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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, junio 21, 2021

Un preclaro ciudadano por JOSÉ NAROSKY.

 

En 1904 asumió la presidencia de la Nación Manuel Quintana, quien fallecería durante su mandato, reemplazándolo su Vicepresidente,José Figueroa Alcorta, el que conduciría al país hasta octubre de 1910.

Y un 12 de octubre de 1910 (el año del Centenario) -a los 59 años- asumió la Presidencia Roque Sáenz Peña, a quien le tocó idéntico destino que a Quintana. Morir durante su gestión presidencial, reemplazándolo, en este caso, el Vicepresidente Victorino de la Plaza.

Roque Sáenz Peña era hijo de Luis Sáenz Peña, que también había sido elegido Presidente de la República en 1812, 18 años antes que su hijo, también abogado.

Entre sus realizaciones, que no fueron pocas, hay una que se destaca y que ubicó a nuestro país entre las naciones más evolucionadas de la época. Creó la llamada hoy Ley Sáenz Peña. Contó para elaborarla con la colaboración de su Ministro del Interior, Indalecio Gómez.

Con la citada ley instaló el voto secreto para garantizar la libertad del elector, y también obligatorio, para que no se eludiera la responsabilidad de elegir a los gobernantes. Aclaremos que el voto era sólo masculino y adulto. Pero que representó un gran adelanto para su época. Además por ella, quedó definitivamente enterrado el fraude electoral.

Tenía menos de 40 años, 20 antes de ser elegido Presidente de la Nación, cuando lo postularon para ese cargo, por un partido llamado Autonomista.

Aceptó el honor, pero poco después se enteró que su padre, Luis Sáenz Peña, había sido propuesto, también para presidente, por el partido oficial.

Reunidos padre e hijo, se entabló este diálogo:

-Padre. Sé que Ud. ha sido propuesto para Presidente de la Nación, (en esa época los hijos no tuteaban a sus padres).

-Sí, hijo. Y sé que tú también serás candidato por tu partido.

-No padre. Yo no seré candidato.

-¿Cómo, hijo?. Si he leído que has aceptado el cargo.

Y el jóven Roque finalizó diciendo:

-Renunciaré, porque el honor más grande de la tierra, no me alcanzaría a atenuar mi dolor por el hecho de disputarle a Ud. una candidatura, por la que sé que luchó muchos años. No le daré a usted, padre, mi apoyo públicamente, pues me debo a mi partido, pero rezaré por su triunfo, porque lo sé noble y capaz y será sin duda más útil que yo para presidir los destinos de la Patria.

El llanto de Luis Sáenz Peña (padre) interrumpió el diálogo entre dos hombres de bien.

Cuando Roque tenía 28 años y ya abogado, se libró la Guerra del Pacífico entre Chile por un lado, contra Perú y Bolivia. Roque Sáenz Peña, se incorporó al ejército peruano y lo nombraron Teniente Coronel. Chile logró derrotar a la alianza entre Perú y Bolivia. Sáenz Peña, el abogado militar, es cayó prisionero y llevado a Chile, aunque fue liberado al poco tiempo. Pocos años antes de ser elegido Presidente de la Nación, el gobierno peruano honró a Roque Sáenz Peña con el ascenso a General del Ejército de ese país.

El 31 de marzo de 1912, estando todavía en ejercicio de la Presidencia tuvo la emoción de presenciar los primeros comicios realizados en nuestro país.

Un 9 de agosto de 1914, murió en su tierra natal, Buenos Aires, a los 63 años, este preclaro ciudadano. Fue estadista, diputado, profesor universitario y en cada cargo dejó el sello de su talento y de su hombría de bien.

Y cierro con un aforismo para Roque Sáenz Peña: "La vida es un laberinto, pero los iluminados, conocen la salida".

Publicado en Diario "La Prensa".

http://www.laprensa.com.ar/503338-Un-preclaro-ciudadano.note.aspx

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