La Misa Criolla, la composición folclórica y religiosa del músico Ariel Ramírez, sonó ayer bajo la cúpula de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, frente al papa Francisco. Fue cantada por Patricia Sosa y dirigida por el hijo de Ramírez, Facundo.
Se escucharon instrumentos autóctonos americanos, bombos, el charango de Rodolfo Ruiz, la quena con Tukuta Gordillo, y también la voz solista de Claudio Sosa (sobrino de Mercedes Sosa).
Para conmemorar los 50 años de la creación de esta pieza musical fue elegida para la festividad religiosa de Nuestra Señora de Guadalupe, la patrona de México y del continente Americano.
Como es costumbre del papa Francisco no se pierde oportunidad para hacer política, y pidió por un nuevo modelo de desarrollo en el mundo, y que el porvenir sea forjado por los pobres y los que sufren. En varios artículos de La Izquierda Diario demostramos las cuantiosas sumas que maneja el poderoso Vaticano y el llamado Banco de Dios. También la responsabilidad del encubrimiento a curas abusadores de niños. Que el papa hable del porvenir de los pobres y de los que sufren es de una profunda hipocresía aunque sus palabras sonaran entre las melodías folclóricas.
Un cúmulo de simbología para ocultar tanta opresión
Nuestra Señora de Guadalupe es venerada en todo el continente latinoamericano, con iglesias en todos los países. Cuenta la leyenda cristiana, que fue el 12 de diciembre de 1531 que la virgen se le apareció a Juan Diego y le pidió que se construyera una basílica en la ciudad de México, y luego siguen en la historia una serie de detalles místicos y fantasiosos.
Pero el dato importante es que esta virgen aparece diez años después de la caída de México-Tenochtitlan en manos de los conquistadores españoles, la derrota de los pueblos originarios y la cristianización forzosa de la mayoría de ellos.
La misma imagen de la virgen intenta ocultar el aplastamiento cultural de América Latina encabezado por la iglesia católica. El color de su piel no es blanca por lo que es llamada también la Virgen Morena, aunque su rostro no es ni español ni indígena. Incluso sus manos, una es blanca y estilizada, y la otra oscura y rechoncha, se unen como rezando. Como si ella fuera “el encuentro entre dos mundos”, “la unión entre conquistadores y oprimidos”, “la fusión de dos razas”.
En la misa del viernes en el Vaticano el papa Francisco mencionó a los pueblos originarios, hasta hubo una oración en náhuatl, y fue desplegada la wiphala, la bandera emblema de los pueblos andinos, que simboliza la lucha por sus derechos perdidos en la conquista española. La misma manipulación que en los años 1500, como diría el músico argentino León Gieco, “Cinco siglos igual”.
La Misa Criolla, la composición folclórica y religiosa del músico Ariel Ramírez, sonó ayer bajo la cúpula de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, frente al papa Francisco. Fue cantada por Patricia Sosa y dirigida por el hijo de Ramírez, Facundo.
Se escucharon instrumentos autóctonos americanos, bombos, el charango de Rodolfo Ruiz, la quena con Tukuta Gordillo, y también la voz solista de Claudio Sosa (sobrino de Mercedes Sosa).
Para conmemorar los 50 años de la creación de esta pieza musical fue elegida para la festividad religiosa de Nuestra Señora de Guadalupe, la patrona de México y del continente Americano.
Como es costumbre del papa Francisco no se pierde oportunidad para hacer política, y pidió por un nuevo modelo de desarrollo en el mundo, y que el porvenir sea forjado por los pobres y los que sufren. En varios artículos de La Izquierda Diario demostramos las cuantiosas sumas que maneja el poderoso Vaticano y el llamado Banco de Dios. También la responsabilidad del encubrimiento a curas abusadores de niños. Que el papa hable del porvenir de los pobres y de los que sufren es de una profunda hipocresía aunque sus palabras sonaran entre las melodías folclóricas.
Un cúmulo de simbología para ocultar tanta opresión
Nuestra Señora de Guadalupe es venerada en todo el continente latinoamericano, con iglesias en todos los países. Cuenta la leyenda cristiana, que fue el 12 de diciembre de 1531 que la virgen se le apareció a Juan Diego y le pidió que se construyera una basílica en la ciudad de México, y luego siguen en la historia una serie de detalles místicos y fantasiosos.
Pero el dato importante es que esta virgen aparece diez años después de la caída de México-Tenochtitlan en manos de los conquistadores españoles, la derrota de los pueblos originarios y la cristianización forzosa de la mayoría de ellos.
La misma imagen de la virgen intenta ocultar el aplastamiento cultural de América Latina encabezado por la iglesia católica. El color de su piel no es blanca por lo que es llamada también la Virgen Morena, aunque su rostro no es ni español ni indígena. Incluso sus manos, una es blanca y estilizada, y la otra oscura y rechoncha, se unen como rezando. Como si ella fuera “el encuentro entre dos mundos”, “la unión entre conquistadores y oprimidos”, “la fusión de dos razas”.
En la misa del viernes en el Vaticano el papa Francisco mencionó a los pueblos originarios, hasta hubo una oración en náhuatl, y fue desplegada la wiphala, la bandera emblema de los pueblos andinos, que simboliza la lucha por sus derechos perdidos en la conquista española. La misma manipulación que en los años 1500, como diría el músico argentino León Gieco, “Cinco siglos igual”.
La izquierda diario.
http://www.laizquierdadiario.com/El-Vaticano-y-la-Misa-Criolla-cinco-siglos-igual
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