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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, octubre 17, 2022

Relato salvaje: lo que ocurrió el 16 y 17 de octubre de 1945.

 


17 de octubre: Perón nunca estuvo detenido, ni fue liberado por nadie.

El peronismo engendró la idea de que el “rescate” de Domingo Perón de la isla Martín García, el 17 de octubre de 1945, fue una gesta tan grande como la Revolución de Mayo.

Desde 1947 a 1955, esa fecha era feriado nacional, y era enseñada en todas las escuelas.

“Una multitud pidió en Plaza de Mayo la libertad de Perón”, tituló el diario Clarín su tirada del día posterior a la marcha.

Sin embargo, Perón nunca estuvo detenido. Por lo tanto, nunca fue liberado por nadie.

Era, por el contrario, el más firme candidato que el régimen militar podía exhibir para representarlo en las elecciones presidenciales que había anunciado para el año siguiente.

“Perón ya no es un peligro”

El 12 de octubre de 1945, periodistas que entrevistaban a quien lo había reemplazado en el Ministerio de Guerra, le preguntaron qué había de cierto sobre los rumores de que Perón, quien había renunciado a sus cargos de ministro de Guerra y vicepresidente de la Nación, había sido detenido y recluido en algún lugar.

El nuevo ministro, general Ávalos, les contestó: “No lo he visto, y que yo sepa, no”.

Y era verdad: no estaba detenido. El día anterior a la tarde había viajado a Florida con su pareja Eva Duarte; pasaron la noche en casa de un amigo, al día siguiente, 12, siguieron viaje a una de las islas del Tigre, donde se alojaron en la casa de verano de otro amigo, el empresario alemán y dirigente nazi Ludwig Freude.

En horas de la mañana de ese mismo día, tres generales y tres almirantes, todos ellos reconocidos enemigos de Perón, se reunieron en el Círculo Militar con el nuevo ministro de Guerra, general Ávalos. Eran los generales Orlando Peluffo, Alberto Gutiérrez y Abraham Quiroga; el vicealmirante Héctor Vernengo Lima, y los contraalmirantes Leonardo Mc Lean, Francisco Clarizza y Juan Smith.

Durante la reunión, le pidieron al ministro “la detención y procesamiento militar del coronel Perón”.

Directamente, reclamaron que se hiciera “desaparecer todo vestigio del régimen impuesto por el ex vicepresidente y ex titular de la cartera de Guerra”. Estos mismos militares concurrieron seguidamente a la Casa de Gobierno para reunirse con el presidente Farrell, ante quien formularon los mismos pedidos.

Fuera del Círculo Militar, comenzaron a llegar manifestantes contrarios a Perón y al gobierno militar.

“Fustigando muchos de los presentes la actuación del ex vicepresidente Perón”, estos manifestantes también reclamaron a los gritos la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia”.

Finalmente lograron otra de las cosas que estaban pidiendo: que salieran al balcón aquellos generales y almirantes que habían ido a hablar con Ávalos y Farrell. En representación de los mismos, habló el vicealmirante Héctor Vernengo Lima. Entre otros anuncios, enfatizó: “El coronel Perón ya no es un peligro”.

Dijo, seguidamente: “Les comunico que todo el gabinete ha renunciado, y tengo la palabra del general Farrell, del Ejército y de la Marina de hacer responsables a los culpables de todos estos inconvenientes, especialmente al coronel Perón”.

Efectivamente, minutos después desde la Secretaría de la Presidencia de la Nación se emitió un comunicado anunciando que todos los ministros habían renunciado.

Se perfila el 17 de octubre

En la madrugada del día 13, llegó al chalet donde se encontraba Perón, en el Delta del Tigre, el jefe de Policía, coronel Mittelbach, para decirle que Farrell le había ordenado que lo lleve de regreso a la capital

Ya en su casa, alrededor de las 2 de la madrugada llegó el subjefe de Policía para invitarlo a trasladarse a la cañonera “Independencia”.

El jefe interino de la Policía Federal, coronel Mittelbach, emitió el siguiente comunicado: “En las primeras horas del día de hoy fue detenido el coronel don Juan Perón, siendo conducido a un barco de guerra de la Armada, donde se encuentra alojado”.

En quella misma cañonera lo llevaron a la isla Martín García donde, a falta de un alojamiento mejor, se le destinó la vivienda que se usaba para detenidos militares.

El 13 de octubre, miles de partidarios suyos se concentraron frente al Círculo Militar.

El 14 de octubre de 1945, desde su alojamiento en la Isla Martín García y pese a que no estaba allí “confinado” como él decía sino para protegerlo de una parte de las Fuerzas Armadas interesada en eliminarlo incluso físicamente, Perón envió éste mensaje al general Avalos:

“Comunico al señor ministro que el día 12 de octubre a la noche he sido detenido por la Policía Federal, entregado a las fuerzas de la Marina de Guerra, y confinado en la Isla Martín García. Como todavía soy un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa, como asimismo las causas por las cuales he sido privado de libertad y sustraído a la jurisdicción que por ley y mi estado militar me corresponde, solicito quiera servirse ordenar se realicen las diligencias del caso para esclarecer los hechos, y de acuerdo a la ley disponer en consecuencia mi procesamiento, o proceder a resolver mi retorno a jurisdicción y libertad, si corresponde. Juan Perón. Coronel”.

El 16 de octubre, el Ministerio de Guerra emitió un comunicado aclarando que, en la isla Martín García, Perón no estaba detenido. Textualmente, el escrito expresaba:

“El Ministerio de Guerra de la Nación, ante la diversidad de versiones circulantes respecto a la situación del coronel don Juan Domingo Perón, hace saber a la población que el mencionado oficial superior no se encuentra detenido. Solamente se han adoptado medidas de seguridad que se consideran convenientes para su persona y que responden a la situación de intranquilidad propia del momento”.

Siempre durante ese día 16 de octubre, aparecieron en Londres declaraciones del ministro de Guerra, general Ávalos, hechas al corresponsal en la Argentina de esa agencia noticiosa inglesa.

Consultado sobre la situación en que se encontraba el coronel Perón, respondió:

“Perón fue invitado a trasladarse a la isla Martín García, en nombre del Presidente de la República y en el mío propio, a fin de evitar que se cometiera algún atentado contra él.

No es un secreto que querían atacarlo y que el pasado 19 de septiembre la multitud pedía a gritos su cabeza. Yo hice la revolución con el coronel Perón y, además, soy ministro de Guerra: jamás hubiera cargado con la responsabilidad y la vergüenza de un atentado.

Por lo demás, afirmo como ministro de Guerra que no hay ningún cargo contra el coronel Perón. Por lo tanto, los rumores que circulan sobre que está detenido no son más que eso: rumores sin valor”.

Efectivamnte, tanto era así que el 17 de octubre de 1945, temprano a la mañana Perón ya estaba otra vez en Buenos Aires, supuestamente enfermo e “internado” en el Hospital Militar Central.

Columnas de trabajadores se concentraron frente a ese lugar, y algunos de ellos intentaron entrar por la fuerza al mismo, “para ver al coronel”. De adentro salió el sacerdote J. Carreras, quien, tras asegurar que el militar no estaba allí en calidad de detenido pidió a los manifestantes que se dispersaran tranquilos.

El gentío decidió entonces que una delegación entrara a “comprobar el estado” del militar. L delegación no fue autorizada a ingresar, y se retiró “tras recibir seguridades de que el coronel se encuentra bien y en libertad”.

Más tarde, se conformó otra delegación integrada con afiliados de la Unión Ferroviaria, la cual sí logró verlo. Al retirarse, informaron a los demás que “efectivamente, como lo dijo el sacerdote Carreras, el coronel está bien y en libertad”.

Ya en horas de la tarde, densas columnas obreras siguieron llegando a la Plaza de Mayo, en tanto que reiteradamente se iba pasando por todas las emisoras de radio un comunicado informando que el coronel Perón no estaba preso, sino en libertad.

A las 21 de ese día, el procurador general de la Nación, doctor Juan Álvarez, le propuso al presidente Farrell estos nombres –todos civiles- para la constitución de un nuevo gabinete: doctor Alberto Hueyo (Hacienda), doctor Isidoro Ruiz Moreno (Relaciones Exteriores y Culto), doctor Jorge Figueroa Alcorta (Justicia e Instrucción Pública), e ingeniero Antonio Vaquer (Obras Públicas).

A las 21,30, se escuchó también por radio éste comunicado de la Secretaría de la Presidencia de la Nación:

“1°)- El señor Presidente de la Nación va a sostener una conferencia con el señor coronel Perón.

2°)- El gabinete futuro consultará los altos intereses y nobles aspiraciones del pueblo.

3°)- El coronel Perón hablará en cadena a todo el país alrededor de las 23 horas”.

 Perón nunca estuvo detenido

Perón nunca estuvo detenido. Fue una bola que él mismo echó a correr, pero su mentira terminó convirtiéndose en un dogma de fe peronista, y hasta llegó a ser materia de enseñanza obligatoria en las escuelas.

Desde el muelle de la isla Martín García, se embarcó a las 3:30 de la madrugada rumbo a Buenos Aires. Llegó a las 6:40 y se alojó en el departamento del capellán del Hospital Militar.

¿Qué sentido tenía la marcha de ese 17 de octubre, si desde las primeras horas de la mañana Perón ya estaba nuevamente en Buenos Aires?

Al mediodía, almorzó con el teniente coronel Domingo A. Mercante, otro que supuestamente estaba detenido en Campo de Mayo pero que fue “liberado a pedido del coronel Perón”.

¿Habrá alguien que crea esto de un detenido pidiendo la liberación de otro detenido para almorzar con él?

Por la tarde, el “detenido” recibió a varias delegaciones de obreros y empleados traídos por dirigentes gremiales que, según un comunicado del Partido Socialista, eran “asalariados de la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cargo de Perón hasta pocos días atrás”.

También lo vino a ver el capitán Héctor Francisco Russo, quien, según una información radial, “acaba de ser liberado en Campo de Mayo, igualmente a pedido del coronel Perón”.

De nuevo, ¿un detenido pidiendo la libertad de otro detenido para que lo venga a ver?

Esa misma tarde, el “detenido” Perón habló por teléfono con el mismísimo presidente Farrell, además de seguir recibiendo las visitas del ministro de Obras Públicas (general Pistarini, que después, ya como presidente constitucional, seguiría siendo su ministro de Obras Públicas), y el titular de la cartera de Guerra, general Ávalos.

Llegada la noche, Perón se trasladó a la residencia presidencial, “donde el primer magistrado lo recibió con un afectuoso y cordial abrazo, exponente de la antigua vinculación que los une”.

¿Un “detenido” siendo recibido “con un afectuoso y cordial abrazo” por un Presidente de la Nación?

A las 22,30, Perón llegó a la Casa Rosada, donde mantuvo una segunda reunión con Farrell, del que participaron también varios ex ministros y algunos jefes militares.

En ésta reunión se analizaron los nombres propuestos por el procurador de la Nación para el nuevo gabinete, y se discutieron nombres de candidatos para la Jefatura de Policía y de la Dirección de Correos y Telecomunicaciones, entre otras dependencias gubernamentales.

Otra vez: ¿un “detenido” analizando en la Casa Rosada con el Presidente y altos jefes militares cómo formar el nuevo gabinete, y con quienes cubrir varios organismos gubernamentales?

A las 23 el “detenido” Perón apareció en los balcones orientados hacia la calle Balcarce, acompañado del mismísimo Presidente, el ministro de Obras Públicas, otras autoridades gubernamentales, jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas.

El primero en hablar fue el presidente Farrell, quien exclamó, refiriéndose al “detenido”: “¡Otra vez, junto a ustedes, el hombre que ha sabido ganar el corazón de todos: el coronel Perón!”.

Finalmente, habló Perón, quien comenzó diciendo que tenía tres honras en su vida: “la de ser soldado, la de ser patriota, y la de ser el primer trabajador argentino”.

Ya cerca de la medianoche, se dio por terminado el acto, y la multitud se dispersó.

Terminado el acto, el presidente Farrell y el “detenido” Perón pasaron al despacho presidencial, donde sostuvieron una reunión de una hora de duración con los jefes de las distintas unidades de Campo de Mayo.

(Por Vidal Mario, periodista, escritor, historiador).

https://www.chacoahora.com/nota.asp?id=63548&t=17-de-octubre-Peron-nunca-estuvo-detenido-ni-fue-liberado-por-nadie

Relato salvaje: lo que ocurrió el 16 y 17 de octubre de 1945.

Por Vidal Mario

(QUINTA NOTA)

Una intensa propaganda peronista ha vestido vistió los hechos del 16 y 17 de octubre de 1945 con vestidos hechos de mitos, gestos heroicos que jamás existieron, y romanticismo puro.

Al respecto, un antiguo cuadro muestra a una madre que en medio de los obreros lleva de la mano a su hijita primorosamente peinada y vestida como para una fiesta de cumpleaños.

Pero las cosas que ocurrieron en esos días en realidad fueron de un innecesario salvajismo.
Sintetizando lo ocurrido en esas dos jornadas, el semanario comunista “Orientación” informó: “El malevaje peronista, repitiendo escenas dignas de la época de Rosas y remedando lo ocurrido en los orígenes del fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era arrojándose contra la población inocente, con la colaboración de la policía, que entregó la calle al peronismo bárbaro y desatado”.

La Unión Cívica Radical, a su vez se manifestó así: “Ultrajaron a la ciudadanía con la ayuda policial, en un espectáculo de vergüenza como nunca ha presenciado la Nación”.

El desarrollo de los hechos

Los hechos del 16 y 17 de octubre de 1945 comenzaron a desencadenarse el viernes 12 de ese mes, cuando el coronel Héctor David Mercante (“corazón de Perón”, futuro gobernador de Buenos Aires) convocó a numerosos dirigentes sindicales para proponerles una huelga general exigiendo la reposición de Perón en sus cargos.

Fueron a votación: 21 votaron a favor de la huelga, 19 en contra, y el paro fue fijado para el 18.
Ese mismo día viernes 12, en horas de la tarde, miles de antiperonistas se concentraron en la plaza San Martín, frente al Círculo Militar, para reclamar la renuncia de todo el gobierno, la entrega del poder a la Corte Suprema, y el llamado a elecciones.
Uno de sus cánticos, entonado al ritmo de la canción “La cucaracha”, decía: “Perón y Farrell/ Perón y Farrell/ ya no pueden caminar/ porque no tienen/ porque no tienen/ el apoyo popular”.

La policía montada dirigida por el propio jefe de policía, coronel Aristóbulo Mittelbach (futuro gobernador de Santiago del Estero por el Partido Laborista), los atacó con sus sables de caballería y los dispersó. Pero a las nueve de la noche se desencadenó en el lugar un tiroteo que dejó como saldo numerosos heridos y la muerte del médico Eugenio Luís Ottolenghi, quien murió de un disparo en el corazón.

A la medianoche de aquel viernes 12, el coronel Mittelbach fue a Tres Bocas para comunicar a Perón, quien seguía en la casa veraniega del alemán Freude, que por su seguridad lo iba a trasladar a un buque de la Armada. El coronel se negó a subirse a la nave alegando que eso lo sacaba de la jurisdicción del Ejército y lo ponía en jurisdicción de la Marina, con la que mantenía una conocida enemistad.

El sábado 13, los diarios se hicieron eco de la muerte del doctor Ottolenghi, señalado como un mártir caído “en defensa de la democracia y la libertad”. Ese día, Farrell aceptó la renovación de parte de su gabinete, con la excepción de dos de sus miembros.

Ese mismo sábado Perón regresó a Buenos Aires y se instaló en su departamento de Posadas 1567.
Su viejo amigo Farrell dispuso que lo llevaran a la isla Martín García. El encargado de hacerlo fue el subjefe interino de policía, mayor Héctor D’Andrea, quien llevó a Perón al puerto y lo embarcó en el buque “Independencia”. El diario “Crítica” anunció: “El coronel Perón ya no constituye un peligro para el país”.

Su pareja, Eva Duarte, se refugió en casa de una amiga, la actriz italiana Pierina Dealessi, y después en el departamento de su hermano Juan Duarte. Con lo que tenemos que el mito de que ella organizó la marcha del 17 de octubre es solamente eso: un mito.

Lo máximo que hizo fue viajar a Junín con su hermano Juan para darle un poder a los abogados Juan Álvarez Rodríguez y Ramón Subiza (futuro ministro de Perón) con vistas a un recurso de habeas corpus en favor de Perón, a esas horas ya en la isla Martín García.

Dicho poder quedó registrado en la escribanía de Hernán Ordiales, el mismo que como juez civil una semana después (22 de octubre de 1945) casó a Juan Domingo Perón y Eva Duarte tras una falsificación de la partida de nacimiento de ésta, que ya es otra historia.

Gremios contra gremios

El domingo 14, el capitán-cirujano Miguel Ángel Mazza, médico personal de Perón, fue a verlo. Ésta visita fue clave –más que todas las marchas juntas- para el regreso de Perón a Buenos Aires.
El lunes 15, los trabajadores de los frigoríficos de Berisso y Ensenada agrupados en el Sindicato de Obreros de la Carne y conducidos por Cipriano Reyes salieron a las calles con carteles y banderas reclamando la inmediata liberación de Perón.

Sin embargo, así como había gremios reclamando que liberen a Perón, otros sindicatos querían que el mismo siga detenido. Entre los que se oponían a la liberación del coronel figuraban la Asociación de Empleados de Farmacia, Unión de Empleados de Comercio e Industria, Unión Obrera de la Capital Federal, Federación Obrera del Vestido, Unión Obrera Textil, Unión de Obreros Curtidores, Comisión de Empleados Bancarios Democráticos, Sindicato Obrero de la Unión del Calzado, y Sindicato de Obreros y Empleados de YPF.

El comité ejecutivo del Partido Socialista tampoco quería que lo liberen. Por el contrario, en un comunicado exigió que “sean extirpados de raíz los elementos complicados con Perón y sean destituidas sus bases de operaciones en la administración pública”.

El Partido Comunista también salió a denunciar en un comunicado “los desmanes cometidos por elementos peronistas a través de bandas armadas dirigidas por Cipriano Reyes”.

El día 16, Cipriano Reyes organizó una gran movilización frente a las puertas del sindicato. Desde ese lugar, miles de personas se pusieron en marcha. Cruzaron el puente Berisso-Ensenada rumbo a las destilerías de YPF. El objetivo era sacar a los obreros de las mismas y sumarlos a la movilización, pero desistieron al ser interceptados por el cuerpo de marineros que custodiaba el lugar.
En horas de la tarde de ese día 16, el gremio ferroviario “La Fraternidad” emitió un comunicado en contra de las movilizaciones y paros que se producían por todas partes.

A su vez, la Federación Obrera de la Carne conducida por el comunista José Peter (uno que siempre se mostró “inconmovible a la seducción del coronel”) informó que “bandas armadas encabezadas por Cipriano Reyes han impedido la entrada a los obreros del frigorífico Wilson”, y convocó a los trabajadores a unirse “en contra de las maniobras del nazi-fascismo”.

17 de octubre, un día de furia

La marcha del 17 de octubre de 1945 comenzó a media mañana, y ante el avance de las formaciones obreras sobre la capital el coronel Gerardo Gemetro, jefe del Regimiento 10 de Caballería, pidió autorización para detenerlos. Extrañamente, no fue autorizado.

Parte de los manifestantes se dirigió a la sede del Hospital Central Militar, en uno de cuyos pisos superiores estaba Perón desde las primeras horas de esa mañana.

En Ensenada y Berisso imperaba una huelga general con bloqueo de repartos de alimentos. Cortaron los servicios de ómnibus y lanchas que unían a ambas ciudades, y cesaron las clases en las escuelas.
En esas mismas ciudades, los diarios con noticias sobre los intentos que se hacían para formar un gabinete antiperonista fueron retirados de los kioscos y arrojados al río. Una columna de manifestantes atacó y destrozó la agencia del diario “La Prensa”, los locales de la casa de óptica Lutz Ferrando, y la editorial de Jacobo Peuser, empresa donde, irónicamente, años más tarde se imprimiría “La razón de mi vida”.

Otra columna convergió sobre La ¨Plata”, recorrió sus calles en ruidosas manifestaciones, tomó por asalto colectivos, y preparó camiones para dirigirse a la capital.

También atacaron los clubes Gimnasia y Esgrima y Estudiantes, así como el Jockey Club. Después asaltaron y saquearon la casa del doctor Alfredo Calcagno, rector de la Universidad de La Plata.
En la misma ciudad, enardecidas columnas atacaron los diarios “El Día” y “El Argentino”, volcaron automóviles estacionados en las calles, rompieron las vidrieras de “Casa Pernas”, y robaron mercaderías.

La Cámara de Comercio, Propiedad e Industria mandó con carácter de urgente un telegrama al Ministerio del Interior para denunciar esto: “Personas al grito de ¡Viva Perón! obligaron al comercio y establecimientos industriales de La Plata, Ensenada y Berisso a cerrar sus puertas y exigieron a los obreros que abandonaran sus tareas”.

Efectivamente, en su marcha hacia la capital las columnas iban provocando el cierre de los comercios.

Cuando el gentío llegó a los puentes sobre el Riachuelo encontraron que estaban levantados. Invadieron entonces en botes, lanchones y balsas la zona de Avellaneda, donde cortaron las calles con rieles que estaban depositados para cambios en la red de tranvías. Detuvieron los trenes, obligaron a los pasajeros a bajarse y a las formaciones a retroceder. Por si intentasen volver a avanzar rompieron las señales y bloquearon las vías. En Estación Constitución, ante la mirada pasiva de la policía, rompieron ventanillas y provocaron desmanes en el Hall y en los andenes.

Al mediodía, entraron a la capital. Miles de personas coparon Plaza de Mayo. Es famosa la foto de gente en mangas de camisas y los pies dentro de las fuentes. En una época en que los hombres se ponían sacos hasta para ir al almacén de la esquina, eso era inconcebible. Tanto que fue calificado por el vespertino “Crítica” de esa misma tarde como “un atentado contra el buen gusto y contra la estética ciudadana”.

Esa noche, Farrell lo hizo llamar a Perón en la residencia presidencial de Palermo. De allí lo llevó nada menos que al balcón de la Casa de Gobierno. A las 23,10, le habló a su gente.

“Día de San Perón”

A la una de la madrugada del día 18, cuando las columnas de manifestantes comenzaron a desconcentrarse, una de ellas enfiló hacia el diario “Crítica”, intentaron tomarlo por asalto, pero fueron rechazados a tiros por los propios empleados. Ese tiroteo dejó como saldo numerosos heridos y la muerte de Darwin Pasaponti, de sólo 17 años.

Ese día 18, toda la provincia de Buenos Aires se paralizó. No había escuela, fábricas abiertas, bancos, espectáculos, oficinas públicas y privadas, comercios, clases y restaurantes. Todo estaba cerrado, y el transporte tampoco funcionaba. ¿Por qué estaba todo así? Porque el día anterior, el 18 de octubre había sido declarado “Día de San Perón”.

Como si fuera un 9 de julio o un 25 de mayo, desde 1946 hasta 1955 el 17 de octubre era feriado nacional y tema de enseñanza obligatoria en todas las escuelas del país.

https://www.chacoahora.com/nota.asp?id=51742&t=Relato-salvaje-lo-que-ocurrio-el-16-y-17-de-octubre-de-1945

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