Los seres imprescindibles decía cierto escritor "son aquellos que forman parte de tu cotidianeidad, y por el solo hecho de hacerlo percibís su cabal importancia cuando ya no están". Tal cual. Eso me pasó (y quizás a mucha gente también) con la muerte de Roberto Gómez Bolaños; y a pesar de muchos personajes como el Chapulín Colorado, el Dr. Chapatín o el Chómpiras, para mí "Chespirito" (tal su nombre artístico) es y seguirá siendo el Chavo.
Pertenezco a la primera generación que se crió con ese niño huérfano que vive en un barril de la vecindad. Recuerdo llegar de la escuela secundaria en el anochecer frío de invierno y encontrarme con mis viejos y algunos primos preparados para ver "El Chavo" por Canal 7, y las risas y los comentarios luego de terminado el programa. Eso provocaba la serie cuando comenzó a emitirse en la década del 70 en Argentina, una verdadera revolución, una fiebre que a todos nos alcanzaba. Recuerdo que aprendimos que "recámara" era la habitación, que "torta" era sándwich, "vecindad", una especie de conventillo, "piñata", un globo grande con golosinas adentro (gracias al programa las piñatas comenzaron a ser frecuentes en los cumpleaños de nuestros niños).
También las bromas en el colegio, en los cafés, en el trabajo tenían inevitablemente alguna de las frases del programa: "Bueno, pero no te enojes", "Cállate, cállate que me desespeeeras", "¡Tenía que ser el Chavo del ocho!" y tantas más. Las generaciones pasaron y el programa de la vecindad y sus personajes siguió repitiéndose hasta hoy; y aunque muchos nos conozcamos de memoria los capítulos nos seguimos riendo con la inocencia de sus gags.
Inocencia, ingenio, humor y talento me parecen cuatro palabras que pueden resumir el arte de Gómez Bolaños. Talento e ingenio para hacer con un pequeño decorado en un piso de televisión y dos o tres cachivaches de utilería, la serie en español más vista de la historia y una de las más exitosas del mundo, con un presupuesto que cualquier tira mediocre europea o estadounidense se lo gasta en el primer capítulo.
Humor e inocencia. A la inocencia propia de la niñez, los niños le agregaban ingenuidad (el Chavo), picardía (la Chilindrina), capricho y torpeza (Quico). Los mayores componían algunos personajes arquetípicos como el maestro de escuela, el dueño de la vecindad, el pícaro y vago, la madre sobreprotectora y disconforme con sus vecinos, la solterona, etc.
Una de las claves de ese humor era la repetición de determinadas escenas como el inevitable golpe que recibía Don Barriga por parte del Chavo, los pellizcos de Don Ramón a Quico, la cachetada de Doña Florinda, la tacita de café, etc. Golpes, caídas, corridas abundan en la serie.
Otra clave del humor del programa se debe al brillante uso que se hace del idioma, lo que muestra el conocimiento y la maestría para manejarlo de Gómez Bolaños. Muchos de los chistes se basaban en el equívoco, es decir ante dos acepciones de una palabra cada uno entendía cosas diferentes; pero los que más abundan son aquellos que se basan en nuestras frases hechas, en esas "metáforas muertas" (por ejemplo cuando decimos: cae la tarde). En estos casos el humor consistía en que los niños tomaban el sentido literal de las palabras y no el figurado por lo que se generaba toda una serie de malentendidos.
Según recuerda el autor en su autobiografía "Sin querer queriendo" (2006) "El Chavo" surgió de la necesidad de presentar un sketch corto con dos personajes, un niño y un vendedor de globos. El sketch tuvo éxito y luego se le sumaron más actores y así nació la serie con un formato de media hora todos los miércoles.
"El Chavo" continúa a pesar de todo, incluso de la muerte de su creador. Atrapado en su cápsula de tiempo sigue siendo eternamente niño. Nosotros no. Hemos acumulado otoños e inviernos; pero cada vez que miramos ese mundo de la vecindad y sus personajes, algo del niño o de la niña que fuimos sigue vivo.
Publicado en Diario "Río Negro", 4 de diciembre de 2014.
Imágenes: internet.
Imágenes: internet.
Que Bonita Vecindad
Que Bonita Vecindad
Es la Vecindad del Chavo
No valdrá medio Centavo
Pero es Linda de Verdad.
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