Por su dedicación la nombraron "Maestra de la Patria".
Rosario Vera Peñalosa fue la defensora de la educación hasta el final de sus días.
En casa, la “Charo” Peñaloza.
Nació el 25 de diciembre de 1873, en la Rioja, fue la menor de cuatro hermanos. A los diez años, su vida sufriría un cambio importante, la muerte de su padre y al poco tiempo de su madre, la dejarían huérfana. En su infancia vivió con una tía, quien cuidó de los estudios primarios hasta que ingresó a la Escuela Normal de La Rioja, dirigida por maestras norteamericanas, donde se graduó como Maestra Normal.
La educación desde el inicio.
Su hambre de conocimiento comenzó desde muy jovencita, y nada la detuvo. Se dirigió a la ciudad de Paraná donde fue alumna de Sara Chamberlain de Eccleston, en la Escuela Normal que funcionaba allí. Dos años después obtuvo el título de Profesorado superior de enseñanza, en el mismo lugar y, casi al mismo tiempo, cursó el profesorado destinado a la educación en jardín de infantes para, en 1897, graduarse como Profesora de Kindergarten, en la Escuela de Profesores del Jardín de Infantes de Paraná.
Ya formalizada su instrucción, tres años después, revolucionó la educación creando el primer jardín preescolar que funcionaba como anexo de la escuela Normal de La Rioja, logro que a los pocos años le valió ser nombrada vicedirectora de la institución. Un hecho importante que no puso fin a su camino, todo lo contrario.
Consciente de que siempre había un paso más para dar, continuó fiel a su idea de abrir jardines de infantes por otras provincias argentinas y se abocó a la educación preescolar. En Córdoba fue vicedirectora hasta 1912 que, desde la gran capital, la convocaron para que fuera la directora de la Escuela Roque Sáenz Peña, lo que mejoró notablemente la performance de la institución: sus alumnos se fueron incrementando y llegaron a quintuplicar su número, superando los mil quinientos inscriptos.
Su reforma metodológica y los problemas políticos.
Pero debido a sus ideas y expresiones políticas comenzaron algunos de sus problemas; en el año 1917 fue cesada en su cargo, lo que llevó a que cientos de voces salieran a favor de su defensa.
En aquellos años, la veta educadora de su existencia se transversalizó en otras expresiones: numerosos libros, conferencias, cursos para docentes, fundaciones escolares y tareas asistenciales, resultado de sus observaciones y diálogos con colegas de todo el país, recreados y convertidos en estrategias docentes y la creación de nuevo material didáctico para su soñada reforma metodológica.
En 1918, el Dr. Carlos María Biedma inaugura la Escuela Argentina Modelo en la ciudad de Buenos Aires, y para lograrlo le pide colaboración a Vera Peñaloza quien es, además, designada Directora. Nunca dejó de estudiar y siguió aprendiendo Dibujo, Pintura, Modelado, Grabado, Corte y confección, Tejido en telar, Artes decorativas y Trabajo manual.
En 1924 toma una nueva función: Inspectora de Enseñanza Secundaria Normal y Especial. En este cargo, se desempeñó hasta su jubilación, por razones de salud, en el año 1928.
Tres años después, el Consejo Nacional de Educación le asigna la creación del Museo Argentino para la Escuela Primaria que se instala en el Instituto Félix Bernasconi.
Dictó cursos en todo el país impulsando la enseñanza popular y las nuevas técnicas y didácticas en los jardines de infantes. Como mujer atenta a la conexión entre lo popular y nacional, fue primordial en su trabajo dedicarse a que los docentes se perfeccionen en temas cotidianos y en sumar el aporte de los pedagogos extranjeros reconocidos, lo teórico y lo práctico.
Escribió 25 libros, en su mayoría inéditos. Aunque su fuerte militancia fue su verborragia, aún más fuerte lo fue su accionar. Incansable fundadora de museos y jardines de infantes en todo el país, ocupó 22 cargos públicos y fue maestra en muchas provincias procurando aulas en todo el país.
Sus colegas, alumnos, ex alumnos y amigos, le obsequiaron un libro al cumplir 50 años de docencia con un texto que no dejaba dudas sobre su persona:
“A Rosario Vera Peñaloza, espíritu superior, noble y generoso, mujer abnegada y educadora ejemplar, que se ha dado y se da por entero a la educación, sin reparar en sacrificios y sin esperar recompensa y que tiene ganado, en buena ley, por su vasta cultura, su clara inteligencia, y su gran corazón el título de MAESTRA DE LA PATRIA, devotamente le ofrecen sus amigos de todo el país, colegas, admiradores, ex discípulos, este modesto recuerdo en sus bodas de oro con la escuela argentina. Día del Maestro, 11 de septiembre de 1945″.
El final a los 77 años.
Rosario Vera Peñaloza falleció el 28 de mayo de 1950 en Chamical, provincia de La Rioja de cáncer de útero. Entregó todo lo que poseía, acto que quedó plasmado en su testamento mostrando su generosidad la cual fue tal que donó hasta su vieja hamaca. En su honor, en diciembre de 2014, por medio de la Ley N° 27059, se estableció el “28 de mayo de cada año, como el Día Nacional de la Maestra Jardinera”.
Una frase supo eternizarla y describir su trayectoria: “No empieces, continua…”
Rosarito Vera, maestra.
Felix Luna (letra) y Ariel Ramírez (música)
Bienhaiga! niña rosario
Todos los hijos que tiene,
¡millones de argentinitos
vestidos como de nieve!
Con manos sucias de tiza
siembras semillas de letras
Y crecen abecedarios
en tu corazón maestra.
Yo sé los sueños que sueñas
Rosarito Vera, tu vocación.
Pide una ronda de blancos delantales
frente al misterio del pizarrón.
Tu oficio, qué lindo oficio,
magia del pueblo en las aulas.
Milagro de alfarería
sonrisa de la mañana.
Palotes, sumas y restas
tus armas son, maestrita,
ganando mansas batallas,
ganándolas día a día.
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