Las mujeres cautivas del Neuquén.
Era el más preciado botín de pehuenches, huilliches y tehuelches. Hay no pocos registros a lo largo de la historia de estas tierras.
Uno de los más antiguos topónimos del Alto Neuquén, Valle de las Damas, se origina allá por 1598 como consecuencia de la sublevación general de la Araucanía contra los españoles de Chile. Un importante grupo de mujeres españolas de la Colonia son tomadas prisioneras y traídas cautivas a las tolderías pehuenches de la actual región del valle del Trocomán. El hecho merece inmediatamente una emblemática expedición militar tras los cajones cordilleranos de los Andes, lográndose su exitoso rescate y quedando como recuerdo el nombre de "Valle de las Damas". Topónimo, aún vigente, que es incluso anterior al mismo nombre "Nudquén", inscripto por primera vez en la historia en el diario de viaje del Padre Bernardo Havestadt, el 5 de febrero de 1752.
Era el más preciado botín de pehuenches, huilliches y tehuelches. Hay no pocos registros a lo largo de la historia de estas tierras.
Uno de los más antiguos topónimos del Alto Neuquén, Valle de las Damas, se origina allá por 1598 como consecuencia de la sublevación general de la Araucanía contra los españoles de Chile. Un importante grupo de mujeres españolas de la Colonia son tomadas prisioneras y traídas cautivas a las tolderías pehuenches de la actual región del valle del Trocomán. El hecho merece inmediatamente una emblemática expedición militar tras los cajones cordilleranos de los Andes, lográndose su exitoso rescate y quedando como recuerdo el nombre de "Valle de las Damas". Topónimo, aún vigente, que es incluso anterior al mismo nombre "Nudquén", inscripto por primera vez en la historia en el diario de viaje del Padre Bernardo Havestadt, el 5 de febrero de 1752.
Parte del diario de viajes del sacerdote Bernardo Havestadt.
Los grupos pehuenches, huilliches y tehuelches, según las crónicas escritas y visualizada en famosas pinturas de los malones tras el regreso de las pampas, proveían vacas y caballos para engorde en los fértiles campos del Alto Neuquén como paso previo a la redituable comercialización en el mercado de Chillán. Pero el más preciado botín eran las mujeres, sobre todo "cuando especialmente se hallaba compuesta de mujeres de pocos años, felicidad suprema y sin igual para los pueblos salvajes" (Claudio Gay). Ya fueran producto de rencillas entre tribus de la misma o distinta etnia, de fortines destruidos, de pioneras estancias bonaerenses o de nacientes pueblos fronterizos saqueados, estas "mujeres y niños cautivados en los múltiples ataques a haciendas y poblados, posteriormente eran utilizados en el campo de las negociaciones".
En esta insólita y desconocida "industria" del Alto Neuquén, se destacan las mujeres cautivas alojadas en los campamentos de los Pincheira en los distintos parajes y refugios de "Barbarco" (Matancilla, Los Bolillos, Atreuco, Roblecillos y especialmente Butalón), como testimonia J.B. Alberdi en sus Obras Completas: "no bajaban de mil las mujeres jóvenes que servían de pasto a la bestial sensualidad, ganados en inmenso número, y cerca de mil prisioneros de guerra" (Sección XXV, parte III).
Hugo Chumbita añade: "Su célebre corte de mujeres robadas era quizás la posesión más preciada. En 1823 asaltaron con un centenar de hombres la localidad chilena de Linares, matando al gobernador y raptando a su bella hija Clara Sotomayor. Antonio Pincheira resultó muerto de un balazo en la huida, y la muchacha fue desposada luego por otro de los bandoleros". El campamento más famoso y organizado, -(¡primer asentamiento poblacional del Neuquén!)-, fue la "aldea realista", de "Palanquen". En el espectacular paisaje de lagos, cerros y bosques de Epulauquen o Las Lagunas donde transcurren los últimos años de la singular vida de los guerrilleros del Rey, inmortalizado en la historia novelada "Los Pincheira", de la escritora Margarita Petit. La aldea realista se nucleaba alrededor de la clásica plaza de armas con la ondeante banderola montonera de los guerrilleros del Rey de España, galpones, casas y viviendas de soldados y jefes, depósito de armas y pólvora, corrales para vacas y caballos, despensas y casas de comidas, alojamientos comunes de niños y mujeres "cautivas", cárcel para prisioneros rebeldes con cepos de castigo y sobresaliendo, la capilla del famoso "cura Gómez". "Beauchef, en su expedición de 1827, describe grandes y cómodas casas de paja de los jefes principales, rodeadas de numerosas casuchas de cuero fácilmente transportables de parientes y amigos que seguían a los montoneros y las de los cautivos". (Manara-Varela) En la periferia sobresalían las numerosas tolderías pehuenches de los fieles aliados de los Pincheira, los caciques Neculman, Coleto y Trenqueman. Como lo describe acertadamente Gladis Varela y Carla Manara: "Cientos de familias por decisión propias además de mujeres y niños cautivados en los múltiples ataques a haciendas o villas, también se fueron integrando a la formación de una aldea organizada con más de 6.000 habitantes. Esta comunidad generó un modo de vida propio, en medio de un espacio natural propicio, satisfaciendo sus necesidades e imponiendo sus propias leyes de orden y justicia. Vivían en toldos individuales de vaca o en casuchas de tablas o cueros en sitios donde no faltaban los recursos indispensables como agua, pasto y leña". (En un mundo de frontera - La guerrilla realista chilena en territorio pehuenche – 1822-1832).
Recientes autores de este poco conocido fenómeno de la actuación de los Pincheira en Neuquén, ponen en duda que todas las cautivas, hayan sido realmente tales…. Sostienen que, un muy buen número de ellas, eran "voluntarias" que emprendían la aventura de "liberarse" de la sociedad pacata y de rígida moralina de la época. Muchas de esas mujeres y sus hijos, eran las legítimas mujeres de las tropas pincheirinas que alternaban su vida en los campos chilenos, cultivando y cosechando víveres diversos, para luego llegar como "cautivas" a los campos del "Barbarco"… Su papel en la guerrilla realista fue fundamental: "La colaboración de las mujeres chilenas fue muy significativa. En su mayoría eran madres o esposas de los hombres asentados en los centros pincheirinos, preocupadas por enviar a los suyos víveres, vestimenta y tabaco además de obtener informaciones relevantes y de generar una red de intrigas según las conveniencias". (Manara-Varela). Un desconocido pero normal pueblo de la cordillera neuquina donde "Las mujeres se ocupaban, como las de cualquiera aldea, en los cuidados de la casa y de los niños; ayudaban a sembrar y a cosechar; disponían de vacas y otros animales domésticos: hilaban, se juntaban a orillas de la laguna chica para el lavado de la ropa. Una de ellas había instalado una pequeña pulpería y hacía su negocio. Otras dos ejercían un oficio harto lucrativo en medio de soldados, manteniendo una chingana donde se bailaba y se consumía licor y se cometían esos actos inmundos en los que no hubiera querido pensar nunca Lucila" (la heroína de la novela Los Pincheira).
Las numerosas expediciones y campañas que realizó el ejército chileno en el Alto Neuquén durante la extensa y cruel "Guerra a muerte", desde 1823 a 1832, destacaba en los partes militares, la numerosa cantidad de "mujeres y los niños rescatados que habían sido en su mayor parte arrancados violentamente de sus antiguos hogares y que muchas familias {en Chile} los reclamaban". Y al volver a su tierra, en una nueva gesta, estas "mujeres cautivas" del Alto Neuquén, fueron "refundadoras" de pueblos, como las "más de 300 mujeres liberadas del incendiado y destruido rancherío pincheirino de Butalón" (26 de febrero 1827). Junto a familias pehuenches, soldados rendidos, ganaderos del Barbarco, custodiados por tropas de vencedores, fueron arreados de todo el Alto Neuquén, en una singular operación de limpieza de todo signo de vida humana, para repoblar el destruido pueblo de Antuco. Historia aún oculta a ambos lados de los Andes, como graficaba el senador chileno Ruiz Esquide, "mi abuelita nos contaba siempre de esos tiempos de los Pincheira, pero era más lo que se callaba que lo que nos decía… Pero sí… la mayoría de los antiguos pobladores de Antuco, llevamos esa sangre de los pincheiranos del Alto Neuquén".(Inauguración Paso Pichachén – 9/01/1998)
Estas escuetas líneas quieren expresar un simple homenaje a la Mujer Neuqueniana, parida quizá en las "mujeres cautivas del Alto Neuquén". Desconocida y prodigiosa historia que dará seguramente para mucho mas a quienes se interesen y profundicen el tema, con una sencilla conclusión: Neuquén tiene raíces, origen, nacimiento, historia y vida, en prodigiosos sentimientos creadores de mujer.
Isidro Belver.*** Publicado en el Diario "Río Negro", domingo 13 de marzo de 2011, página 37.
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