Fue un novelista e investigador de la historia argentina acercando con sus biografías noveladas al público lector figuras como fueran el Brigadier Gral. Don Juan Manuel de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento, José Hernández, Ceferino Namuncurá, Fray Mamerto Esquiú, Hipólito Yrigoyen, la vida del ecuatoriano Gabriel García Moreno, el uruguayo Aparicio Saravia, el venezolano Francisco Miranda.
Escritor
de raigambre católica y nacionalista.
Dejó unos 58 libros editados y unos 10
inéditos.
Se casó con Delfina Bunge en 1910.
Otros libros de Manuel Gálvez fueron: “El diario de Gabriel Quiroga” escrito para el
centenario de la Patria en 1910 donde propone “argentinizar es poblar” frase
tomada de la idea-fuerza de Juan Bautista Alberdi “ gobernar es poblar”; “El solar de la raza” (1913); Hombres en soledad (1938); El uno y la
multitud (1955); Tránsito Guzmán (1956); Poemas para la recién llegada (1957); Recuerdos de la vida literaria (1961)… entre otras creaciones…
Era el octavo nieto de Juan de Garay, contando entre sus
ascendientes a Juana de Saavedra y Sanabria -Hermana de Hernandarias- que ¡linaje familiar de los Gálvez!
Por la década de ´30 Gálvez se interesa en la figura del
caudillo Hipólito Yrigoyen quien había fallecido el 3 de julio de 1933 decía
Gálvez “En la historia hay que tomar partido, pero no tener previamente partido
tomado” siendo opositor a Yrigoyen –dice el historiador Norberto Galasso en su
libro “Don Hipólito. Vida de Hipólito Yrigoyen”- y opina “a medida que recreaba
la vida del caudillo, la personalidad de este lo fue ganando por su
consecuencia, su austeridad, sus valores ético, su empecinada lucha por
asegurar la voluntad popular. Tal fue así que el biografiado se impuso a las tendencias
del biógrafo y hoy puede considerársela una obra a favor de Yrigoyen. Pero también esa obra –que publicó en 1939- le
dejó otra enseñanza: existen hombres a quienes difícilmente es posible llegar a
descubrirle las grandes verdades de su paso por la vida.
Por eso, tituló la obra Hipólito Yrigoyen, el hombre del
misterio”
De esta obra decía: “Recibo cartas a montones. La edición se
está agotando con una rapidez nunca vista entre nosotros. En la sociedad, en
los círculos políticos y comerciales, entre el pueblo, en todas partes, no se
habla sino de mi libro. Y, en fin, le daré un dato formidable: en la imprenta,
la mayor de Buenos Aires, tenían que guardar los pliegos en cajas de hierro,
porque los obreros se los llevaban…”.
En 1934 en un texto que recupera Felipe Pigna “Este pueblo
necesita” dice: “Hace falta una mano de hierro, que ejerza la más severa
censura en el teatro y en el cinematógrafo, en la radio y en el libro. Hace
falta una mano de hierro que suprima la afición a la desnudez pagana que corrompe
a las mujeres, emporca el periodismo y difunde en todos los rincones la
inmoralidad. Hace falta una mano de hierro como la de Mussolini o de Hitler que
salve a la familia cristiana y a la moral. Yo no apruebo las persecusiones
realizadas por los nazis, pero me entusiasman aquellos campos de concentración
en donde millares de jóvenes aprenden la vida austera".
Fue respetado por la crítica de los liberales hasta la
publicación de la biografía de Juan Manuel de Rosas (1940), que acercó a Rosas al gran
público lector pero… que cuestionaron su condición de novelista y seriedad
histórica.
Gálvez había nacido en Paraná (Entre Ríos) en 1882
proveniente de una familia conservadora de Santa Fe.
Se recibió de abogado en
Buenos Aires en la UBA pero nunca ejerció su profesión dedicándose a las
letras.
Su vida fue de investigador de la historia argentina y escritor.
Su obra “Nacha Regules” (casi desconocida hoy…) en 1932
obtiene el Premio Nacional de Literatura.
Sus biografías como la del caudillo popular Hipólito Yrigoyen
llegó a vender unos 100 mil ejemplares que es producto de archivos unas 300
entrevistas desde partidarios a adversarios, parientes y terceros. Biografía
hecha por un no yrigoyenista.
Del Coronel Perón escribía en 1944:
“Soy uno de los pocos argentinos que pueden
elogiar a los gobernantes con la conciencia tranquila. Nadie, salvo que no me
conozca o que sea un perverso, puede creer que lo hago por adulación. A nada
aspiro, y por dos razones: una sordera terrible, que me impediría desempeñar
cargo alguno, y mis trabajos literarios e históricos, que no me permiten perder
el tiempo. Es un lugar común, en el ambiente literario, que soy el único
escritor que sólo ha querido ser escritor. Otros fueron, o son, universitarios,
o periodistas, o políticos. Mi única ambición terrena es vivir lo suficiente
para escribir los quince libros que aún me faltan escribir.
Esto establecido, diré que voy a elogiar entusiastamente al
coronel Perón por su obra social. No lo conozco ni siquiera de vista. No he
tenido el placer de estrechar su mano. Tampoco conozco a amigos suyos. Mi
opinión sobre él y su obra, que daré con toda serenidad, es la opinión de un
patriota”.
“El coronel Perón es un nuevo Yrigoyen. Pero, además de la
grandeza de corazón tiene méritos que no tuvo Yrigoyen: una actividad
asombrosa, la despreocupación de la politiquería, el don de la palabra y un
sentido panorámico y profundo de la cuestión obrera. Y a esos dones se debe
agregar la suerte de no tener un Congreso de egoístas y politiqueros que lo
obstaculice”.
Como muchos de filiación con el nacionalismo católico
simpatizaron en los comienzos del gobierno militar surgido del golpe de estado
de junio de 1943 y dejó de ser peronista con motivo del conflicto entre Perón y
la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Gálvez fue tres veces nominado al Premio Nobel de Literatura (1933, 1934 y 1951); escritores
como James Joyce, Herman Hesse, Miguel de Unamuno y Rubén Darío han ponderado
sus obras; fue fundador de la Academia
Argentina de Letras.
Fuentes consultadas para esta recopilación histórica:
“Don Hipólito. Vida de Hipólito Yrigoyen” de Norberto
Galasso, Ediciones Colihue, 2013.
“Manuel Gálvez” por la Periodista e Historiadora Aracelli
Bellota, Revista “El Federal” N° 462, pág. 10-12.
www.elhistoriador.com.ar
de Felipe Pigna “Manuel Gálvez escribe acerca del coronel Perón en 1942 y “Este
pueblo necesita” , Buenos Aires, 1934 de Manuel Gálvez.
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