
Norberto Serventi sigue asesorando a productores a sus 80 años. Foto: Cecilia Maletti.
Recorre los valles de Río Negro y Neuquén desde hace 53 años
y anticipa su futuro: «Ya está sucediendo».
Por su extensa trayectoria en el norte de la Patagonia y su inagotable curiosidad, Norberto Serventi se convirtió en un profundo conocedor de la historia productiva regional. Desde esa mirada, identifica tendencias y entiende hacia dónde vamos. Un relato sobre los orígenes del Alto Valle y sobre lo que encontró en la región al llegar en la década de 1970.
Norberto Serventi nació en Buenos Aires. Se graduó como
ingeniero agrónomo en la Universidad de La Plata en 1972, y desde entonces
nunca ha dejado de trabajar. Ese mismo año, desembarcó en el Alto Valle de Río
Negro y Neuquén para trabajar en una fruticultura que atravesaba su apogeo. Sin
embargo, su carrera se orientaría luego a la producción forestal, en particular
hacia la producción de madera con álamos.
Su trayectoria incluye el paso por firmas frutícolas,
forestales, agropecuarias e industriales presentes en Río Negro y Neuquén.
Además, fue docente en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad
Nacional del Comahue, dictando la materia “el cultivo de las salicáceas”
(álamos y sauces) durante 10 años. También fue coordinador del Tercer Congreso
Internacional de Salicáceas, celebrado en la ciudad de Neuquén en 2011. A sus
80 años, sigue brindando asesoramiento en importantes proyectos productivos.
[1972-1976] Fue ingeniero jefe de campo de Los Canales de
Plottier, una chacra frutícola de la empresa Zucamor ubicada en la localidad de
Plottier (Neuquén). Allí encaró un plan de expansión y de cambio tecnológico,
reemplazando montes frutícolas tradicionales por montes en espaldera.
[1976-1990] Se desempeñó como jefe del departamento técnico
de la Corporación Forestal Neuquina (Corfone). “Fui su primer ingeniero
argentino, necesitaban a alguien con experiencia en álamos”, recuerda Serventi.
[1990-1994] Fue gerente de producción en Los Chopos, la
empresa forestal de MAM SA (ex Álvarez Hermanos y Durán). Desarrolló
forestaciones en Pomona y Darwin (Río Negro) para abastecer la planta
industrial, a la que también estuvo íntimamente ligado.
[1994-2003] Se desempeñó como responsable técnico del
aprisionamiento de madera de álamo a la planta para la fabricación de celulosa
en Productos Pulpa Moldeada, planta ubicada en Cipolletti (Río Negro) y que hoy
se llama Celulosa Alto Valle. Allí fabrican celulosa de fibra corta.
[2003-Actualidad] Empieza a trabajar en forma autónoma, y lo
sigue haciendo a sus 80 años. En Servicios Neuquinos (Añelo, Neuquén) brinda
asesoramiento en proyectos forestales y forrajeros. Asesora a Las Taperitas
(Picún Leufú, Neuquén) desde sus primeros pasos en la región.
Entrevista a Norberto Serventi, un gran conocedor de los
valles de la Patagonia Norte.
PREGUNTA: ¿Cuándo y cómo llegó al Alto Valle?
RESPUESTA: El mismo año que me recibí, vine de La Plata al
Valle a través de un amigo. Yo vivía cerca de una empresa que necesitaba un
ingeniero autónomo recién recibido para una importante chacra frutícola de
Plottier. Antes de recibirme, ya tenía trabajo, pero yo antes ya había venido a
la Norpatagonia. Conocí San Patricio del Chañar (el Chañar) en 1971, cuando
todavía no era nada.
P: ¿Qué recuerda de el Chañar en ese viaje?
R: Apenas se emparejaban las primeras 500 hectáreas. En
Neuquén el desarrollo de la fruticultura se limitaba a Centenario, Plottier y
Vista Alegre, y ahí se terminaba. Pero el gobierno de la provincia ayudó a
través de líneas de crédito a la firma de Roberto Gasparri y así comenzó a
concretarse el Chañar. En 1972 se estaban plantando las primeras chacras en la
picada 1 y 2, con frutales. Hoy hay desarrolladas más de 3.000 hectáreas. Debe
haber sido la última colonización de Argentina con simbiosis Estado-privado.
Recuerdo un camino de ripio bastante áspero que atravesaba el Chañar y me
dijeron “acá va a estar el pueblo”. Y el Chañar es hoy una localidad
importante. Ese desarrollo fue todo un acontecimiento porque ahí se pasó de la
fruticultura de monte tradicional al monte en espaldera. Esa transición la
viví, y a mí me contrataron de la empresa Zucamor justamente para hacer esa
transformación. En aquel entonces, un productor con cinco hectáreas de peras
Williams era un potentado. Hoy con 30 hectáreas es duro sobrevivir.

«Villa San Patricio de El Chañar», reza el cartel en esta histórica imagen; de gafas y camisa amarilla, Roberto Gasparri. Foto extraída de «El Visionario», de Javier Avena.
P: ¿Qué sabe del origen del Alto Valle?
R: Fue con inmigrantes. Regina, Roca, Neuquén, Allen y
Cipolletti han sido colonizadas por inmigrantes italianos, y Huergo, Cervantes,
Godoy y Fernández Oro por inmigrantes españoles. Los primeros inmigrantes han
sido los pioneros de todo el desarrollo del Valle. Cuando vine estaba en una
época de auge. Esta corriente inmigratoria fue posterior al desarrollo del
sistema de riego que encaró el ingeniero Cipolletti, contratado por el
presidente Roca. Querían desarrollar a nivel nacional zonas bajo riego y él
empezó a hacer los estudios de las áreas de regadío, que son todas las zonas de
Cuyo. Después vino a la zona y en el año 1910 se empieza a hacer el dique
Ballester, de donde nace el canal que le ha dado vida al Valle con sus casi 100
kilómetros de recorrido hasta Regina. El milagro del Valle fue el riego.
Cipolletti fue el que marcó el rumbo y luego, producto de las guerras en
Europa, empezó toda la inmigración. Me parece que toda la gente de esa época
tenía mucha visión y, además, venían con mucha necesidad. Yo alcancé a vivir
ese espíritu de trabajo, y aún lo tengo, con 80 años sigo haciendo cosas porque
es algo que me apasiona. Además, mi hijo mayor Mauro es colega: es docente de
la Facultad local, especialista en suelos y sigue mis pasos.
P: ¿Cuáles fueron las primeras producciones en el Alto Valle,
una vez inaugurado el sistema de riego?
R: Forraje. Se empezó a sembrar alfalfa para fijar y
estabilizar suelo, porque ahí se trabajaba con caballos y con rastrones. Así
descubrieron que la alfalfa era un forraje importante. Formaba parte de una cadena
porque había animales, había aves. Empezaron con alfalfa no solo para fijar
suelos, sino también para que la gente pudiera alimentarse. Una de las primeras
especies que se introdujeron en el Alto Valle fueron los tamariscos, que
actuaban como protección de viento; el único árbol autóctono de acá es el sauce
colorado. Luego empezaron a desarrollarse las primeras chacras de frutas, cerca
de 1930 con la inmigración. Ahí había necesidades de madera para calefacción,
pero también para mover la fruta. Gente vinculada al Delta empezó a traer los
primeros árboles, álamos criollos. El transporte de la fruta se hacía por el
ferrocarril, se vendía fruta a Buenos Aires. A medida que fue aumentando la
escala, se empezó a descubrir la calidad de la fruta del Valle.
“El ferrocarril del Sud contrata a principios de siglo a Barcia Trelles, un ingeniero español, como director de su estación agronómica. En Cinco Saltos hizo los primeros ensayos con frutales.” Norberto Serventi, ingeniero agrónomo.
P: ¿Por qué se decidió producir fruta?
R: Siempre en el desarrollo de las distintas zonas, el
ferrocarril ha tenido mucho que ver. El Ferrocarril del Sud, después de la
conquista del desierto, fue lo primero que vino a la región. Era de los
ingleses y a principios de siglo contrata a Barcia Trelles, un ingeniero
español, como director de la estación agronómica creada para promover el
desarrollo científico de las tierras irrigadas en el valle. Él era un conocedor
de fruta y ahí en Cinco Saltos hizo los primeros ensayos con frutales. Fue
antes de la inauguración del sistema de riego. Pero cuando se hizo el dique
Ballester, ahí también se ensayaban cultivos. Esa fue la base del impulso de
los desarrollos de la zona. El desarrollo de la fruticultura tuvo lugar a base
de prueba y error. Se hacían básicamente peras y manzanas. La fruticultura del
Alto Valle surgió espontáneamente gracias al esfuerzo de todos los pioneros.
Cuando empezaba a haber fruta, los empaques eran muy precarios, pero después
empezaron a instalar empaques. Fueron a Europa a copiar todo el desarrollo y
ahí se empezaron a establecer los vínculos comerciales para exportar la fruta.
Llegamos a ser el primer exportador del mundo de peras.

Roberto Gasparri, junto a un peral en flor.
Foto extraída de "El Visionario", de Javier Avena.
P: ¿Hubo algo que lo sorprendiera cuando llegó al Valle?
R: La zona en sí misma. Cuando vine, la fruticultura estaba en pleno desarrollo. Llegué justo cuando se cambia el monte tradicional al monte de alta densidad. En el monte tradicional eran 300-400 plantas por hectárea y se pasa a más de 1.000 plantas por hectárea. Ahora se están plantando 2.500 plantas por hectárea. Fue un proceso de mucha tecnología. El ingeniero Gasparri fue un pionero: todas sus chacras estaban orientadas a ese tipo de monte. Él vendía la hectárea emparejada, bajo riego, fijada y plantadas con frutales, pero también sin plantar. Él desarrollaba chacras y las vendía, y con ese dinero seguía avanzando en su desarrollo en el Chañar. Había entre cuatro y seis empresas dedicadas a emparejar suelos.
P: ¿Cómo ve a los valles norpatagónicos actualmente?
R: Se están transformando. Los valles se volcarán cada vez
más a la producción de alfalfa para exportación, que ya está sucediendo en
Valle Medio. Es una de las alternativas que tiene el Valle. Cuando alguien
produce alfalfa, lo que está vendiendo es agua. La alfalfa tiene excelente
calidad en los valles porque uno puede manejar el agua con el riego, se
siembran más kilos de semillas por hectárea elevando la productividad, y encima
hay alfalfas resistentes a zonas frías. La producción de carne es otra
alternativa productiva, al igual que los frutos secos, como nueces, almendras y
pistachos. Esta zona, al ser seca, tiene menos plagas que, por ejemplo, Chile.
Tiene ventajas ambientales muy importantes. La actividad forestal, sobre todo
los álamos, es también una alternativa viable atada a un sistema silvopastoril.
Vos podés plantar álamos a baja densidad y sembrar alfalfa durante todo un
ciclo de álamos que dura 12 años. Teniendo forraje y carne, la forestación te
sale prácticamente gratis. Podés sacar 3.000 kilos de carne por hectárea
durante un ciclo de 12 años del cultivo de álamos. La ventaja de todo esto es
que, con sistemas de regadío y con agua abundante, se puede hacer ese tipo de
desarrollo. Veo al riego superficial por manto con distribución de alto caudal
como la gran alternativa para los productores. En Las Taperitas fui un poco el
ideólogo interno del sistema de riego que se desarrolló: riego por manto con
alto caudal como si fuera una chacra, pero con cuadros de 5 a 12 hectáreas. La
horticultura es otra alternativa productiva, al igual que los granados y los
olivos. Son todos cambios que vienen, el potencial bajo riego, tanto de Río
Negro como de Neuquén, es enorme. Hacen falta superficies bajo riego de 100
hectáreas o más, y la subdivisión de la tierra del Alto Valle ha sido en
pequeña escala. Por eso, el Valle Medio, el Valle Inferior o la zona de Añelo
son las regiones que tienen más potencial.
«Los valles se volcarán cada vez más a la producción de
alfalfa para exportación, es algo que ya está sucediendo en Valle Medio.»
Norberto Serventi, ingenieron agrónomo.
*** Publicado en RURAL del diario Río Negro.
Sábado 6 de diciembre del 2025.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.