En medio del desierto, bajo un sol abrasador, Husein Al
Jalifa, un responsable del patrimonio en Arabia Saudita, señala con el dedo las
siluetas de camellos esculpidas en la roca, un hallazgo rodeado de misterio.
Son una docena de esculturas, algunas dañadas por la erosión
o por actos vandálicos y datarían de hace unos 2.000 años. Fueron descubiertas
hace unos años en una propiedad privada del desierto de Al Juf, en el norte del
reino.
Cinceladas sobre tres promontorios rocosos, estas esculturas
revelan unas habilidades nunca vistas en otras formas de arte rupestre del
desierto saudí.
Jalifa, miembro de una misión arqueológica franco-saudí,
asegura haber descubierto accidentalmente las esculturas, cuando un amigo le
habló de una "montaña con forma de camello". "Al acudir a la
zona, descubrí que los camellos estaban esculpidos en los afloramientos de la
montaña. Es realmente único".
El camello, llamado "nave del desierto" y
apreciado por su carne, su leche y su resistencia, es un tema recurrente en los
emplazamientos arqueológicos saudíes. Pero los de Al Juf son distintos.
Algunas de estas esculturas se encuentran a gran altura, lo
que permite suponer que se usaron cuerdas o andamios. Destaca una, la de un
camello frente a lo que parece un asno, una mula o un caballo, unos animales
pocas veces representados en el arte rupestre de la región.
"Las esculturas en tres dimensiones demuestran un gran
dominio en cuanto a realismo y tamaño", explica Maria Guagnin, del
Instituto Max Planck de ciencias de la historia humana con sede en Alemania.
"Esto podría cambiar nuestra comprensión de la dinámica
de las poblaciones prehistóricas y de sus aspectos culturales", dijo.
El origen y los utensilios empleados son un misterio.
Jalifa ve la mano de los nabateos, unos árabes nómadas
conocidos por haber fundado la ciudad de Petra, en la actual Jordania, esculpida
en los acantilados de arenisca.
"Se trata de un descubrimiento científico importante
que nos recuerda la importante historia preislámica de Arabia Saudita",
estima el arqueólogo Guillaume Charloux, del Centro Nacional de Investigaciones
Científicas en Francia.
"Espero que esto atraiga a gente a descubrir la
variedad y la riqueza del pasado saudí", afirma Charloux.
Las esculturas de Al Juf tienen estilos diferentes, lo que
sugiere que fueron realizadas por varios artistas.
Es posible, estiman los arqueólogos, que fuese un sitio de
veneración, un lugar de descanso en una ruta de caravanas o una frontera que
delimitaba dos regiones.
"Mi hipótesis hoy es que los escultores eran habitantes
de la región y que era un lugar emblemático en las rutas de las caravanas hacia
Mesopotamia", afirma Charloux.
El desierto saudí es rico en lugares históricos. Algunos de
ellos se descubrieron recientemente gracias a las nuevas tecnologías.
Para hallar respuestas a todas las preguntas sobre las
figuras de camellos esculpidas hace falta investigar.
Algunas son difíciles de situar en el tiempo; a veces los
arqueólogos estiman que se terminaron en los primeros siglos antes de la era
cristiana.
"Si datan de antes de la domesticación del camello,
representan a especímenes salvajes que quizá cazaban" y la caza pudo ser
vital para la supervivencia de las poblaciones locales, afirma Guagnin.
Por el momento las autoridades saudíes vigilan el lugar para
impedir el acceso a los cazadores de tesoros e intentan comprárselo al
propietario.
Las figuras de camellos no son el único enigma. Uno de los
promontorios, visto desde un ángulo, parece un rostro humano. "Hay tantas
preguntas sin respuesta", reconoce Jalifa.
Publicado en Diario "Los Andes" de Mendoza, 28 de febrero de 2018.
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