Autorizado por un lapso de cinco días, el “Namuncurá” había zarpado hacia la zona de pesca un 25 de Octubre de 1989.
Reseñando las tragedias, el escritor Héctor Izco mencionaría al respecto que “el mar, nuestro golfo, se cobraría nuevos tributos, en lo que no dudó en calificar como el hecho más doloroso ocurrido en nuestra zona. El barco pesquero Namuncurá, basado en nuestro puerto, de 27 metros de eslora, con un motor diesel pesado de 620 HP y 10 tripulantes, sería protagonista de este nueva tragedia”.
Al no haber regresado en el plazo estipulado y sin haberse efectuado las comunicaciones de rigor, el pesquero fue declarado en emergencia, disponiéndose su búsqueda inmediata.
Según se narra en el boletín “Rescatando ayeres” de la Comisión Municipal de Asuntos Históricos de San Antonio Oeste, “el patrón del buque pesquero San Cayetano, Atilio Pedro Baluczynski, habría manifestado que escuchó la puesta en emergencia del Namuncurá, informando a Subprefectura que recepcionaba por una frecuencia señales de emergencia que procedían del sector Norte, poniendo rumbo de su buque hacia ese lugar, encontrándose infaustamente el día 31 de Octubre con el Namuncurá siniestrado y al garete”.
“Posteriormente de las declaraciones de algunos de los sobrevivientes se supo que siendo las 18 horas del día 25 de Octubre, el motorista Antonio Radovcic, salió de la sala de máquinas con la ropa envuelta en llamas y detrás de él una intensa bola de fuego que ingresó a la cocina, comedor y puente de mando, quedando todos los alojamientos interiores envueltos en el fuego. Los tripulantes sorprendidos no pudieron atinar a combatirlo por la vertiginosa velocidad con que se produjo y las dimensiones del incendio.
Reunidos en popa comprobaron las ausencias de los marineros Esmir Hipólito Benítez y Alberto Abeldaño quienes habrían sido atrapados por el fuego, mientras que con excepción del patrón José Antonio Ricci y los hermanos Rubén y Zoilo Benítez que se encontraban en el puente de mando en el momento del hecho, pudiendo salir del mismo por una de las bandas del buque, el resto de la tripulación resultó con lesiones de diversas consideraciones, especialmente el maquinista Radovcic y el marinero Ángel Estrada, quienes dejaron de existir en días posteriores a bordo mismo del barco siniestrado”.
Al respecto, Héctor Izco narra que “mucha gente del pueblo, desde horas antes, nos habíamos agolpado en ese sector. Fue angustioso el arrobo a remolque del Namuncurá que, ya se sabía, transportaba cuatro cadáveres de sus tripulantes. Comentarios y conjeturas y el dolor de los familiares de todos los involucrados y la solidaridad también de quienes se asociaban a ese dolor”.
“El buque mostraba desde lejos sus heridas. Marcas del producto del incendio con sus partes ennegrecidas que habían perdido los colores de las pinturas y vidrios rotos, explotados en el puente”.
El artesano y artista plástico Víctor Menjoulou (la Placita de Artesanos de Las Grutas lleva su nombre), dejó esculpida para el recuerdo una talla en madera donde están los rostros de los que esperaban en el muelle el arribo de la nave siniestrada.
Historias de San Antonio Oeste, de naufragios y tragedias que dejaron plasmada una impronta en su historia pueblerina.
* Escritor de Valcheta.
Publicado en Diario "Río Negro", 2 de Noviembre del 2020.
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