GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, julio 12, 2014

12 DE JULIO DE 1923: NACE EN EL BARRIO “EL MONDONGO” DE LA PLATA EL DR. RENÉ FAVALORO.

Su nombre ha sido inscripto con todos los honores en el Hall de la Fama, en Washington DC. La Cleveland Clinic Foundation lo recuerda con un emotivo monumento.
René Gerónimo Favaloro nació en 1923 en una casa humilde del barrio "El Mondongo" de La Plata. A tan sólo una cuadra se levantaba el Hospital Policlínico. 
Sus padres fueron Juan Manuel Favaloro de profesión carpintero e Ida Raffaelli de Favaloro  que era modista. 
A los cuatro años de edad, René Favaloro comenzó a manifestar su deseo de ser "Doctor". 
En los potreros aprendió a amar el fútbol y se hizo un hincha de Gimnasia y Esgrima.
La primaria fue cursada en la Escuela Nº 45 "Manuel Rocha" y la secundaria en el Colegio Nacional "Rafael Hernández".
Estudió medicina en la Universidad de La Plata y una vez recibido en 1949, previo pasó por el Hospital Policlínico donde se recibían los casos complicados de toda la provincia de Buenos Aires.  
Luego se mudó a la localidad de Jacinto Aráuz en la provincia de La Pampa, convocado por su tío Manolo, para reemplazar temporalmente al médico local. 
Dos años después de la radicación de Favaloro en Jacinto Aráuz llegó su hermano, también médico. Durante su trabajo en esta localidad pampeana desapareció la mortalidad infantil de la zona, se redujo la cantidad de infecciones en los partos y la desnutrición, crearon un banco de sangre de personas vivas con donantes que se presentaban cada vez que los necesitaban y realizaron charlas comunitarias en las que enseñaban métodos para prevenir enfermedades. 
Recordaba Favaloro: "Todo lo que ganábamos lo invertíamos para agrandar y mejorar la clínica. Jamás compramos una sola hectárea de campo en Jacinto Aráuz”.
“Favaloro se actualizaba con publicaciones médicas y realizaba cursos de capacitación en La Plata. Se interesó por las intervenciones cardiovasculares, que en ese tiempo se estaban empezando a desarrollar, y por la cirugía torácica. Empezó a ver la forma de terminar su etapa de médico rural y capacitarse en Estados Unidos, el profesor José María Mainetti le aconsejó la Cleveland Clinic. Se radicó en Cleveland y se desempeñó primero como residente y luego en el equipo de cirugía en colaboración con médicos locales, concentrando su trabajo en enfermedades valvulares y congénitas. Posteriormente se interesó en otros temas, como las cineangiocoronariografías y al estudio de la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco. A comienzos de 1967, Favaloro estudió la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria, haciendo prácticas con sus ideas en mayo de ese año. La estandarización de esta técnica, llamada del bypass o cirugía de revascularización miocárdica, fue el principal trabajo de su carrera, lo que le dio prestigio internacional, ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. En 1970 editó un libro llamado Surgical Treatment on Coronary Arteriosclerosis, que fue también editado en español con el nombre Tratamiento Quirúrgico de la Arteriosclerosis Coronaria.
En 1971 Favaloro regresó a la Argentina a operar al Sanatorio Guemes de la Capital Federal que era liderado por Mauricio Barón como presidente de la institución y por el doctor Luis De la Fuente, experto en cardiología clínica y en la incipiente cardiología invasiva. Ya antes, Favaloro fue alentado -desde 1968- a operar un paciente ciego que no podía viajar a EE.UU. por el mismo cardiólogo intervencionista argentino doctor De la Fuente quien se había a su vez quedado en el país por su esposa argentina Inés Fitte y por el nacimiento inminente de Héctor De la Fuente Fitte, actual Periodista de Medicina”(Wikipedia).
“La Fundación Favaloro para la Docencia y la Investigación Médica se creó en 1975, cuatro años después del regreso de René G. Favaloro de Estados Unidos. Favaloro había trabajado la última década en la Cleveland Clinic de Ohio, donde desarrolló la contribución fundamental de su carrera: la cirugía del bypass aortoroconario o de revascularización miocárdica, un hito en la historia de la enfermedad coronaria. En 1971, después de rechazar innumerables ofertas para trabajar en ese país, había decidido volver a la Argentina con el propósito de organizar en Buenos Aires un centro de excelencia en cirugía cardiovascular que combinara la asistencia médica con la docencia y la investigación, de acuerdo con los lineamientos de la Cleveland Clinic” (Fuente de información: Fundación Favaloro).
Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular "Dr René G. Favaloro" (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá, 1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok, Tailandia, 1999).
Publicó los siguientes libros: Recuerdos de un médico rural (1980); De La Pampa a los Estados Unidos (1993), Don Pedro y la Educación (1994),¿Conoce usted a San Martín? (1987) y La Memoria de Guayaquil (1991).
Hacia el año 2000, la Argentina estaba ya sumergida en una crisis económica y política, la Fundación Favaloro estaba endeudada en unos US$ 75 millones, por lo que Favaloro pidió ayuda al gobierno, sin recibir una respuesta oficial.
A partir de la Ley 25.598 se declaró el día 12 de julio como "Día Nacional de la Medicina Social", en homenaje a todos los médicos que se desempeñan en ese área y en especial al cardiocirujano Doctor René G. Favaloro, en conmemoración de la fecha de su nacimiento.
Favaloro se suicidó un 29 de julio de 2000 un fragmento de su carta decía:  
“Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata. No puedo cambiar. No ha sido una decisión fácil pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía. El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano. Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad. Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así”.

El pensamiento vivo del Dr. Favaloro:
 “De mi abuela materna heredé un gran amor por la tierra; no podía vivir sin un huerto. Desde muy pequeño la acompañaba por las tardes a trabajar en la quinta familiar. Doña Cesárea fue, sin duda, una de las grandes mujeres que he tenido la suerte de conocer, quizá la mejor. Se ocupaba de todo lo que correspondía al quehacer de la casa en aquellos tiempos y todo lo hacía con amor. Sin proponérselo, era el verdadero centro de la familia. Vivía para ella y para su hombre, mi abuelo, quien podía jactarse ante sus amigos que hasta sus calcetines estaban tejidos por su mujer. Excepto en los días de lluvia, terminaba su tarea diaria en el huerto. Se entretenía y era feliz descansando -porque se descansa cambiando de tarea-, entremezclada con sus vegetales y frutales. Cuando regresaba de su trabajo, mi abuelo nos acompañaba. Conocía el arte de injertar y así se podían ver higueras que producían dos o tres variedades diferentes o un duraznero injertado con damasco o un ciruelo que, en una misma planta, producía frutos renegridos junto a otros de color amarillo dorado. La huerta estaba salpicada por muchos árboles frutales, que mi abuelo cuidaba con esmero. Con él aprendí los secretos de la poda, que comenzábamos en julio; cada variedad tiene los propios. El saber conservar en cada una los tallos fructíferos nos permitía saborear, durante el verano, infinidad de gustos que aumentaban la exquisitez por su frescura”.
 “Desde mi niñez aprendí: que nada se consigue sin trabajo y esfuerzo, que el ser honesto es importante; que el ser solidario es una obligación; que los prejuicios religiosos no deben existir; que vivir en libertad es imprescindible, que la tolerancia es superior al autoritarismo”.
“Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas (...) todo esto no se perdona, por el contrario se castiga. Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz”.
“La enseñanza provenía de los ejemplos que a diario recibíamos en el ambiente familiar y en el propio barrio. Se vivía con los padres y con la familia en contacto directo. Los diálogos siempre dejaban alguna lección, aunque se tratara de los temas comunes de la vida cotidiana”.
“Guiado por estos principios, he tratado en lo posible de contribuir a mejorar el desarrollo cultural de nuestro pueblo. Siempre he sostenido que el haber alcanzado el nivel universitario conlleva un deber ineludible: participar y comprometerse con la sociedad”.

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