Descomposturas de hígado y síntomas de infarto volvieron una pesadilla a la estadía de un vecino de Roca en Chile. Es que hasta que arribaron al diagnóstico de pancreatitis, vivió un gran malestar y quedó preso de un sistema pago, que le demandó el desembolso de más de 104.808 pesos.
Ramón Astorga (52) es comerciante en Stefenelli, Roca. El 2 de enero pasado partió a Cunco, Chile, junto a su mujer, Rosana Peña (51). Abrieron una hostería en Chile, se instalaron en Cunco pero su vida en el pueblo de montaña de ensueño se volvió una pesadilla cuando Ramón se descompensó.
“El factor más embromado fue que éramos argentinos”, cuestionó Ramón, quien incluso mantiene fuertes lazos con el país vecino: es hijo de chilenos, asiduo turista e incluso tenía el tramite la doble nacionalidad.
Todo comenzó a mediados de febrero pasado. “La madrugada del viernes 16 fue el primer episodio, tenía un dolor muy fuerte, incluso le faltaba la respiración. Le pusieron por suero un calmante y nos mandaron a la casa sin un diagnóstico”, recordó Rosana, que volvió a llevar a su marido dos veces más: el 23 de febrero y al día siguiente la tercera vez.
“Siempre el mismo procedimiento, no se hacía ningún tipo de análisis para saber de dónde provenía el malestar. Todo tenía un costo, y lo íbamos pagando. La última vez tenía síntomas de infarto, me dijeron que la placa tenía un costo, y yo no disponía de dinero chileno. Tuve que ir a cambiar y volver para que lo atiendan, todo era así”, agregó.
El próximo episodio fue el más severo que atravesó Ramón. “Decidimos volver al hospital, estaba muy mal. Nos dijeron que no volvamos más, que fuéramos a un centro particular, eran las 17 y ya estábamos decididos a volver a Argentina por este tema, pero no llegábamos a cruzar la frontera. Fuimos al hospedaje a preparar todo para salir a la mañana temprano y se descompuso nuevamente a la 1 de la mañana, tenía 22 de presión”, explicó la mujer, quién rápidamente lo subió a un auto y se fue camino a Temuco, distante 45 kilómetros.
“Sin saber direcciones, con él en ése estado de gravedad, buscando una clínica que me habían dicho. Me perdí, no es fácil ubicarse en esa ciudad tan grande de noche y en esa situación. Llegamos y lo asisten enseguida. Le hacen un laboratorio y estudio por contraste, y ahí se sabe que es una pancreatitis aguda”, resumió Rosana.
“Ahí me llaman y me dicen que ‘acá viene la parte oscura’ y me llevan a la caja. Empiezan a hablar de los costos, tenía una tarjeta de crédito, pague dos millones y medio de pesos chilenos, aproximadamente unos $ 80.000 en un pago”.
Ramón permaneció dos días internado. “Todo profesional que ingresaba a la habitación facturaba, desde enfermeras a kinesiólogo y especialistas. La atención era muy buena pero la parte monetaria era inaccesible”.
“Nos sentíamos privados de la libertad de elegir, tener que hacer eso porque no había opción, nos decían extranjeros. Todos muy fríos, cero solidaridad”, sostuvo el matrimonio.
La familia resolvió un traslado a Argentina. “Cruzando a Las Lajas al menos ya cambiaba el panorama, estando en Argentina todo iba a cambiar”, sostuvo Rosana.
Una ambulancia partió desde Roca hacia Temuco a buscarlo y lo trajo directo al hospital López Lima por 24.000 pesos. El viaje fue de riesgo, 12 horas junto a un enfermero, y Ramón con vómitos, la presión por las nubes, pero no nos quedaba otra”.
Una vez en Roca estuvo en terapia intensiva dos días y en la Unidad de Vigilancia Intermedia los 17 siguientes. “La enfermedad es tan grave que nos dijeron que el 90% de las personas fallece”.
“Nosotros ingenuamente pensamos que como acá ellos libremente vienen a trabajar nosotros podíamos ir allá, pero no es recíproco”, cuestionó Rosana.
Publicado en Diario "Río Negro", 27/03/2018.
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