Don Leopoldo Marechal es un hueso difícil de roer. Se lo
cita mucho y se lo lee poco. Figura compleja, fundamentalmente desde mi punto
de vista, por las tradiciones que sintetiza de manera magistral: VANGUARDIA,
CRISTIANISMO y NACIONALISMO. A excepción de la primera, las otras dos causan
escozor a la tradición liberal que lo recluyó al ostracismo tras adherir sin
medias tintas al Peronismo. Pero hay algo más: al “poeta depuesto” no lo
conforman nada más los liberales, sino también nosotros, los peronistas. Su
relación con la revolución nacional distó de ser sencilla. Fue un tipo muy
crítico de la burocratización y las posturas obsecuentes dentro del movimiento,
lo que hacia 1951 lo llevará a renunciar a su cargo en el Ministerio de
Educación (cuando la Dirección General de Cultura se transforma en Secretaría
es designado en un cargo menor, como responsable de la Dirección de Enseñanza
Artística). La profundización hacia el ´54 del enfrentamiento del General con
la Iglesia hizo también lo suyo. En el campo de la cultura estatal, el
reconocimiento a un sincero adherente al peronismo no existió, ni en el caso de
Marechal ni el de tantos otros: Jauretche, Scalabrini... parece que ayer, como
hoy, pesa más la mansedumbre que otros valores más caros a la Patria. Sin
embargo, los que con aciertos y errores mantenemos sin cuartel la prédica y la
labor tenaz en torno a la necesidad urgente de reconstrucción del Frente de
Liberación Nacional frente a la acechanza constante del imperialismo y sus
aliados internos, a sabiendas de que lamentablemente dentro de las filas
propias la autocrítica las más de las veces equivale al suicidio, nos animamos
al delito de la discrepancia porque sabemos que lealtad no es obsecuencia. Que
la lealtad para los peronistas consiste en sostener el INTERÉS NACIONAL caiga
quien caiga y cueste lo que cueste. Necesitamos recuperar la épica que alienta
la conquista de la política como tarea noble, la vocación de servicio al
prójimo y el sacrificio de toda ambición individual para poder atender al
hermano que sufre, a nuestro pueblo, a nuestra clase trabajadora. Decía
acertadamente Marechal: "El país ha sido enajenado, y la raíz de su
penuria está en su misma enajenación; es necesario RECOBRAR EL PAÍS, a todo
trance, aquí y ahora. (…) Sólo cuando el país entero vibre y se enaltezca en la
UNIDAD de un sólo acorde que sea música de sí mismo y vibración de su alma,
sólo entonces nuestro país será una gran provincia de la Tierra.” Que así sea.
Por Iciar Recalde (Facebook).
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