María Jesús.

 

Por Juan Luis Gallardo.

Ha muerto mi hermana María de Jesús Gallardo de García Llorente, a quien llamában María Jesús.

Vivía junto al Río Colorado, que corre majestuoso al costado del casco de la estancia que perteneciera a su marido, José Ramón García Llorente. Alrededor de la casa hay caldenes y chañares. Y una pequeña capilla donde se celebra misa de cuando en cuando.

El lugar se llama Pichimahuida, que quiere decir Sierra Chica en araucano. A sus pobladores, ella y sus hijos, les decíamos Los Pichis. También había allí una escuelita donde éstos cursaron la enseñanza primaria.

En la zona hay pumas y jabalíes. Mis sobrinos cazaban jabalíes con cuchillo, cosa muy riesgosa. He visto yo, en General Acha, un camión con la portezuela hundida por haberla topado un jabalí enfurecido. A los largo del tiempo, la buena administración de los hijos consiguió ampliar la extensión incial de la propiedad.

Maria Jesús fue una gran señora. Era distinguida, amable. Su marido murió en un accidente que tuvo lugar en la llamada Ruta del Desierto, mientras viajaba acompañado por don Sixto de Borbón Parma, pretendiente carlista al trono de España.­

Yo no aprobaba ese modo de vivir apartado de la civilización, pues consideraba que mis sobrinos tendrían muchas dificultades para seguir estudios regulares. Pero me equivoqué, pues lograron tener una buena educación y abrirse paso en la vida.

A veces resultaba pavoroso vivir en Pichimahuida. Por los incendios que arrasaban el monte bajo, de jarillas, alpatacos, piquillines. En algún momento el fuego amenazó quemar las casas.­

Cerca de allí estaban las Sierras Chatas, donde mi padre construyó una casa con aspecto de fortaleza, después que le expropiaran el campo que tenía en las Sierras de Lihué Calel que hoy es parte de un Parque Nacional. A este campo Papá lo bautizó Santa María del Desierto. Y, en sus últimos años, pasaba allí largas temporadas, acompañado por su segunda mujer, Carmen Beatriz O'Neill, pues, previamente, había enviudado de mi madre, Celina Pirovano de Gallardo.­

Cierta vez, Sylvester Stallone, sobrevolando la zona en helicóptero, descubrió la casa que había edificado allí mi padre. Y quiso comprarla pagando cualquier precio. Pero mi hermana, con buen sentido, no se la vendió.

Me disculpará el lector que relate estas intimidades. Pero, como considero que resultan muy originales, cedo a la tentación de hacerlas públicas.­

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/516495-Maria-Jesus.note.aspx