El insólito caso de la ventana que costó $ 3 millones y llegó a la Corte.
Un vecino de Roca no la tapó en tiempo y forma, como se había comprometido, y ahora le reclaman la ejecución de una cláusula de 100 dólares diarios de multa por la demora.
Lo que debería haberse resuelto en unas horas con una mediación por el conflicto entre dos vecinos de Roca por una ventana que debía ser anulada derivó inesperadamente en un juicio millonario con la intervención de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El extraño caso de “la ventana” se inició en el 2009 cuando un hombre (abogado y exjuez) que vive en el centro de Roca le vendió una propiedad a una familia.
Una de las condiciones que pusieron los compradores fue que se tape una ventana que estaba en un primer piso, que daba a la pared que dividía ambas propiedades, aduciendo “inseguridad y afectación de la intimidad”.
El vendedor aceptó la condición, e incluso firmó ante escribano público un compromiso de tapar la ventana con “ladrillo o un material similar”. En ese documento figuraba una cláusula que decía que en caso de que el arreglo se demorara debería pagar una multa de 100 dólares diarios.
Los días pasaron y, como el vendedor no cumplía con su parte, los compradores iniciaron acciones legales. En octubre de 2012, un fallo de primera instancia le dio la razón a la familia que reclamaba. Adujeron que, si bien el cerramiento se había hecho, no era del material que se había acordado: estaba hecho con ladrillo transparente. Se instó al hombre a realizar la obra como estaba estipulado en el contrato y además se le aplicó una sanción de 5.000 dólares.
Luego de unos meses el abogado que vendió la propiedad finalmente tapó la ventana con ladrillo hueco, pero tiempo después le llegó otra demanda para hacer cumplir la cláusula de los 100 dólares diarios, que totalizaban 50.000. Con la cotización actual rondando los 60 pesos por dólar, la deuda trepó a 3 millones de pesos.
El hombre asumió la responsabilidad por el incumplimiento pero explicó que firmó el documento sin haberlo leído en profundidad e insistió en que la multa es “exhorbitante”.
“Pagué la multa. Después tuve que esperar que llegara mi albañil que estaba de vacaciones. Pusimos los ladrillos comunes. Pasó el tiempo y después recibí otra demanda, para cumplir la cláusula de los 100 dólares diarios, que sumaban 50.000 dólares, una locura. Nos presentamos con mi abogado para explicar que ya estaba todo hecho, pero no nos escucharon. Soy un hombre grande que no tiene muchos bienes, si tengo que pagar semejante cantidad de plata me quedo en la calle... todo por una ventana. No lo puedo creer”, relató el demandado.
Para tratar de revertir el fallo apeló varias veces e incluso recurrió al Superior Tribunal de Justicia rionegrino, que en febrero de este año rechazó el recurso en queja interpuesto contra un recurso de casación denegado; y en mayo pasado declaró inadmisible el recurso extraordinario federal.
A pesar de las negativas de la Justicia rionegrina, el exjuez no declina su postura al punto que recurrió a la Corte Suprema de la Nación para interponer queja porque se le había denegado el recurso extraordinario federal.
Ahora tendrá que esperar que los jueces que deciden sobre las causas más importantes del país analicen el caso de la ventana.
Análisis: Un despropósito.
Poner a trabajar durante 10 años a abogados, secretarios y decenas de jueces, de primera instancia, de impugnación, del Superior Tribunal de Justicia y hasta de la Corte Suprema de la Nación, solo para dirimir un simple conflicto entre dos vecinos por la anulación de una ventana de un primer piso es un verdadero despropósito.
Más allá de cuál de las dos partes tenga razón, este conflicto se debió haber resuelto a través de una mediación judicial, y es la misma Justicia la que debió haber impedido que el caso avanzara en sus escritorios.
Este tipo de casos conspira ampliamente con el genuino reclamo de un correcto servicio de justicia.
Si un problema por una ventana demanda una década de proceso judicial, qué puede esperar una víctima de violencia de género, de un abuso sexual, de un robo violento o la familia de alguien que fue asesinado...
Nada modificará el descreimiento hacia la Justicia, si ella misma no mejora hacia su propio interior.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 18 de agosto de 2019.-
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