La inversión en infraestructura es vital para el crecimiento económico y el desarrollo. En las sociedades modernas, la producción es imposible sin rutas, agua, saneamiento, combustibles, electricidad, y cada vez más, sin energías renovables.
La infraestructura estimula el crecimiento de la economía al aumentar la productividad, reducir los costos de producción, diversificar la estructura productiva, la matriz energética, y al crear empleo. Hay mucha investigación empírica que demuestra la correlación positiva que existe entre el crecimiento y la inversión en infraestructura en América Latina y el Caribe (LAC).
En el caso de Argentina, la falta de desarrollo de infraestructura es una de las tantas variables que explican el estancamiento de los últimos años.
La formación bruta de capital fijo sobre PBI en nuestro país ha disminuido tendencialmente desde 2004, siendo del 14% en 2019 (último dato disponible). Esta proporción de inversión anual es muy baja comparada con algunos pares de la región.
El promedio de Latinoamérica y el Caribe fue de 20% como porcentaje de PBI, en promedio, durante el periodo 2004 a 2019, mientras que Chile y Brasil presentaron un promedio de 23% y 18%, resectivamente, como porcentaje de PBI.
Una de las razones del bajo nivel de financiamiento en proyectos de infraestructura es la falta de capacidad de Argentina para canalizar ahorro privado hacia este tipo de inversiones.
Hoy, la principal fuente de financiamiento para proyectos de infraestructura es el sector público. Hasta 2019 (último dato disponible), la inversión del sector público representó el 95% de la inversión en capital fijo, mientras que el 5% remanente, equivalente a 2.270 millones de dolares anuales, se repartió entre financiamiento bancario y financiamiento en el mercado de capitales.
Este número es bajo si se considera que los fondos comunes de inversión poseen el equivalente a 34.700 millones de dólares de activos bajo administración, de los cuales solo el 2,3% está destinado a fondos para proyectos de infraestructura.
Por su parte, los instrumentos de renta fija han sido el principal motor de la dinámica del mercado. En promedio, durante los últimos 5 años se emitieron alrededor de 600 millones de dólares por año en obligaciones negociables dollar linked, mientras que durante el mismo periodo se emitieron un promedio de 1600 millones de dólares en obligaciones negociables hard dollar.
En conclusión, el ahorro privado asignado a proyectos de infraestructura es muy bajo si se tiene en cuenta, además, que la inversión total en el sector ya lo es.
Actualmente, las compañías argentinas, en todos sus segmentos, es decir, telecomunicaciones, gas, petróleo, generación de energía eléctrica, servicios públicos y transporte, necesitan financiamiento del mercado local y extranjero para sortear el cuello de botella en infraestructura y seguir creciendo.
Para las instituciones, debería ser una prioridad normalizar el marco regulatorio. Para los inversores, debería ser una oportunidad de acompañar al sector.
En el mercado secundario, los bonos de las compañías de infraestructura están operando con un descuento adicional que se corresponde con el entorno macroeconómico en el que operan, pero que guarda relación con su estructura de capital, ni con su rentabilidad operativa y financiera.
En Argentina, hay mucho valor en algunas empresas que necesitan financiamiento para continuar explotando su potencial.
Los inversores tienen los fondos. Las compañías, necesidades financieras. La solución puede estar en mejorar el entorno macroeconómico, juntar las puntas y empezar a crecer.
Publicado en Diario "ÁMBITO FINANCIERO".
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