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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, marzo 20, 2018

El Viejo Almacén, meca de los turistas.

El Viejo Almacén, considerado una de las "catedrales del tango" del barrio porteño de San Telmo, recibe unos 180 visitantes por noche, en temporada alta, de los cuales más de 100 son extranjeros, la mayoría provenientes de Europa y Estados Unidos, pero también de Brasil y México, destacó el dueño del tradicional local, Luis H. Veiga.­
El empresario, que rescató el lugar ante la quiebra de 1995, dijo que "la temporada alta va de septiembre a abril", cuando tienen "una ocupación del 90 % de sus 200 sillas, de los cuales el 70 % son extranjeros", en tanto que "la temporada baja se da entre mayo y junio" cuando la afluencia de público decae.­
El local de estilo colonial español que se levanta en la esquina de Balcarce e Independencia -una de las pocas de la Ciudad que no tiene ochava-, sumó otro moderno de varios pisos donde se puede "cenar a la carta" a un valor de entre 400 y 500 pesos por persona, en tanto que para ver el show se abona una entrada de 70 dólares.­
Veiga explicó que "el Viejo Almacén cumplirá sus Bodas de Oro en mayo de 2019"desde que el célebre cantor, Edmundo Rivero, abriera sus puertas y lo bautizara con ese nombre inspirado en el tango, `Sentimiento Gaucho', de Francisco y Rafael Canaro, con letra de Juan Caruso.­
Después, Rivero compuso `Coplas al viejo almacén', con letra de Horacio Ferrer, muy logrado, pero que nunca pudo superar ese comienzo que decía: "en un viejo almacén del Paseo Colón donde van los que tienen perdida la fe".­
Conocedor de su negocio, el empresario aclaró que "los argentinos que vienen lo hacen por invitaciones corporativas, de parte de empresas" ya que las parejas de más años "para escuchar tango van a los barrios, de Flores hacia adentro de la ciudad"
La carta del lugar es muy amplia, de cocina internacional, en tanto que el show no es para iniciados en el baile ya que ellos prefieren las milongas donde los extranjeros se mezclan con los porteños y son los protagonistas de esa fiesta. ­
Pero lo que tiene El Viejo Almacén es historia. Fue el primer Hospital Británico de Buenos Aires, aduana, bar de los rusos, y finalmente un lugar de tango desde 1969. y fue allí donde Beatriz Balve, poetiza y vecina del barrio, realizó durante muchos años, aún después de la muerte de Rivero, el recordado ciclo `Poesía Abierta'.­
Guardiana de las artes en la zona, Balve recordó el tango de los Canaro, y confirmó que de allí venía el nombre del lugar, "pese a estar a unos metros de la avenida Paseo Colón", dijo con un guiño cómplice.­
El edificio antiguo, de 1769, que se levantó al costado del río que llegaba hasta la actual avenida -por lo que tiene aún hoy recova-, tuvo como función originaria la de "almacén de campaña". En 1840 lo amplían y pasa a ser el Hospital Británico, donde en junio de 1844 se realizó la primer operación de la ciudad a cargo del doctor John William Makenan, que utilizó el éter como anestesia. Entre 1850 y 1860 funcionó la Aduana, cuando Balcarce era la calle Arce y la avenida Independencia era Concepción, mientras que durante la Guerra de la Triple Alianza se alojó allí a los combatientes heridos o enfermos.­
Al comenzar el siglo XX, con la llegada de los inmigrantes, Olga Kravnik compró el inmueble y abrió el café conocido en aquel entonces como `El Volga', con una clientela -en su mayoría de origen ruso- que iba por las noches a escuchar música.­
Esa rica y variada historia se prolongó en el tiempo hasta que en septiembre de 1969 Edmundo Rivero compró el lugar y lo convirtió en el templo del tango que se conoce ahora, pero duplicado, con un moderno edificio del otro lado de la calle Balcarce, de cuatro pisos, como respuesta a la pérdida de 140 metros cuadrado de un intento de demolición fallido en 1977.­
En aquel entonces fue el escritor Ernesto Sabato quien se opuso a la picota y salvó la mayor parte del edificio de fines del siglo XVIII donde tocaron los grandes representantes de la música ciudadana: Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo y Juan D'Arienzo, y cantores como el `Polaco', Roberto Goyeneche. ­
Resalta la particularidad de no contar con ochava, una idea traída de Londres por Bernardino Rivadavia e impuesta en 1821, que no se concretó nunca en ese cruce, ni aún después de la fiebre amarilla. La referencia no es menor: en ese entonces la gente tenía miedo de chocarse en las esquinas -la ochava permitió "ver quien venía"-, porque creían que la peste se trasmitía por contacto directo.
Publicado en Diario "La Nación", 4/3/2018.

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