GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, septiembre 26, 2016

27 de Septiembre del 2000: dos días antes de que pudiera cumplir los 83 años de edad fallece Gustavo Leguizamón (el Cuchi).

Nació a las once horas y cinco minutos de la mañana de un 29 de Septiembre de 1917 en la ciudad de Salta. Hijo de José María Leguizamón Todd y María Virginia Outes Tamayo. Descendiente de Dña. Martina Silva de Gurruchaga  que peleó en la Batalla de Salta, considerada heroína de la Independencia.  Hijo de José María Leguizamón Todd y María Virginia Outes Tamayo. Estuvo casado con Ema O. Palermo.
“Tenía meses apenas y a su madre le preocupaba su delgadez. Fue en esa época que a Doña María Virginia le ofrecieron unos chanchos para ver si podía comprarlos. "¡Pero están flacos como este cuchi!", dijo mirando a su hijo. En ese instante Leguizamón quedó rebautizado: desde entonces y para todos sería El Cuchi, vocablo que en quechua quiere decir precisamente chancho o cerdo, pero al que en Salta se le otorga un significado no peyorativo sino simpáticamente cómplice” (Portal de Salta).
Cantó con el coro universitario, jugó rugby y después fue profesor de historia y filosofía, Diputado Provincial y ejerció durante treinta años la abogacía, hasta que decidió abandonar. Según sus palabras: "Estoy harto de vivir en la discordia humana. Me produce una gran satisfacción ver una vieja en el mercado tarareando una música mía. Una vez venía bastante enojado con todos estos inconvenientes que tiene la vida, y un changuito pasó en bicicleta, silbando la Zamba del pañuelo. Entonces lo paré y le pregunté qué es lo que silba: -No sé; me gusta y por eso lo silbo-, me contestó. Ya ves, ésa es la función social de la música".
En los años 1940, cuanto tenía algo más de 25 años, trenzó una amistad entrañable con el poeta Manuel J. Castilla, el hijo del jefe de la estación de Cerrillos.

Era un enamorado de la baguala pero también de Johann Sebastian Bach, Gustav Mahler, Maurice Ravel, Igor Stravinsky, Arnold Schönberg y sobre todo de Beethoven, al que definió con sabiduría como "definitivo". Pero no se quedó ahí, también admiró a otro genio argentino, Enrique "El Mono" Villegas, y a brasileños como Chico Buarque, Milton Nascimento, Vinicius y el jazzista estadounidense Ellington.

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