Padre Nuestro, Ave María y el
Papa Francisco.
Habían sido compañeros de estudios allá hace como sesenta
años en La Plata. Primero nos cobijó la Escuela Secundaria y después la
Universidad, los años los teníamos encima, los recuerdos también, pero cada vez
eran más borrosos, y las figuras y las caras de los que éramos del grupo, se
nos desdibujaban y a veces quedaban totalmente borradas, lo mismo que sus
nombres y apellidos.
Elsa y Pascual se contactaron desde La Plata, y me avisan
que a mediados del año 2013 se hacía una cena de reencuentro de los que
obtuvimos el título Universitario a mediados de la década del sesenta. Una
hermosa oportunidad para revivir recuerdos y actualizar pieles que recordábamos
frescas y sin pliegues por caras arrugadas por el paso del tiempo; cabellos renegridos, por cabezas calvas, o blancas por las canas implacables. Claro,
ninguno bajaba de los setenta y eso pesaba.
No pudo ser, mi salud me hizo quedar en mi Viedma
adoptada y aquí quedamos empecinados en encontrar el origen de esa fiebre que
ya tenía más de cuatro meses de vida y no aflojaba.
En los primeros días de octubre, encontramos el
problema, el antibiótico hizo su
efecto…, los rezos propios y ajenos
también, y retomé mi vida normal, achatada y apichonada por mi estado de
salud. Hasta ese entonces mi existencia
se reducía a estar tirado en un sillón, sin ganas de hacer nada, y mirando
embelesado el carisma y la forma en que estaba conduciendo la Iglesia el nuevo
PAPA. Soy creyente me dije, y también católico apostólico romano, -no dejo de
serlo por no ir los Domingos a Misa-,
por lo demás tengo muchos años encima y soy
muy respetuoso; ¿porqué no puedo
escribirle a mi PAPA y decirle lo que
siento viendo su accionar y su pensamiento? El 8 de octubre despache la
carta al Vaticano…
Pasó octubre y en los primeros diez días de noviembre
vuelve a contactarse Elsa para avisarme que el 6 de diciembre se hacía otra
cena de reencuentro, esta vez de egresados de la Secundaria que también me
perdí por problemas con el vuelo a Buenos Aires. En la charla me comenta su
proyecto de ir hasta Tierra del Fuego y volver por Chile para reingresar cerca
de Bariloche. No dudé en invitarlos a mi casa en su viaje de ida, que
emprendería el 2 de enero.
El 3 de enero, después de haber pernoctado en mi casa de
Viedma, nos embarcamos en mi camioneta con la intención de que tuvieran una
panorámica de la zona. Temprano en la mañana, recorrimos la costanera, hasta
llegar a la Ruta 1, y trasladarnos al Balneario El Cóndor.
Como turistas de un día tuvieron suerte, vieron cosas que
no se ven normalmente y vivieron aventuras que tampoco son normales. Yo les
venía contando sobre las diferencias de mareas, sobre que entre la costanera y
el mar había que atravesar no menos de 400 a 500 metros de arenas y
médanos, que esa distancia la recorríamos en nuestros vehículos por una calle
consolidada por el Municipio, y que allí los estacionábamos cerquita del mar.
Nada de eso pudieron comprobar,… una terrible sudestada hizo crecer el mar,
dejando sumergidos esos 400 o 500 metros , al límite de dejar bajo agua a los
baños químicos, un parador y a una camioneta, cuyo conductor desprevenido no
atinó a sacarla a tiempo. Tanto fue la crecida que a escasos 15 metros de donde nos
habíamos estacionado en la costanera, vimos a una persona que alegremente
practicaba surf entre los medanos de arena.
Pocos loros barranqueros había en la colonia más grande
del mundo, pero igual los pocos a la vista eran muchos para sus ojos, que se
deleitaban con sus bellos colores.
Maravillados quedaron viendo el mar embravecido al
costado del camino asfaltado que nos llevaría al balneario La Lobería, y ya entrando en el ripio, el monte patagónico les resultaba atípico a
sus ojos y ni les cuento su asombro cuando veían los avestruces pastando como
gallinas a escasos 40/50 metros del vehículo
detenido, o corriendo por el camino delante nuestro a gran velocidad, balanceando sus alones para mantener el
equilibrio.
Su suerte seguía, entrando a Punta Bermeja, después de
muchos tiempo se reinauguraba el avistaje de los lobos marinos después de
muchos meses que el mar arrasara con su bravura, sus mas de 300 metros de pasarelas.
Sólo había un mirador desde donde a pesar de la alta marea, se apreciaba a las mamás lobos con sus crías y la presencia
altanera, custodiante y desafiante del macho. Turistas anteriores no tuvieron
la misma suerte ante la clausura por refacción del apostadero de lobos más
grande de la Patagonia y uno de los mas importantes del mundo.
Sólo tenía dos fotos Pascual para poder sacar. Se las
hice reservar para que las gastara desde el mirador de la Bahía Rosas, el que
aparece en bajada después de una curva rodeada de estepa patagónica. Así lo
hizo Pascual, quedandole sólo una que se suponía iba a gastar en algo importante.
Circulábamos por el ripio en dirección a la playa
distante unos 10 Km .,
donde existe abundante pesca y espectacular vista panorámica. El camino era
empedrado, pero los vientos y los medanos cercanos en pocas horas se mueven y
hasta inutilizan totalmente el camino cerrando el paso. Nosotros que estamos
acostumbrados a encontrar arena en el camino, somos bastante precavidos y entre
llevar los vehículos “alegres” o “ tristes”, preferimos llevarlos “alegres”, es
decir en velocidad y en un cambio que permita una fácil tracción, y la norma es que salvo problemas
graves, jamás hay que detenerse. En ese
momento Pascual grita “pará, pará”. Yo pensé en alguna emergencia y detuve la
camioneta…, no había ninguna emergencia, Pascual solo quería gastar su última
foto…, el vehiculo quedó sobre una acumulación fenomenal de arena fina y
caliente y al querer retomar la marcha, rápidamente quedó encajado y apoyado
sobre el diferencial, es decir que quedó en el aire. Aquí empzó la aventura
para ellos, yo con una hipoglucemia encima, poco podía hacer, ellos, turnandose
con una maderita a modo de pala, escarbaban queriendo dejar libre la rueda. Yo,
con mi glucemia, poco podía hacer. Sólo pensaba que hacer… celular no había,
las olas que se veían abajo tenían 3 o 4 metros de altura, el viento corría a unos 40 Km . por hora, pasar no
pasaba nadie… yo razonaba que con semejante temporal nadie iba a pasar para ir
a pescar, ni de ida ni de vuelta…, me equivoqué, … al poco rato se vio venir
una motito de 50 cm3, salvado el hombre pensó Pascual. Llegó el motociclista
con su cara ensangrentada, el viento lo había tirado de la moto, y en su estado
poco podía ayudarnos, por lo demás se ve que sabía, levantandose del suelo
desde donde había espiado debajo de la Pick Up, dijo…”es inútil cavar con un
palito, con una pala puede ser, la camioneta está en el aire… hay mucho que
cavar”… “Yo voy hasta la playa donde estoy acampado con un colectivo, si no
encuentro auxilio, les mando la pala con mi hijo…”. Se fue… otra vez el
desierto y solos, el viento, la arena, el sol, Pascual seguía cavando, yo pensando…, me vino a la cabeza aquella
carta al PAPA, donde le contaba que yo rezaba cuando lo necesitaba hacer, que
no necesariamente en Misa donde no solía concurrir los Domingos, que lo hacía
parado, acostado o en cualquier lugar, o cuando lo necesitaba… y en este
momento lo estoy necesitando me dije… y ahí, con la cara mirando al sur,
recibiendo el viento, la arena y la brisa del mar, comencé con el Padrenuestro,
luego el Ave María, y después el pedido de ayuda…
No pasaron más que tres minutos… una pick up 4x4 blanca
con un biólogo al volante. Estaba el hombre doblando en cuatro la soga que
portaba para que fuera más resistente, y otro ruido de motor… una turista
francesa mostrando por la ventanilla un cable de acero de esos de los chinos.
Cambiabamos la soga por el cable, y otro ruido de motor, detrás de los otros
vehículos una camioneta tambien doble tracción, con una linga de 10 metros . Todo en no más
de dos minutos… gracias Señor dije…
Despues de almorzar en La Lobería mirando el mar, llegamos
a casa y contamos las penurias a mi mujer.
Pascual se fue con Elsa rumbo a Caleta Olivia, Pupy
apenas salidos revisa el buzón del
correo, …
varios sobres…
uno extraño, dirigido a mi…
lo abro…era del Vaticano, era la respuesta del PAPA, que
agradecía mi carta y que impartía
“de Corazón la Bendición Apostólica como prenda de
copiosos favores divinos”…
la carta estaba fechada el 29-11-2013 y llegó a mi casa
el día 3/1/2014, fecha en la que me acordé del Padre Nuestro, del Ave María y
del propio Francesco…
Mariano Giammona es un rionegrino por adopción y sentimiento se radicó en la Ciudad de Villa Regina en el año 1.973 que la hizo propia. Reside en Viedma (Capital de la Provincia de Río Negro).
El Correo electrónico para quienes desean contactarse con el autor: mgiammona2002@hotmail.com
Imágenes gentileza: Sr. Mariano Giammona.
Gracias por vuestras entregas que con gusto son publicadas en este sitio.
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