La idiotez viral
por Álvaro Vargas Llosa.
ABC, Madrid
Uno pensaría que durante el encierro la gente trabaja a distancia, hace ejercicios, lee, escucha música, ve películas, practica el sexo virtual o contempla con filosófica disposición las musarañas (exagero: las musarañas son un horripilante mamífero). Pero hay gente que hace algo más: cultivar la idiotez. Peor aún: la idiotez ideológica. Leo en Estados Unidos y Europa, donde súbitamente parece haber una concentración muy espesa de idiotez por metro cuadrado, que el coronavirus prueba que los gobiernos son la salvación y las empresas, las culpables.
Por lo menos el opio que fumaron Keats y Coleridge contribuyó a la gran poesía romántica del siglo XIX, pero lo que fuman estos ideólogos nos puede arruinar aún más. Veamos. ¿Por qué Corea del Sur ha controlado el Covid-19? Porque cuatro empresas desarrollaron velozmente la prueba del virus sin que el Gobierno les pusiera trabas. Las pruebas masivas facilitaron el aislamiento del problema por parte del propio Gobierno. ¿Por qué en Estados Unidos todo salió al revés? Porque a empresas como Roche, que desarrollaron una prueba desde enero, no se les dio autorización para distribuirla. Sí se la dieron a una agencia federal, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, mientras se la negaban a los privados y prohibían el ingreso de «kits» de prueba del extranjero. La prueba oficial resultó no sólo lenta sino... ¡fallida! Cuando, derrotado, el Gobierno dio luz verde a Roche el 29 de febrero, ya era tarde.
¿Sabemos de algún burócrata que haya desarrollado un tratamiento? No, pero varias empresas están avanzando, entre ellas Gilead Sciences, que ha iniciado la fase 3 de sus estudios con Remdesivir (varios gobiernos europeos ahora colaboran con sus ensayos). La sanidad pública ha dado muestras alrededor del mundo del sacrificio y la entrega emocionantes de sus profesionales, pero esos héroes y heroínas han tenido que actuar en un ambiente agravado por la incompetencia de políticos y aparatos estatales. Han sido, junto con los fallecidos, sus víctimas privilegiadas. La sanidad pública italiana, en manos de un personal extraordinario, se vio desbordada en pocos días.
Observo a muchas empresas que gracias a su robustez pueden aliviar la tragedia sanitaria y el drama de una economía que se ha parado en seco. Desde Amancio Ortega, que está movilizando su capacidad logística desde China para ayudar a los servicios sanitarios españoles, hasta Cisco, que pagará salarios completos a quienes no están en nómina y trabajan horas reducidas desde sus casas, la iniciativa privada multiplica los esfuerzos por sostener al mundo. Podrían los apologistas de la idiotez decir que los tiburones capitalistas lo hacen porque no quieren quedarse sin consumidores, pero caerían en la deliciosa contradicción de remedar a Adam Smith, el que decía que no era por la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que obteníamos nuestra cena, sino por la preocupación de sus propios intereses…
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