Por Jorge Vergara.
El churro no es argentino. Para que no queden dudas y para todos aquellos que dicen que el churro es un producto típico de las fechas patrias. Ni argentino ni latinoamericano, chino. O en el peor de los casos es un invento español.
Que se coma en fechas patrias es irrelevante, porque en definitiva es un alimento de todo el año.
El churro, de masa simple y sin demasiadas vueltas, es un invento chino que recorrió el mundo, a tal punto que con sus distintas versiones ya está instalado en España, América Latina en general, Portugal, Francia, Filipinas, Bélgica y parte de los Estados Unidos.
Lo que sí se puede decir que es un toque argentino, apenas un toque, es el agregado de dulce de leche, que en otros países puede ser crema pastelera, dulces de fruta y otros productos que les dan el agregado distintivo.
No se trata de un pérdida de identidad culinaria, simplemente una revisión de orígenes que se remonta a muchísimos años atrás y que sitúa a los churros en Asia y que los pone en la categoría de salados que se comían con el desayuno o la merienda.
Pero tampoco está claro si definitivamente son un invento chino. Ocurre que hay una corriente de la historia de las comidas que sostiene que se trata de una creación de los monjes españoles que idearon una masa frita simple y fácil de hacer para reemplazar el pan fresco que llevaba más tiempo de elaboración y un necesario paso por el horno que no siempre era posible en las montañas donde vivían.
En realidad poco importa el origen de un producto que se esparció por el mundo y que hoy es una delicia del modo que sea. En todo caso servirá para alimentar el orgullo, pero a la hora de las comidas las fronteras son siempre difusas porque una variante sutil puede darle el toque distintivo de una región o de un país.
No tanta vuelta, en todo caso será mejor disfrutar de los churros más allá de pensar quién fue el creador siglos atrás. Y si son con un toque de dulce de leche, mejor.
Publicado en Diario Río Negro, domingo 5 de junio del 2022.
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