José Julián Martí Pérez nació en la calle Paula No. 41, La Habana, el 28 de enero de 1853, hijo de Mariano Martí de Valencia y Leonor Pérez Cabrera, de Tenerife, en Canarias.
ORESTES RODRIGUEZ: Carta a José Martí.
Maestro, hoy cumplirías 161 años de edad y tu nacimiento, trayectoria, holocausto y obra, no podemos los cubanos pasarlos por alto. Tu legado permanece incólume en el pensamiento y en el corazón de quienes amamos a la patria y, por ende, la libertad.
Tú, Maestro, fuiste el ejemplo señero del ideal de una patria libre y soberana, pues desde tu temprana adolescencia supiste ofrecerte al sacrificio y entrega al amor patrio y no fue óbice tu origen de un padre que fuera sargento del ejército español, pero mezclado con sangre criolla. Fue en el inicio de tu juventud cuando escribiste el poema Abdala, donde explicas en qué consiste el amor a la patria; tú que asumiste la responsabilidad en la redacción de una carta en la cual censurabas la conducta de un tal Carlos Castro Castro, un cubano que se había apuntado en un regimiento español y en cuya misiva le imputabas que era un apóstata, que motivó tu encarcelamiento, para que quedara exonerado tu mejor amigo Fermin Valdés Domínguez, quien también reclamaba ante el tribunal que los juzgaban, su autoría.
Tú, Maestro, que en ese presidio conociste el trabajo forzado, que cavaste con el agua a la cintura, arrastraste hierros que te royeron el tobillo, que supuraron tus ojos abrasados por el resplandor blanco; tú dijiste que el dolor del presidio es el más rudo, el más devastador de los dolores, de la misma manera que tus hermanos de la década de 1960, en el nuevo presidio político cubano, sufrieron el rigor del trabajo forzado con su secuela de muertos, cuya agonía todavía perdura en la bella isla cubana.
Tú, Maestro, desde el Olimpo, puedes ver como en tu patria existen cubanos que después de haber cumplido parte de condenas injustas por rebelarse pacíficamente ante el régimen, como es el caso de Beatriz Roque Cabello, cuya historia carcelaria tiene su antecedente por haber suscrito el documento, conjuntamente con otros dignos cubanos, “La patria es de todos”, haya decidido regresar a la prisión porque es acosada, hostigada y vigilada por las autoridades del régimen castrista. Ella fue otra de las víctimas de la llamada Primavera Negra.
Tú, Maestro, que fuiste el autor de la guerra necesaria para que Cuba obtuviera su independencia del yugo español, contemplas hoy como nuevamente se han evaporado esos sueños y un régimen dictatorial mantiene a su pueblo al margen de los derechos elementales, entre ellos, los concernientes al sufragio universal que permitiría llevar al poder a quienes resulten electos en las lidias electorales.
Tú, Maestro, que fuiste un revolucionario creativo y de pensamiento altruista y generoso, nos haces mantener la esperanza de un mundo mejor para tu tierra natal, puesto que nos indicaste que “La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie”.
Tú, Maestro, que no te detuviste en censurar con severidad el materialismo y la corrupción política y que aplaudiste con entusiasmo el amor a la libertad, la tolerancia y la práctica de la democracia, no nos abandones en tu espiritual contacto con tus compatriotas y que una luz al final del túnel nos proporcione todo tu evangelio en el campo político, económico y social para encauzar a Cuba por un próspero destino, de la cual han salido alrededor de dos millones de cubanos en busca de esos valores que en el suelo patrio permanecen inertes.
Abogado cubanoamericano.
http://www.elnuevoherald.com/2014/01/27/1665866/orestes-rodriguez-carta-a-jose.html
UN POEMA DE JOSÉ MARTÍ.
Yo soy un hombre sincero
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes
y hacia todas partes voy,
arte soy entre las artes
y en los montes, monte soy.
Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla y muere.
Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno
y morir en su guarida
la víbora del veneno.
Temblé una vez, en la reja,
a la puerta de la viña
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca, cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.
Mírame, madre, y por tu amor no llores,
si esclavo de mi edad y mis doctrinas
tu mártir corazón llené de espinas,
piensa que nacen entre espinas flores.
Un verso forjé
donde crece la luz.
¡Y América y el hombre digno sea!
Y LA INTERPRETACIÓN
DE GIAN FRANCO PAGLIARO.
Y LA INTERPRETACIÓN
DE GIAN FRANCO PAGLIARO.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.