
probado. Su orquesta -afirmaba el director de Radio El Mundo- sonaba
"rara" (disonante) y su cantor, Edmundo Rivero, cantaba
"mal" (sincopado).
Se recluyó en el estudio y la enseñanza. Reapareció en 1950,
con otra formación, y el 1957 conoció al guitarrista Ubaldo de Lío.
Con él conformó el Quinteto Real -emblemática formación del
tango, que todavía persiste al mando de su hijo, César Salgán- con Enrique
Mario Francini (violín), Rafael Ferro (contrabajo) y el bandoneonista Pedro
Laurentz, otro de los padres del tango. Música para escuchar más que bailar,
era el axioma del quinteto.
Tuvo más formaciones: sus trabajos con Dante Amicarelli y el
Nuevo Quinteto Real, con De Lío, Leopoldo Federico (luego reemplazado por
Néstor Marconi), Antonio Agri y Omar Murthag. En 1970 tocó en el Lincoln Center
de Nueva York y en 1972 en el Teatro Colón. Su última actuación para el público
masivo fue en 2010 para la celebración del Bicentenario del 25 de mayo de 1810.
Escribió temas como "A Don Agustín Bardi",
"Grillito", "A fuego lento", "Cortada de San
Ignacio", entre más; apuntaló a cantores como Edmundo Rivero y Roberto
Goyeneche; y realizó una tarea inmensa como "arreglador", aunque
rechazaba esa palabra, que sugería que había algo roto en las partituras
originales.
"Yo nunca lo aclaré pero en la orquesta o en el dúo con
De Lío todos los arreglos fueron míos. Escribí de la primera a la última nota
desde aquella primera orquesta que fundé en 1944. Nunca se me ocurrió poner ese
dato en ninguna grabación. No lo creí necesario. Pero ¿Que resulta ahora? Que
un grupo europeo graba un CD con mis arreglos para quinteto y figura como
arreglador el pianista", se asombró alguna vez.
Fue tildado de vanguardista, pero sin embargo también fue
conservador, ya que contribuyó a consolidar las reglas de un lenguaje.
Preguntado sobre los impulsos del tango contemporáneo,
incluso el llamado tango electrónico, contestaba con amabilidad y firmeza:
"Lógicamente pienso que hay que empezar a tocar el tango como es y después
hablar de las variantes. Antes de dar un salto mortal hay que aprender a
caminar. Después, el tiempo dirá".
Entre su legado dejó un libro, "Curso de Tango",
publicado por primera vez en 1991, y que es acaso el primer material de género
escrito con una perspectiva técnica. No tiene un afán integral del lenguaje del
tango sino más bien es un registro de su estilo, de las increíbles precisiones
de su escritura.
Hace poco, en diálogo con Télam, repitió: "Mi máxima
ambición, y lo fue desde niño y también lo es hasta hoy, es aprender a tocar el
piano, lo mejor posible. Y así sigo: porque me retiré de las actividades
públicas, no de la música".
HORACIO SALGAN: ARTE A FUEGO LENTO.
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