Siempre estoy apurada. Dios me hizo así y no tengo más
remedio que seguir para adelante” eso decía Tita Merello, una mujer hecha a si
mismo que la peleo desde abajo y dejó a más de uno “rezongando como un Ford”
como dice el tango se dice de mí que pareciera hecho para Tita aunque fuera
para un hombre pero ella lo popularizó y lo hizo propio. “Se dice de mí” con
letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro en 1943, el tema era sumamente
popular en nuestra Argentina pero con
los años sería relacionado y/o “apropiado” por Tita Merello décadas después,
cuando se acrecentaron sus apariciones televisivas y el público pudo conocer su
opinión personal. Además, Merello lo volvió a cantar en 1955, durante Mercado
de Abasto, con dirección de Lucas Demare.
Tita Merello una cantora popular argentina, hija de una
plachadora llamada Ana Giannelli que nació el 11 de octubre de 1904 que sabía
lo que “mamarla desde chica” en el conventillo del Barrio de San Telmo. A su
padre Santiago Merello Tita no lo conoció. A los 10 años fue enviada a trabajar
como boyero en una Estancia de la provincia de Buenos Aires.
"Comencé mi camino por las calles. Tenía Mucha hambre.
Cómo habrá sido la expresión de mi rostro que un hombre se dio cuenta de mi
miseria. Me preguntó qué me pasaba y le contesté: tengo hambre. No podía
simular otra cosa. ¡Qué mejor que decir la verdad! por un mendrugo de pan
hubiera dado cualquier cosa. Solo los que padecieron hambre podrán
comprenderme. Ese hombre entró a un comercio y me compró un sándwiche. No sé de
que era. Pero me pareció el manjar más exquisito. Jamás me olvidaré de ese
hombre, de su compasión. Con ese sandwiche me alivió el hambre. Era judío, por
eso siento respeto por los judíos” decía ella.
La pobreza extrema le impidió concurrir a la escuela. Recién
a los 15 años aprende a leer y escribir de la mano del redactor periodístico
Eduardo Borrás. Luego como mujer agradecida que progresaba en la vida Tita
siempre compraba el diario que el escribía.
Nada le vino como “Maná del cielo” Tita fue una “mujer que
hizo a sí misma”. Dueña de una personalidad desbordante, directa y frontal.
Decía compartiendo las enseñanzas y experiencias vividas: “Me costó trabajo aprender a vivir, pero
aprendí a vivir, a leer, a pensar por mi cuenta. Si fuera verdad que la
inteligencia se desarrolla mejor cuando encuentra resistencia, yo tendría que
ser la mujer más inteligente del mundo. Fui resistida y resistente”.
Caída en desgracia por su adhesión al Peronismo a partir del
golpe de Estado de 1955, entró en una profunda depresión pero la intervención
de su amigo “la voz argentina” Hugo del Carril sirvió para que poco a poco
resurgiera de sus cenizas. Por aquellos
años quedó marginada y cantó en
parques de diversiones y en circos para poder mantenerse.
Quedó sin estrenar por aquellos años uno de sus filmes “La Morocha” bajo la dirección de Ralph Pappier.
Quedó sin estrenar por aquellos años uno de sus filmes “La Morocha” bajo la dirección de Ralph Pappier.
El 1 de mayo de 1958, habiendo ganado las elecciones
presidenciales, Arturo Frondizi, que integraba la Unión Cívica Radical
Intransigente, asumió el cargo de presidente de la Nación Argentina, por lo que
Merello pudo retornar a su país natal definitivamente.
En la pantalla chica desarrolló un sólido rol de opinadora en
los Sábados circulares de Nicolás
Mancera alrededor de 1968 y en el que acompañada al entonces joven Víctor Sueiro donde
inmortalizó la frase “muchacha, hacete el Papanicolau” pasó sus últimos años en
una habitación de la Fundación Favaloro una clínica privada de excelencia en la
Argentina. Falleció a los 98 años en la Nochebuena de 2002.
“TITA DE BUENOS AIRES”
ES UN TANGO DEDICADO A TITA MERELLO POR CACHO CASTAÑA QUIEN LA VISITABA EN LOS
ÚLTIMOS AÑOS CUANDO ESTABA INTERNADA EN LA FUNDACIÓN FAVOLORO. Cuenta Cacho
Castaña en una entrevista que le hiciera en el 2004 el diario Página 12:
"Los últimos cinco, seis años de su vida hablábamos todos los días por
teléfono. Me retaba, me carajeaba... A veces iba a visitarla y no me atendía,
no me dejaba pasar. “Pendejo, vos sabes que estoy comiendo y después duermo,
vení a las cinco de la tarde”, me decía. Pero era maravillosa. Un día estábamos
caminando en el pasillo de la clínica, con su bastoncito, despacito, y me dice:
“Mirá, pendejo, pensar que tuviste tantas minas y terminaste con la viejita
Merello en lo de Favaloro”.
TITA DE BUENOS de Cacho Castaña.
Te pintaron las cejas con dos pinceladas de asfalto caliente
y quedó Buenos Aires dibujada en tu frente.
Y esa pena de amor que agrandó tus ojeras, faltando a la
cita,
no pudiste borrarla ni con agua bendita.
Era escudo y espada tu palabra atrevida,
tu mirada insolente, cuanto miedo tenías que te dañe la
gente.
Esa gente que hablaba y que mal comentaba tu sabiduría.
Ellos nunca supieron lo que tu ya sabías
Tita de Buenos Aires, Tita mía,
la de los tangos calientes y las manos tan frías,
la de plegarias al cielo como la Madre María.
La del mercado de Abasto, la del paseo en tranvía.
Ese loco coraje de potro salvaje, te galopa en las venas
cuando bailas un tango, cuando cantas tus penas.
Y aunque tires la bronca, me trates de loco,
de nada me quejo, tu mirada en silencio es también un
consejo.
Te pintaron las cejas con dos pinceladas de asfalto caliente
y quedó Buenos Aires y su calle Corrientes.
Esa pena de amor que agrandó tus ojeras faltando a la cita,
no pudieron borrarla ni con agua bendita.
Tita de Buenos Aires, Tita mía,
la de los tangos calientes y de las manos tan frías,
la de plegarias al cielo como la Madre María.
La del mercado de Abasto, la del paseo en tranvía
Que pocos, que pocos se dieron cuenta cuanto miedo les
tenías.
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