“El que lea atentamente mi poesía, comprende rápidamente que la intención es cantar opinando” decía Armando Tejada Gómez.
CANCIÓN CON TODOS de Armando Tejada Gómez es considerado el himno de NUESTRA AMÉRICA –como me gusta más decir tomando la expresión de ese grande que fuera José Martí-
Todas las voces todas,
todas las manos todas,
toda la sangre puede
ser canción en el viento;
canta conmigo canta,
hermano americano,
libera tu esperanza
con un grito en la voz.
La Canción con Todos, está traducida a 30 idiomas, incluido
el danés y el hebreo.
Armando Tejada Gómez nació en la provincia de Mendoza, a orillas del zanjón de Guaymallén, un 21 de abril de 1929, descendientes de Huarpes, trabajadores rurales de muy escasos recursos. Familia numerosa 24 hermanos. Quedó huérfano de padre a sus 4 añitos y su madre se vio obligada a repartir a sus hijos. Fue criado por una tía que le enseñó a leer. Desde los 6 años empezó a ganarse o llevar el pan nuestro de cada día a su casa siendo canillita y lustrabotas.
Falleció hace 20 años el 3 de noviembre de 1992, en Buenos Aires.
A los 15 años se compró un ejemplar del "Martín Fierro" que fue la chispa que despertó en su interior el fuego y la pasión por la lectura y la poesía.
Fue un activista social y militante político.
Contaba que había cambiado su manera de escribir porque los obreros de la construcción le reprochaban que "escribía cosas que nadie entendía".
Uno de los primeros poemas de esta nueva etapa fue su conocido poema “Hay un niño en la calle”.
En 1950 obtuvo un empleo como locutor en LV10 Radio de Cuyo.
Comenzó a componer canciones junto al músico Oscar Matus, también mendocino y
futuro esposo de la cantante tucumana, la recordada. Mercedes Sosa.
Oscar Matus, Armando Tejada Gómez y Mercedes Sosa formaron
un decisivo trío artístico, que llevó a crear el Movimiento del Nuevo
Cancionero en 1963.
Tuvo una intensa aunque fugaz participación en la UCR
Intransigente que lideraba el Dr. Arturo
Frondizi, pero rompió filas con el giro gubernamental hacia las posturas
desarrollistas que llamaban a la inversión extranjera. Armando Tejada Gómez elegido
diputado provincial. Se termina afiliando en el Partido Comunista. En 1960
Tejada terminó su mandato de diputado provincial y volvió a su empleo de
locutor en LV10.
Algunas de sus composiciones más conocidas y
reconocidas fueron “Fuego en Animaná”,
“Canción con todos”, compuesta con César Isella y con el tiempo se convirtió en
un "himno", “Zamba de la distancia”, “Canción para un niño en la
calle”, “Zamba del laurel”, “Trovador del rocío”, “El mundo es un pañuelo”,
“Resurrección de la alegría”, "Chaya de la albahaca" (con Gustavo
“Cuchi” Leguizamón), "Canción de las simples cosas" (con César
Isella), "Zamba azul" y "Regreso a la tonada" (con Tito
Francia).
Siempre con su poesía reclamaba por la libertad del
sindicalista Agustín Tosco (dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba) y los presos políticos en los tiempos del
Gral. Lanusse “otro generalito de las tierras argentas”.
En 1964 se mudó a Buenos Aires, donde presentó junto a
Mercedes Sosa, Oscar Matus y Tito Francia, su primer espectáculo
literario-musical.
En un reportaje de 1987 publicado de la página oficial de
Tejada Góméz decía:
Tiene el gusto verde. Mirá la metáfora, que lo parió! No es
que el vino sea verde, sino que tiene el gusto verde. ¿El gusto cómo va a tener
color? Decile a André Bretón que venga. ¿Quién inventó el surrealismo? No
vengan a joder! Decile a André Bretón, que lo quiero mucho, que lo admiro y
todo eso; ¿pero sabés qué? ¿quién inventó el surrealismo? El pueblo!
Historia personal de la Paz
Un poema del mendocino, nacido en Guaymallén, Armando Tejada
Gómez.
Hermoso poema hasta diría intimista, sencillo. Este poema lo
escuché junto con otros de la obra de Tejada Gómez allá por el ´85 en un encuentro
organizado por el Partido Comunista (P.C.) de Villa Regina que conducía el
vecino del barrio Villa Alberdi el recordado Rodolfo Felicevich.
Es de las historias que la historias oficiales no comentan.
Siempre hay un rey sobre un caballo
en las viejas ciudades;
lo custodian las fuentes y los niños
y un insólito pájaro.
Cuando los veo, pienso que la muerte
mira de las estatuas
armada hasta los dientes, con sus ojos
de bronce clausurado.
Si pregunto por ellos, me describen
galopes y batallas.
Nunca al caballo libre en las praderas
ni al señor en su casa.
Todos cuentan la historia por las guerras
en las viejas ciudades
y por más que pregunto nadie sabe
describir la morada
donde amasaba pan el panadero
y su mujer hilaba.
La historia que nos cuentan es la historia
de una que otra batalla,
pero jamás nos dicen que, entretanto,
el labrador sembraba
y que, segando el trigo de la vida;
los jóvenes se amaban
mirándose a los ojos, como miro
la paz en tu mirada,
mientras paseamos por la antigua plaza
con un rey a caballo
donde juegan los niños y las fuentes
son catedrales de agua.
La paz, amor,
es ese pájaro insólito que, a veces,
se posa en las estatuas.
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