Bautizado en la Iglesia Metodista, Guillermo Hudson dejó una profunda huella en la cultura nacional: fue un gran naturalista y escritor. Antes, el inglés James Thompson, pastor bautista y educador y el reverendo anglicano William Morris, docente y filántropo.
Muchas personalidades del mundo evangélico dejaron fuertes improntas en la educación y la cultura de nuestra Argentina.
El primero de ellos fue el inglés James Thompson, pastor bautista y educador que recorrió varios países latinoamericanos, siendo el primero que trajo la Biblia a nuestro país e hizo como misionero los primeros fieles.
Su labor como educador trascendió los límites de nuestra República, dado que implementó el llamado sistema educativo “lancasteriano”, en el cual los alumnos más aventajados actúan como monitores para enseñar a leer y escribir a otros alumnos.
Estableció muchas escuelas (año 1818) y fue designado por el Cabildo como director general de escuelas por su labor. El mismo general José de San Martín en 1822 lo llamó para que aplicara ese método en Perú, siendo recibido por el Padre de la Patria en forma muy amistosa. Falleció en Londres en 1854 a los 66 años de edad.
Como un dato curioso los historiadores se preguntan si la Biblia que poseía el general Facundo Quiroga (era un gran lector de ella) sería unas de las Biblias traídas por Thomson.
La otra personalidad evangélica, tal vez la que más influyó en la educación en nuestro país fue la del reverendo William Morris.
Pastor anglicano del ala evangélica, educador, filántropo, llegó a fundar más de 30 escuelas y albergues.
“Recorría puerta en puerta con su pequeña valijita de cuero solicitando donaciones a su causa, contando así con más de 250.000 alumnos en sus registros oficiales (se estiman 50.000 más en registros extraoficiales), educados por este gran filántropo.
Su himno preferido era “Cuando al arcángel pase lista”. Fue quien implantó el uso del guardapolvo blanco en las escuelas.
Como en la extrema pobreza llegó a vivir en un conventillo de La Boca, allí fundo sus primeros establecimientos educativos. Llega también a fundar en ese barrio la Misión Metodista, siendo uno de sus predicadores. También fundó el Hogar El Alba para niños huérfanos, habiendo pasado por esa casa varios eminentes personajes de la cultura y la política nacional.
Su frase lema fue: “Pasaré por este mundo una sola vez. Si hay alguna palabra bondadosa que yo pudiera pronunciar, alguna noble acción que yo pueda efectuar, diga yo esa palabra, haga yo esa acción ahora, pues no pasaré más por aquí”.
Enfermo y empobrecido falleció el 15 de septiembre de 1932 en su pueblo natal de Sohan. Unas leyendas puestas en su lápida dicen: “Fue una de esas vidas que dulcemente obligan a creer en Dios” y la otra: “La senda de los justos es como la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto”.
Se filmó una emotiva película sobre su vida y obra interpretada en el papel protagónico por Narciso Ibáñez Menta y hasta varios presidentes de la Nación que lo trataron quedaron admirados de su labor y su vida moral.
Una localidad hoy lleva su nombre y varias calles, como asimismo hay erigidas varias estatuas en su recuerdo. En el parque Tres de Febrero en un monumento se lee la inscripción de una de sus frases: “Los niños juegan y estudian. Los niños son los más preciosos tesoros de la Patria”.
Otro de los evangélicos que dejó una profunda huella en la cultura nacional fue el naturalista y escritor argentino (luego radicado en Inglaterra) Guillermo Enrique Hudson, que dejó para las letras su libro más conocido “Allá lejos y hace tiempo”.
Según sus biógrafos, Hudson y sus hermanos (eran cuatro varones y dos niñas) fueron llevados a bautizar en la primera Iglesia Metodista, situada en la calle Corrientes de la ciudad de Buenos Aires, donde existe un registro con dichas partidas de bautismo. Dejó una gran cantidad de títulos, entre ellas “Aves del Plata”, de las cuales era un estudioso. Su libro “Allá lejos y hace tiempo” también fue llevado al cine. Al igual que Morris, en su honor se nombró con su apellido una localidad homónima en el partido de Berazategui y tiene estatuas y monumentos que recuerdan su memoria.
Otro de los evangélicos que se incorporó, esta vez al mundo de la historieta, era un vendedor de Biblias que nadie sabe su nombre real, pero sí el ficticio “Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia”.
Cuenta su creador Lino Palacio que se inspiró en un hombre que vendía la Biblia en la calle Bolívar. “Era tremendamente solemne y, desde chico, he odiado a la gente solemne por sobre todas las cosas. En casa éramos alegres y no se nos había educado ceremoniosamente. Me dediqué a espiar a ese hombre. Y siempre estaba igual, profundamente serio. Me preguntaba si era por vender un libro tan serio como la Biblia. Un día, el hombre iba por una calle cuando vio una caja de fósforos tirada en el piso, miró para todos lados y le dio un puntapié. Entonces, entusiasmado, siempre mirando para todos lados y sin advertir que yo lo observaba, la siguió pateando a lo largo de la cuadra. Yo pensé: “Pobre, ese nunca tuvo infancia” y así nació Don Fulgencio.
También como Morris y Hudson Don Fulgencio cuenta desde 2013 su merecida estatua en el Paseo de la Historieta. También en la intersección de las calles Venezuela y Balcarce, en el barrio porteño de San Telmo se puede ver una recreación de Don Fulgencio, en tamaño real, aferrado a un manojo de globos de colores.
Algunos evangélicos que hicieron historia.
*Escritor de Valcheta.
Fuente de información e imagen: Diario "Río Negro", 6 de marzo de 2020.
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