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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

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miércoles, febrero 28, 2024

Almafuerte: poeta precursor del vanguardismo en la Argentina.

Almafuerte: poeta precursor del vanguardismo en la Argentina.

El 28 de febrero de 1917 fallece Pedro Bonifacio Palacios, conocido como "Almafuerte".

Considerado como uno de los escritores más destacados de su generación y como uno de los «cinco sabios» de la ciudad de La Plata, junto a Florentino Ameghino, Juan Vucetich, Alejandro Korn y Carlos Spegazzini.

... ... ...

"No te des por vencido, ni aún vencido": Almafuerte, el poeta de los corazones sencillos.

Criticado por un sector “culto” de la sociedad de su época. Amado por trabajadores, trabajadoras, el pueblo humilde. Pedro Bonifacio Palacios, “Almafuerte”, poeta, periodista y docente.

¿Quién no pronunció o escuchó pronunciar alguna vez la frase, “no te des por vencido ni aún vencido”? Pedro Bonifacio Palacios, más conocido por su seudónimo, Almafuerte, fue quien la dejó para la posteridad, afincada en la cultura popular argentina.

“No te des por vencido, ni aún vencido; No te sientas esclavo, ni aún esclavo. Trémulo de pavor siéntete bravo. Y arremete feroz, ya malherido”, dice el verso completo del poeta, docente y periodista, que murió un 28 de febrero de 1917 en la ciudad de La Plata.

Su seudónimo dio nombre a la banda de heavy metal liderada por el fallecido Ricardo Iorio, que además le dedicó una canción en su tercer álbum, también llamado Almafuerte.

Es considerado uno de los cinco sabios de la capital bonaerense, junto a Florentino Ameghino, Juan Vucetich, Alejandro Korn y Carlos Spegazzini.

Su trayectoria se caracterizó por cuestionar al poder y empatizar con los sectores humildes y oprimidos. Esto le trajo problemas con distintos gobiernos que, según se cuenta, hasta lo apartaron de cargos docentes por diferencias políticas.

Tuvo otros seudónimos como Plutarco, Bonifacio, Uriel o Juvenal, pero sin duda Almafuerte fue el más representativo y en el que condensó lo fundamental de su pensar y su sentir.

“Como todo gran poeta instintivo, nos ha dejado los peores versos que cabe imaginar, pero también, alguna vez, los mejores”, dijo Jorge Luis Borges, sobre el poeta Almafuerte.

Nació en un rancho de La Matanza, provincia de Buenos Aires, el 13 de mayo de 1854. Su padre, Vicente Palacios, y su madre, Jacinta Rodríguez, tuvieron cuatro hijos más: Juan Bautista, Manuel, José Abel y Trinidad.

Cuando Almafuerte tenía cinco años perdió a su madre. Al poco tiempo su papá lo abandonó al cuidado de familiares. A los siete años se muda a Buenos Aires con su tía, Carolina Palacios. Allí cursó sus primeros estudios. Fue a una escuela religiosa de Pilar en la que llegó a ser preceptor y se volcó a la práctica del dibujo. A los dieciséis años, después de una desilusión amorosa, comienza a vivir solo y se mantiene económicamente con un cargo de ayudante de escuela.

La pasión literaria se despertó muy joven en él, al mismo tiempo que se dedica a la docencia y trabaja en distintas escuelas. Desde su juventud también expresa una especial atracción por la pintura, incluso se ganó la vida muchas veces como profesor de dibujo y retratista. De hecho solicitó una beca para perfeccionar sus estudios en Italia, que le fue negada.

La poesía, la docencia y el periodismo fueron sus principales ocupaciones. Vivió de pueblo en pueblo, pasando por 25 de Mayo, Salto,Trenque Lauquen, Chacabuco, Mercedes. En cada lugar dejó huella.

Escribir en el diario El Pueblo le otorgó reconocimiento y prestigio. También fue bibliotecario y traductor.

En 1876 pasó por la escuela del barrio de Balvanera y fundó junto a otros jóvenes el centro juvenil Manuel Belgrano.

Almafuerte: despreciado desde arriba, amado desde abajo.

“Nebulosas y contradicciones permiten afirmar que Almafuerte es la figura más extraña de nuestras letras”, señala el blog del Museo Almafuerte, que lo describe como un destacado entre sus contemporáneos: “Ni los más elegantes y correctos de entonces (Calixto Oyuela, Leopoldo Díaz, Rafael Obligado) pudieron sobrepasar el frío recuerdo de los diccionarios y las enciclopedias. Almafuerte quedó más allá. Quedó en la mofa o en la admiración, pero nunca en la indiferencia. Todavía hoy es motivo de polémica y admiración. Por eso mismo, tal vez lo que lo distinga no sea exactamente su poesía, sino la actitud de su poesía. En un medio dominado en parte por la sombra de Lugones y en parte por la influencia anglofrancesa, en nuestra literatura, una actitud como la de Almafuerte, no pudo menos que escandalizar”.

En su época, un sector “culto” de la sociedad despreciaba sus poemas. En cambio, el pueblo sencillo, los taberneros, mozos de cuadra, campesinos, trabajadores y obreros, lo querían. Vivió siempre en condiciones humildes y jamás dudó en ser solidario con quienes más lo necesitaban.

La trayectoria artística y laboral de Almafuerte en su tiempo político.

1874 fue el último año de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, figura con la que Almafuerte se identificaba. Mitre y Alsina encabezan los dos principales partidos que se disputaban el poder, ambos resistidos en las provincias. En medio de una tensa situación política, triunfa la candidatura del tucumano Avellaneda, con apoyo del autonomismo.

“De acuerdo con Alsina -ministro de Guerra y Marina del nuevo gobierno- Avellaneda promete una política conciliatoria. Pero el caudillo del autonomismo, de quien Almafuerte es partidario, muere en 1877 y es reemplazado por Roca. Ante la convicción de que una grave crisis moral se cierne sobre la nación, el poeta decide alejarse de Buenos Aires”, según relata la biografía del Museo Almafuerte.

A partir de ese momento deambuló solo y sin recursos, por distintos pueblos de la provincia como maestro, director de escuela y periodista.

Cuando estaba en Chacabuco, recibió la visita de Sarmiento. “Cuando la pampa se haya poblado –le dice el poeta- me iré de maestro a Chubut”.

En 1887 se instaló en La Plata, donde desarrolló una intensa labor periodística en la redacción del diario Buenos Aires y después de la Revolución del 90, como redactor y director de El Pueblo.

A partir de entonces firma todos sus artículos y poemas con el seudónimo Almafuerte.

Tenía casi 40 años cuando La Nación publicó por primera vez un poema suyo, que fue reproducido en El Globo de Madrid con un comentario elogioso. En Salto escribe Olímpicas, Nocturno, Cristianas, y da forma final a La sombra de la Patria.

En 1896, tras más de 20 años de docencia, la Dirección General de Escuelas lo declara cesante. Sus necesidades se vuelven apremiantes. Durante un tiempo se desempeña en distintos cargos burocráticos que le permiten seguir escribiendo. Así nacen las Milongas clásicas, el Prólogo de Apóstrofes, el Cantar de los Cantares.

Hacia 1900 Almafuerte reside en humildes viviendas de Buenos Aires. Gálvez conoció una de sus moradas sobre calle Cuyo y escribió: “…merecía ser descripta por Dickens. La entrada era la de un cafetín inmundo. Había que pasar por allí para llegar a un cuarto sin luz, en dos de cuyos rincones tenebrosos se advertían sendas camas”.

En 1904 termina la segunda presidencia de Roca“el alma más negra que tiene la República”, según decía Almafuerte. En vísperas de las elecciones, el poeta apoya la candidatura de Marco Avellaneda. Luego del triunfo de Quintana, candidato oficial, Almafuerte se radicó para siempre en La Plata. De esta época son tres de sus más célebres composiciones: Gimió cien veces, Confiteor Deo y El misionero.

Los últimos años del poeta.

1906 y 1907 son años dramáticos. Sin recursos económicos, cae en una honda postración y su pobreza se volvió extrema. Recurrió a la bebida. Sin embargo, aún en esa situación adoptó cinco hermanos, a quienes protegió como hijos. Hasta donó sus pocos muebles a un joven matrimonio que no se podía casar porque no tenía nada. Escribe su libro Lamentaciones y sus Sonetos medicinales. Más adelante intenta publicar sus obras completas pero no lo logra. Realiza lecturas públicas de sus poemas y giras por los pueblos de provincia.

A partir de 1910 pareció recuperarse, siendo requerido como orador. En 1913 ofreció en el teatro Odeón de Buenos Aires un ciclo de lecturas de sus Poemas y Evangélicas. La propuesta se extendió a otros pueblos. En 1914 recibió un homenaje del Colegio Nacional de la Universidad de La Plata, junto a los poetas Carlos Guido Spano y Rafael Obligado.

Su salud se debilita. En 1916 el Congreso le concede una pensión vitalicia de doscientos pesos, que Almafuerte nunca pudo cobrar. La tarde del 28 de febrero de 1917, a los 63 años, murió como vivió: solo. Sin embargo, en su sepelio recibió el profundo homenaje del pueblo y autoridades.

Ricardo Rojas y muchas otras figuras de la literatura argentina lo recordaron con discursos. Según el blog del Museo Almafuerte, en su entierro un cronista relató:

Algunas gentes humildes, hombres y mujeres del pueblo, se detenían, silenciosamente y conmovidas, a contemplar la tumba de Almafuerte. Las mujeres se apoderaban furtivamente de algunas flores y se las llevaban ocultas entre sus ropas (...) La intuición de los corazones sencillos sabía que allí quedaba uno de los suyos, que sintió sus dolores cotidianos y sus heroísmos anónimos, fuera o no un neurópata, según los científicos sostuvieran, estuvieran o no sus versos rotundos y sus prosas lapidarias dentro de la norma y el mal gusto de los retóricos”.

El Museo Almafuerte está ubicado en la casa que habitó y donde pasó sus últimos días Pedro B. Palacios, en la ciudad de La Plata (avenida 66 N°530)

Frases de Almafuerte

“Quiero ser esas manos invisibles que manejan por si la creación, y formar con tus sueños y los míos otro mundo mejor para los dos”.

“Triste como el destello de la luna, solo, como la luna solitaria, es el recuerdo de ese amor maldito, como mi alma”.

“Padre“¡Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de su muerte!”.

“No digas tu verdad ni al más amado, no demuestres temor ni al más temido, no creas que jamás te hayan querido por más besos de amor que te hayan dado”.

“Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas: no han de ser tus caídas tan violentas ni tampoco, por ley, han de ser tantas”.

¡Piu Avanti!

“Piu Avanti” - Poema completo

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…

¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

Obra literaria de Almafuerte

Algunas de sus publicaciones fueron:

Lamentaciones (1906)
Siete sonetos medicinales (1907)
Evangélicas (1915)
Poesías (1916)
Poesías Completas (1917)
Nuevas Poesías (1918)
Milongas clásicas, sonetos medicinales y Dios te salve. Discursos (1919)
La inmortal
El misionero (1911)
Trémolo
Cantar de los cantares
La sombra de la patria.

https://www.laizquierdadiario.com/No-te-des-por-vencido-ni-aun-vencido-Almafuerte-el-poeta-de-los-corazones-sencillos

viernes, marzo 01, 2019

Pedro Bonifacio Palacios (San Justo, Argentina, 13 de mayo de 1854 - La Plata, Argentina, 28 de febrero de 1917), conocido también por el seudónimo de Almafuerte.

El poeta de la adversidad.


Aunque su obra poética abunda en versos de amores sensuales, besos furtivos y despedidas desencantadas, el poema que lo consagró en la memoria popular recuerda la lucha desde muy joven de Pedro Bonifacio Palacios contra la adversidad. Huérfano, pintor frustrado, docente en medios carenciados de jóvenes humildes, (a los que llamaba "la chusma sagrada"), cultivó su vocación de bardo bajo el pseudónimo de Almafuerte, nombre que bien refleja su actitud ante el infortunio, como expresa en su poema más célebre, "Piu avanti" ("Sonetos medicinales"), "No te des por vencido ni aún vencido". Este es un recuerdo al docente que abrigaba sus noches de frío con una bandera argentina.

POR OMAR LÓPEZ MATO.

Pedro Bonifacio Palacios, nació en La Matanza, provincia de Buenos Aires, el 13 de mayo de 1854. Su niñez fue marcada por la muerte de su madre, doña Jacinta Rodríguez, y el abandono de su padre, Vicente Palacios. Con solo cinco años quedó al cuidado de unos parientes.
Estudió en Buenos Aires, y con apenas 16 años ejerció la docencia en la parroquia de la Piedad. Siendo profesor de dibujo pidió a la Legislatura una beca para estudiar pintura en Europa, pero la suerte, una vez más, le fue esquiva.
Durante años ejerció la docencia, fue director de la escuela de Mercedes y preceptor en Chacabuco, donde recibió a Domingo Faustino Sarmiento, en 1884, con un notable discurso.
Desarrolló su tarea como periodista usando varios pseudónimos en varias publicaciones de la época, Oeste, Buenos Aires, El Pueblo. Fundó El Progreso, periódico donde firmaba sus artículos como Platón, Juvenal, Isaías, Job, Bonifacio y otros.
Durante la revolución de 1890, apoyó a la Unión Cívica.
En 1892 le envió a Bartolomé Mitre, entonces director de La Nación, una poesía firmada con el nombre de “Almafuerte”. El texto fue publicado dando comienzo a su larga carrera literaria. “La sombra de la patria”, otro poema muy difundido, incrementó su prestigio, ya que dicha obra había llegado a España, donde críticos como Emilio Castelar elogiaron su pluma.
Después de haber ejercido la docencia durante años, la Dirección General de Escuelas decretó que no podría continuar como maestro por falta de un título habilitante. Pasó un tiempo como prosecretario en la Cámara de Diputados de la Provincia.
En 1898 comenzaron sus horas más amargas, viviendo en ranchos miserables de los suburbios. Sus únicos ingresos provenían de algunas publicaciones en los distintos medios de la época.
Su pobreza económica no le impedía dar albergue a otros necesitados, sobre todo a niños sin techo. Así llegaron a su vida los hermanos Gismano, a quienes Almafuerte adoptó, y que lo acompañaron hasta el día de su muerte.
Buscó en la bebida inspiración para sus versos, y entre las brumas del alcohol rescató Trémolo, En el abismo, Milongas Clásicas, Apóstrofe, Llagas proféticas y otras obras que pintaban con palabras, lo que no consiguió con los pinceles.
Consciente de su influencia sobre los jóvenes, se sobrepuso al vicio de la bebida para no ser un mal ejemplo.
Volvió a las arenas políticas, apoyando a Avellaneda. Las luchas políticas le trajeron odios y envidias. Militó en el partido Provincialista bonaerense.
Sus ingresos mejoraron desde 1913 en adelante, cuando leía sus obras en el Odeón y en varios teatros del interior. La gente lo esperaba en la calle con aplausos de reconocimiento al gran poeta Almafuerte.
Un año antes de su muerte, el Congreso le otorgó una pensión vitalicia.
En una humilde casa de La Plata, el 28 de febrero de 1917, el viejo poeta cerró sus ojos. Hoy la casa de Almafuerte es monumento provincial, y el hombre orgulloso de su temple, que conoció la pobreza, hoy es evocado como el poeta de la patria que enfrentó a la adversidad con su palabra y sus rimas.

miércoles, marzo 01, 2017

SE CUMPLE EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE PEDRO BONIFACIO PALACIOS, ALMAFUERTE.

SE CUMPLE EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE PEDRO BONIFACIO PALACIOS, ALMAFUERTE
Un poeta popular y suburbano
Lejos de todo canon literario, supo expresar a los trabajadores de su tiempo, a hombres errantes y anónimos. Inmortalizó la frase “No te des por vencido, ni aun vencido” y fue reivindicado, en el siglo XX, por Ricardo Iorio, que le puso Almafuerte a su banda heavy.
Hace 100 años fallecía el gran poeta popular argentino conocido como Almafuerte. En esta nota, Página/12 recuerda al autor de versos inmortales como “No te des por vencido, ni aun vencido / no te sientas esclavo, ni aún esclavo / trémulo de pavor, piénsate bravo / y arremete feroz, ya mal herido”.

HAGA CLICK EN EL ENLACE:
SE CUMPLE EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE PEDRO BONIFACIO PALACIOS, ALMAFUERTE.

https://www.pagina12.com.ar/22778-un-poeta-popular-y-suburbano

martes, febrero 28, 2017

28 DE FEBRERO DE 1917: Hace 100º años nacía en San Justo el poeta Almafuerte.

Almafuerte, el seudónimo más popular de Pedro Bonifacio Palacios.
ALMAFUERTE: Nacido en 1854 en San Justo, en la provincia de Buenos Aires, en una familia humilde.
Poeta, preceptor,  periodista polémico y apasionado, maestro rural. 
Por no poseer título habilitante debió dejar la docencia, hecho que lo llevó a la depresión. Logró un empleo en la Cámara de Diputados de Buenos Aires, para luego ser bibliotecario y traductor de la Dirección General de Estadística.
El Congreso le otorgó una pensión vitalicia para que se pudiera dedicar de lleno a su actividad como poeta. Sin embargo no pudo gozar de ella; el 28 de febrero de 1917 falleció en La Plata, a los 62 años, sumido en una extrema pobreza.
                                    ¿Flores a mí?


Ayer me diste una flor,
Una flor a mí, señora,
Que no consagré una hora
Ni al más poderoso amor.
¿Flores a mí? ... ¡Si es mejor
En un páramo arrojarlas!
O tú no sabes amarlas,
O al sentir mi cuerpo yerto
Sobre la tumba de un muerto
Has querido abandonarlas.



¿Flores a mí? ... ¿Tú no sabes
De esos parajes que aterran,
Donde las flores se cierran,
Donde no cantan las aves? ...
Las más orgullosas naves
Temen del mar los furores,
Los tigres devoradores
Huyen del simún airado ...
¡Y tú en mi pecho has dejado
Tan sin recelo tus flores!



¡Flores a mí! ... Puede ser
Que desalmada y celosa,
Buscaras la más hermosa
Con tu instinto de mujer;
Y haciéndole comprender
Yo no sé qué gentileza,
Con refinada fiereza,
Con el más profundo encono,
La bajaste de su trono
Por castigar su belleza.



No lo sé, linda mujer,
Ni quiero saberlo todo;
Me contento con mi modo
De saber y no saber.
Pero si quieres tener
La realidad en tu mano,
Te diré, sin ser un vano,
Que si te movió el amor...
¡La flor ha sido una flor
que fue destronada en vano!


¡Piú avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
No te sientas esclavo, ni aun esclavo;
Trémulo de pavor, piénsate bravo,
Y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
No la cobarde intrepidez del pavo
Que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora,
O como Lucifer, que nunca reza,
O como el robledal, cuya grandeza
Necesita del agua y no la implora...
¡Que muerda y vocifere vengadora,
Ya rodando en el polvo tu cabeza!

domingo, febrero 28, 2016

El 28 de febrero de 1917 fallece en La Plata el poeta Pedro Bonifacio Palacios, conocido como Almafuerte.


¡Avanti!
 Para Don Félix J. Tettamanti

Si te postran diez veces te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
Asimilan el humus avarientas,
Deglutiendo el rencor de las afrentas
Se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
Nada más necesita la criatura,
Y en cualquier infeliz se me figura
Que se rompen las garras de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
Cinco segundos antes de la muerte!

¡Piú avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
No te sientas esclavo, ni aun esclavo;
Trémulo de pavor, piénsate bravo,
Y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
No la cobarde intrepidez del pavo
Que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora,
O como Lucifer, que nunca reza,
O como el robledal, cuya grandeza
Necesita del agua y no la implora...
¡Que muerda y vocifere vengadora,
Ya rodando en el polvo tu cabeza!

¡Molto piú avanti!

Los que vierten sus lágrimas amantes
Sobre las penas que no son sus penas;
Los que olvidan el son de sus cadenas,
Para limar las de los otros antes;
Los que van por el mundo delirantes,
Repartiendo su amor a manos llenas,
Caen, bajo el peso de sus obras buenas
Sucios, enfermos, trágicos..., ¡sobrantes!
¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos,
Y los ojos del Juez siempre despiertos!...
¡Y al echarte en la caja de los muertos,
Menosprecia los llantos de los vivos!

¡Molto piú avanti ancora!

El mundo miserable es un estrado
Donde todo es estólido y fingido,
Donde cada anfitrión guarda escondido
Su verdadero ser, tras el tocado.
No digas tu verdad ni al más amado;
No demuestres temor ni al más temido;
No creas que jamás te hayan querido
Por más besos de amor que te hayan dado.
Mira cómo la nieve se deslíe
Sin que apostrofe al sol su labio yerto,
Cómo ansía las nubes el desierto
Sin que a ninguno su ansiedad confíe...
¡Trema como el Infierno; pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto!

¡Moltissimo piú avanti ancora!

Si en vez de las estúpidas panteras
Y los férreos estúpidos leones,
Encerrasen dos flacos mocetones
En esa frágil cárcel de las fieras,
No habrían de yacer noches enteras
En el blando pajar de sus colchones,
Sin esperanzas ya, sin reacciones
Lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual Napoleones pensativos, graves,
No como el tigre sanguinario y maula,
Escrutarían palmo a palmo su aula,
Buscando las rendijas, no las llaves...
¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
A escrutar las rendijas de tu jaula!

¡Vera violetta!

En pos de su nivel se lanza el río
Por el gran desnivel de los breñales;
El aire es vendaval, y hay vendavales
Por la ley del no-fin, del no-vacío;
La más hermosa espiga del estío
No sueña con el pan en los trigales;
El más noble panal de los panales
No declaró jamás: Yo no soy mío.
Y el sol, el padre sol, el raudo foco
Que fomenta la vida en la Natura,
Por fecundar los polos no se apura,
Ni se desvía un ápice tampoco...
¡Todo lo alcanzarás, solemne loco,
Siempre que lo permita tu estatura!

La yapa

Como una sola estrella no es el cielo,
Ni una gota que salta, el Océano
Ni una falange rígida, la mano,
Ni una brizna de paja, el santo suelo:
Tu gimnasia de cárcel no es el vuelo,
El sublime tramonto soberano,
Ni nunca podrá ser anhelo humano
Tu miserable, personal anhelo.
¿Qué saben de lo eterno las esperas:
De las borrascas de la mar, la gota
De puñetazos, la falange rota;
De harina y pan, la paja de las eras?
¡Detente! por piedad, pluma, no quieras
Que abandone sus armas el ilota!

Pedro Bonifacio Palacios , Almafuerte, nació en San Justo, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 13 de mayo de 1854 y falleció a los los 62 años, el 28 de febrero de 1917.
Almafuerte es el pseudónimo que mayor popularidad alcanzó, aunque no fue el único que utilizó a lo largo de su vida (sobre todo, en la actividad periodística).
Fue criado por parientes, ya que sufrió la muerte de su madre cuando él era aún pequeño y el abandono de su padre. La primera meta que se impuso fue la de destacarse en la pintura, pero no tuvo el éxito que esperaba: la beca oficial que solicitó para viajar a Europa le fue negada. Por lo tanto, siguiendo su vocación y sin título oficial, se decicó a la docencia: tenía sólo 16 años cuando comenzó a dirigir una pequeña escuela en Chacabuco (donde, en 1884, tuvo la posibilidad de conocer a Domingo Faustino Sarmiento).
Tiempo después, Almafuerte dejó esta ciudad para mudarse a La Plata: allí lo esperaba el diario "Buenos Aires" y, más tarde, la dirección del diario "El Pueblo". Su actividad periodística no fue demasiado extensa: sin embargo, desde ese lugar dio una intensa batalla y alentó a los jóvenes de la época, que más tarde participarían del movimiento revolucionario de los ´90.
Durante dos años -desde 1894 hasta 1896- retomó sus actividades en la escuela de la localidad de Trenque Lauquen pero, por temas políticos, fue dejado cesante.
Almafuerte tuvo cinco hijos adoptivos, lo que marca un gran contraste entre la enorme generosidad que tenía para los demás y la pobreza en la que se vio sumerjido casi toda su vida.
Publicó sólo dos libros en toda su vida; más que suficiente para que su obra sea juzgada por personalidades de la talla de Jorge Luis Borges o Rubén Darío, entre otros.