No todo merece un
debate Por Francisco Lambías.
Bajo la lógica del liberalismo todos los temas deben ser
discutidos: absolutamente todo merece un debate.
En esa inteligencia, la última palabra siempre la tiene el
consenso, es decir, el acuerdo de la mayoría.
Digámoslo claramente: en la cosmovisión descrita no hay
lugar para la verdad, no es posible afirmar algo con certeza, como por ejemplo
que hay vida humana desde el momento de la concepción[1].
Tampoco es factible sostener que el derecho a la vida de los
seres humanos por nacer sea absoluto.
Consecuencia de este pensamiento –ideología, en su sentido
más peyorativo- hoy tenemos que debatir lo que es obvio, demostrar y argumentar
sobre lo evidente: que el aborto implica matar a un ser humano. Ahora bien,
¿qué supone para la sociedad aceptar este pseudo debate? ¿La convierte en más
madura?
La respuesta es no, ya que no hace más madura a una sociedad
debatir sobre si debería legalizarse el asesinato de sus miembros más
indefensos e inocentes.
Celebrar la apertura de esta discusión –como lo hacen tantos
comunicadores sociales– sería equivalente a festejar que se inicie en nuestro
país un debate sobre la posible legalización de la pedofilia; uno de tantos
otros aberrantes delitos que sin embargo podrían –bajo la lógica que
cuestionamos– igualmente discutirse.
Debatir algunas cosas habla de lo mal que se tiene que estar
para llegar a esa instancia.
La discusión sobre la legalización del aborto en sí misma
–independientemente de su resultado– es lamentable.
Se cumplió el
pronóstico anunciado por G. K. Chesterton: llegó el día en que se están
blandiendo espadas para demostrar que las hojas son verdes en verano. Frente a
este panorama, invitamos a todos los argentinos y hombres de bien a levantar la
bandera de la defensa de la vida, a luchar contra la cultura de la muerte que
hoy nos acecha; a ser la voz de los que no pueden gritar ¡¡¡quiero vivir!!!
[1] Se trata de una realidad biológica, universalmente
aceptada por la ciencia de la medicina. Es suficiente con citar las
manifestaciones del Profesor Jerome Lejeune, quien se desempeñó como
catedrático de Genética Fundamental en la Facultad de Medicina de la
Universidad de París. Fue además miembro de la Academia Pontificia de Ciencias:
“Inmediatamente después que los 23 cromosomas paternos llevados por el
espermatozoide se unen a los 23 cromosomas que aporta el óvulo, toda la
información necesaria y suficiente para la constitución genética de un nuevo
ser humano se encuentra reunida”.
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La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.