Ésta es una historia vecinal real, y de Regina, pero de interés nacional. Por respeto a la familia no mencionaremos su verdadero nombre. El apellido "Cañupán" es sólo uno de fantasía, todo el resto es verdadero y cualquier parecido a personajes reales no es casualidad.
Un día, después de una jornada de trabajo, en una chacra lindante al ejido municipal de Villa Regina, un peón rural al que llamaremos "Cañupán" regresaba a su hogar en el centro urbano.
Tradicionalmente, en el campo se trabaja "de sol a sol", con varios descansos bien planeados.
Era ya la puesta del sol, con luz crepuscular abundante, cuando en las afueras del pueblo Cañupán fue asaltado por tres delincuentes. Lo desmayaron con un golpe en la cabeza, para abandonarlo tirado, todo esto para robarle su tijera de podar y tres pesos.
Sin saber cuánto tiempo después, se recuperó y como pudo se las arregló para llegar sin ayuda al hospital de Villa Regina.
Fue atendido en la guardia, el médico le ordenó una tomografía de cráneo y lo internó.
La tomografía de cráneo no fue realizada pues el director del hospital, "doctor" Bufano, no la autorizó.
Cañupán quedó internado, fue bien atendido por las enfermeras, de a poco se recuperó y fue dado de alta a su casa después de unos pocos días.
En su hogar continuó su aparente recuperación, pero después de un tiempo comenzó nuevamente a sentirse mal.
Cañupán no era un simulador, necesitaba trabajar para mantener a su familia, pero como realmente se sentía mal volvió al hospital.
Fue atendido en la guardia, el médico nuevamente ordenó una tomografía computada de cráneo y lo internó. Una vez instalado y dadas las órdenes necesarias, usualmente el profesional que asiste las urgencias se desentiende y son las enfermeras las que más se ocupan del paciente.
Un día, cerca de mediodía, recibí en mis consultorios radiológicos Regina (CRR) un llamado telefónico de una enfermera del hospital que me preguntó:
–Dr. Saint Martin, ¿puede usted hacer una tomografía de cráneo a un paciente internado en el hospital?
–Por supuesto que puedo... tráiganlo cuanto antes... (para quienes no conozcan Regina, es importante que sepan que CRR está situado a menos de tres cuadras del hospital)
Me quedé esperando y pasada una hora, como el paciente no llegaba, me comuniqué con el hospital para hablar con la enfermera que me había llamado.
–Estoy esperando al paciente... ¿tiene algún problema para ser trasladado?
–Lo que ocurre es que el Dr. Bufano dice que el "contrato" para tomografías computadas es con Cipolletti...
–Eso, algo me molestó, por lo que comenté: bueno... por lo menos podrían haber tenido la gentileza de avisarme que lo mandaban a Cipolletti, así no lo seguía esperando...
–Sí... pero el Dr. Bufano dice que no hay dinero para el gasoil de la ambulancia... Aquí debemos aclarar que Cipolletti está a 100 km de distancia, no a tres cuadras; el viaje ida y vuelta son 200 km y usualmente les insume unas 10 horas (viaje, esperas para ser atendido, para que la tomografía sea informada por el radiólogo, impresa, entregada y viaje de regreso). El costo del gasoil es lo mínimo, mucho más importante son los costos de las 10 horas de la ambulancia, personal (chofer, enfermera y médico), oxígeno, riesgos de accidentes en ruta (200 km) y seguros (incluido el del o los familiares que acompañan a estos enfermos graves). Es más barato, mejor y más seguro –para todos– atenderse localmente.
El comentario de la enfermera me hizo enojar, a lo que contesté: "Bueno si no lo van a mandar a Cipolletti tráiganlo aquí... yo no les estoy pidiendo ni un contrato ni dinero adelantado... A ese paciente primero hay que atenderlo y después nos agarraremos a trompadas para arreglar" quién y cómo se paga esto...".
Así, forzadamente, Bufano consiguió gasoil y lo envió a Cipolletti.
Ya en viaje y antes de llegar a Roca, la enfermera repitió su queja: "Este paciente está muy mal, no va a llegar a Cipolletti...". Por lo que decidieron entrar a Roca y dirigirse directamente a un sanatorio privado (no al hospital de Roca, sino al centro de recepción traumatológico más importante de la provincia)
Con un solo corte tomográfico del cráneo se confirmó el diagnóstico: un enorme hematoma subdural que ya desplazaba la línea media y comprimía al hemisferio cerebral del lado opuesto.
Sobre la misma mesa de examen del tomógrafo, se intentó descomprimir el cráneo... pero ya era tarde... Cañupán había fallecido.
¡Cualquier parecido o similitud con el reciente caso del hematoma subdural de la señora presidenta de la Nación es pura casualidad, tiene similitudes y muchas diferencias... pero ambas nos dan abundante "tela" para pensar!
Toda la atención profesional que Cañupán necesitaba en vida, se la negamos, pero toda la atención profesional (mucho más cara) que ni pidió ni necesitaba, se la impusimos después de muerto.
¡A su familia no le dimos ni siquiera el cadáver para un velatorio normal!
¿Por qué? deben preguntarse.
Se trataba de un asesinato, consecuencia de un asalto criminal.
En vida le negamos su tomografía con la excusa de cumplir un contrato inmundo, inmoral y antiético.
Después de muerto no faltó personal policial, médicos de la policía, morgue judicial, médicos forenses, autopsia, fiscales, secretarios, jueces... periodistas y publicaciones en obituarios y policiales.
¡Pero lo más amargo y difícil de digerir es que Cañupán no sólo no se merecía ese final, sino que tenía recursos propios más que suficientes para pagar esa tomografía vital! Y peor aún, que ese crimen se cometió por dinero, por avaricia y corrupción gubernamental!
¡Los "asesinos" no fueron esos irresponsables criminales que le robaron tres pesos y la tijera de podar! Eso no debió pasar de un "robo menor". Los verdaderos asesinos fueron los funcionarios del gobierno que convirtieron un crimen menor en un asesinato por dinero. Asesinato al menos culposo, pero más que eso negligente, y hasta intencional, pues por dinero mintieron, engañaron, secuestraron contra la voluntad de la víctima que terminó en la morgue judicial.
Veamos por qué sostenemos que Cañupán tenía recursos más que suficientes:
• Cuando un habitante de la provincia de Río Negro es indigente (o sea, no tiene recursos para pagar su atención médica), la Constitución dice que Salud Pública (con dinero de impuestos que pagamos todos) le brindará atención médica gratuita, igualitaria y oportuna... pero ¡Cañupán no era indigente!
• Cañupán era un peón rural que fue asaltado durante su trabajo (in itinere).
• Su empleador con seguridad tenía seguro para accidentes de trabajo... Una compañía de seguros solvente, que no debió negarle atención médica.
• Aun si la compañía fallase (por la razón que fuese), el empleador es responsable por la salud de sus empleados.
• Cañupán era un empleado rural y tenía su propia obra social, que él mismo pagaba con descuentos de sus sueldos. Esa mutual se llama "Issara".
• Aun si el patrón hubiese retenido esos haberes de los sueldos de Cañupán y se los hubiese guardado, sin depositarlos en Issara, nada hubiese cambiado, pues la mutual le hubiese pagado la tomografía y toda la atención médica, porque demandaría al empleador y lo recuperaría.
• Centro Radiológico Regina siempre ofreció desde el primer momento atención médica buena, igualitaria y oportuna. Entonces, ¿por qué el "Dr." Bufano lo privó de sus derechos humanos más elementales como son el derecho a trabajar (para sí y su familia) y el derecho a la vida?
Debo otra explicación: ¿por qué he remarcado con ironía "Dr." antepuesto al nombre del director del Hospital de Villa Regina? No es necesario ser médico para ser director de un hospital, podría ser también un ingeniero, contador o administrador. Pero hacerse llamar "doctor" en un hospital cuando no lo es, no sólo es "mentiroso" sino peligroso. Bufano no sólo no es médico, tampoco "bioquímico ni químico; posiblemente, doctor en alguna otra disciplina, pero no médico como para tomar decisiones vitales, contrariando órdenes médicas.
Columna de opinión del Diario "Río Negro", 26 de noviembre de 2013.
Publicada en la Edición N° 23.458, página 18.
Publicada en la Edición N° 23.458, página 18.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.