En el siglo IX se introdujo en Occidente la fiesta de la
Concepción de María, primero en Nápoles y luego en Inglaterra.
En 1128, un monje de Canterbury llamado Eadmero escribe el
primer tratado sobre la Inmaculada Concepción donde rechaza la objeción de San
Agustín contra el privilegio de la Inmaculada Concepción, fundada en la
doctrina de la transmisión del pecado original en la generación humana.
El franciscano Juan Duns Escoto, al principio del siglo XIV,
inspirado en San Francisco (siglo XIII, devoto de la Inmaculada) afirmando que
Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de
mediación más excelso: Cristo la redimió preservándola del pecado original. Se
trata una redención aún más admirable: No por liberación del pecado, sino por
preservación del pecado. Escoto preparó el camino para la definición dogmática.
El 8 de diciembre de 1854, por medio de la Bula Ineffabilis
Deus, el Papa Pío IX declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción de María:
“Declaramos, proclamamos y definimos que la beatísima Virgen María fue
preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de
su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente y en
atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano. Esta
doctrina está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída
por todos los fieles”.
En ese momento, sonaron al unísono las 300 campanas de las
torres de Roma y se echaron a volar miles de palomas mensajeras.
Simultáneamente, en todos los templos católicos del mundo se celebraron grandes
fiestas en honor de la Inmaculada Concepción.
La Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana, fue
concebida sin la mancha del pecado original, como divino don a quien estaba
predestinada a ser la Madre de Jesús.
Según la doctrina de la Iglesia Católica, Santa María quedó
preservada de toda culpa, pues desde el primer instante en que fue constituida
como persona, lo fue inmune de toda mancha de pecado, al igual que luego su
hijo Jesús.
Este Dogma o Artículo de fe de la religión Católica,
Apostólica, Romana manifiesta que el pecado original se transmite a todos los hombres
por generación natural, de tal modo que todos son concebidos en pecado. Pero
María fue el primer ser humano desde Adán y Eva que nació sin esta mancha o inclinación al mal.
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