20 de octubre de 1838: Fallecimiento de María de la Encarnación Ezcurra y Arguibel, artículo de Daniela Burico.
"Hablar de Encarnación Ezcurra es hablar de Juan Manuel de Rosas; como hablar de Juan Manuel sería imposible sin hablar de Encarnación. Así de entrelazada está su historia entre los dos pilares fundamentales del federalismo de nuestra Patria. Entre ellos nace el poder político del amor, de los ideales, de la independencia, del compañerismo y, sobre todo, de la lealtad entre si y hacia su pueblo. El pueblo que llamaría a Juan Manuel de Rosas “el Restaurador del Orden” y a doña Encarnación Ezcurra “La heroína de la Federación”.
Encarnación, esposa de Juan Manuel, fue sin dudas la fiel compañera y mano derecha del Gobernador, manejó la política del Río de la Plata siendo la primera mujer en conseguir poder político en la región.
Lo acompaño en su primera gobernación, y en el año 1932, la legislatura de la provincia de Buenos Aires le negó la renovación de las facultades extraordinarias, que le había otorgado en su primer gobierno. El Gobernador renunció y se sumergió a la campaña bonaerense, en la expedición al desierto.
Encarnación se puso al frente de la política en Bs. As, y mediante cartas, le informaba a Rosas cuales eran los movimientos, negociaciones, lealtades y traiciones.
La ferviente criolla lideró la fracción “Federales Apostólicos”, para así desestabilizar al gobierno de Balcarce, contra la fracción “Federales Cismáticos”, que serían la nueva grieta dentro del federalismo anti Rosista.
Fue la creadora de la “Sociedad Popular Restauradora” y “La Mazorca” que aunaba a las clases bajas y castigaba a los enemigos. Desde allí también manejó sus influencias políticas con habilidad y pasión. El poder pasaba por la casa de Encarnación, enfrentándose así a cualquier conspirador contra su marido y la causa de la federación. Esa actitud le valió el apoyo de los sectores más pobres, integrados por pardas, pardos, negras, negros, mulatas y mulatos quienes la convirtieron en la amada de los desposeídos, y la apodaron La Madre del Pueblo.
La caudilla militaba las periferias de la ciudad para darle el lugar que les pertenecía en la sociedad a los más humildes y atender sus necesidades, la Evita del siglo XIX.
En octubre del año 1833 la acción de Encarnación terminó con el gobierno de Balcarce, sumergido en una crisis económica, a través de la denominada “La Revolución de los Restauradores”, otorgándole así más adelante la Gobernación con las facultades extraordinarias a su querido compañero Juan Manuel de Rosas. Encarnación hizo, de esta manera, triunfar el victorioso estandarte de la Santa Federación.
Pasados 4 años de la revolución que lideró contra los enemigos de la causa, el 20 de octubre de 1838 tras una larga agonía, muere Encarnación Ezcurra.
La heroína de la federación tenía 43 años cuando falleció. Las crónicas de la época dan cuenta de que nunca antes una mujer había tenido semejante despedida. El duelo colectivo comenzó el domingo 21 de octubre, sonando cada media hora, grandes explosiones provenientes de cañonazos, bandera a media asta, un cortejo de 25 mil personas (el más grande hasta ese momento) entre ellos, negras, negros, mulatas, mulatos, gauchos y pardos del pueblo junto a los militares Federales, y hasta se dijo que algún unitario asistió disfrazado.
El pueblo estaba de luto, corbata negra, faja de moño con igual color en el brazo izquierdo, tres dedos de cinta negra en el sombrero y la divisa punzo a la que se le agregaría el cintillo. La Divisa federal en tanto, llevaría el retrato de Encarnación junto al de Juan Manuel. Los jueces de paz rindieron honores de Capitán General a la “Capitana” Encarnación Ezcurra. Los ritos fúnebres se repitieron durante todo el mes de noviembre.
La Gaceta Mercantil también tenía algo para decir de la Heroína: “En la época pavorosa en que su ilustre marido se largó a empresas inmortales, ella animó al débil, robusteció al fuerte, arrostró peligros, consagró sacrificios, y fue la digna compañera del joven ciudadano que, en escabrosos campos de gloria, recibía losados laureles y era saludado como Libertador del Pueblo”.
El historiador Julio Irazusta la inmortalizaría 100 años después: “De enorme eficacia le fue a Rosas la ayuda de su esposa para salir del paso lo mejor posible, la acción revolucionaria de Encarnación cuyo temperamento político se reveló en la acción como no inferior al de grandes mujeres de la historia desempeñaría el oficio considerado masculino de dirigir a los hombres y las mismas cualidades que una Isabel de Inglaterra o una Catalina La grande de Rusia.”
Encarnación fue sin dudas “la mujer” del siglo XIX. La Heroína de la Federación, La Caudilla, La Ardiente Federal, La Patriota, La Gran Ciudadana, La Señora Extraordinaria, La Independiente, “La Restauradora del Restaurador”, La madre del Pueblo, fueron solo algunos títulos que se supo ganar. Todavía la historia sigue siendo muy injusta con ella al no reconocer su valor y coraje.
Nos dejó un legado de PODER femenino, en tiempos donde reconocemos que nosotras estuvimos, estamos y estaremos siempre a la altura de las circunstancias en el momento de dar batalla por la Patria.
Hoy Encarnación nos trae la conquista del poder de la mujer en la política, porque si hubo, hay y habrá mujeres que hicieron y harán historia siempre fue, es y será de la mano del Federalismo.
¡Salud Heroína de la Federación, Salud Doña Encarnación Ezcurra!"
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