En 1984, Roberto Vacca retomó un ciclo de documentales
televisivos que la dictadura militar dejó trunco: “Historias de la Argentina secreta”
Otelo Borroni se incorpora al equipo el ciclo se mantuvo en la programación de
Canal 7 que tenía un carácter educativo y cultural; tuvo una versión radial por
Radio Nacional y se hicieron fascículos semanales bajo el mismo título.
Corría el año 1986 cuando Otelo Borroni y Roberto Vacca nos
acercaban documentales.
Hasta ese momento el apellido Maradona a una sola persona: el máximo jugador de fútbol argentino, de fama mundial, Diego Armando Maradona.
Nadie sabía de la existencia de Esteban Laureano Maradona
que decía: “No sé si somos parientes. Me
han dicho que es un muchacho millonario” manifestaba éste abnegado médico rural argentino que pasó unos cincuenta
años en una localidad de en Estanislao del Campo (en aquel entonces denominada
Guaycurri), Formosa ejerciendo desinteresadamente la medicina, viviendo siempre
en una humilde vivienda de ladrillo, sin ningún servicio público. Logrando erradicar de la zona terribles
enfermedades como la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera y la
sífilis. Por todo esto, los indios lo llamaban Piognak (que significa ‘Dr.
Dios’ en pilagá). Fue partero a la luz de la Luna y pediatra sin agua
corriente.
Gracias a “Historias
de la Argentina Secreta” se conoció al hasta entonces desconocido doctor y naturalista del interior profundo que se
llamó Esteban Laureano Maradona.
Esteban Laureano Maradona nació el 4 de julio de 1895 en
Esperanza una localidad del centro este de provincia de Santa Fe cercana a la capital
es la Santa Fe de la Vera Cruz.
Fue llamado desde el cariño y el aprecio como el "Doctorcito
Dios", el "Doctor Cataplasma", el "Doctorcito
Esteban", el "médico de los pobres; escribió sobre flora, fauna y
antropología. Entre sus otras obras, las producciones escritas, pueden citarse:
A través de la selva (1936); Recuerdos campesinos; Dendrología; Animales
cuadrúpedos americanos (1935); El problema de la lepra; Vocabulario indígena
toba-pilagá (1938). Renunció a cobrar los honorarios de su profesión y colaborando con su tiempo y dinero para
ayudar a los que más lo requerían de la comunidad indígena
formada por tobas, matacos, mocovíes y pilagás.
Decía: “Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño
de mi profesión, este es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el
clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes. -Muchas veces
se ha dicho que vivir en austeridad, humilde y solidariamente, es renunciar a
uno mismo. En realidad ello es realizarse íntegramente como hombre en la
dimensión magnífica para la cual fue creado”.
“Era descendiente de varios próceres de la provincia de San
Juan. De Plácido Fernández Maradona ―que fue gobernador en varias ocasiones y
ministro de Nazario Benavídez― y de José Ignacio Fernández de Maradona ―jesuita
y primer diputado electo por el pueblo de San Juan al ser reputado como el
«mejor probidad» ante la Junta Grande de 1810 en Buenos Aires. Ambos eran hijos
de los españoles Francisco Fernández de Maradona y Francisca Arias de Molina y
Jofré, arribados de San Pedro de Arante en el año 1748. La madre de Esteban
Maradona se llamaba Petrona Encarnación Villalba Sosa y era hija de Esteban
Villalba, de origen santiagueño. Este había trabajado muchos años a cargo del
cuidado de la hacienda de la familia Ezeiza, quienes al regresar al país de su
exilio político, encontraron que no solo Villalba había cuidado su hacienda en
su ausencia, sino que la había duplicado. Gracias a su honestidad, los Ezeiza
le pagaron con patacones de plata. Villalba emigró con su familia y costeando
el río Paraná, se detuvo por la zona de Barrancas y Coronda (en la provincia de
Santa Fe), y compró varias hectáreas de campo.
Cerca de allí, en 1895, en Esperanza, nació su nieto,
Esteban Laureano Maradona Villalba. Su padre, Waldino Maradona, sanjuanino,
había llegado a ser senador de Santa Fe. Muy amigo de Domingo Faustino
Sarmiento, el historiador Juan Manuel Cervera narró su historia en la obra
Waldino B. Maradona, un civilizador de provincia, también fue maestro,
periodista y productor rural. Su madre, Encarnación Villalba, era de familia estanciera.
Esteban Laureano pasó entonces su infancia a orillas del río Coronda, donde su
padre se desempeñaba como maestro en la estancia Los Aromos. Allí aprendió
jugando a vivir en el monte, cazar y pescar” (Wikipedia).
El gobierno le adjudicó algunas tierras fiscales en las
cuales fundó la Colonia aborigen Juan Bautista Alberdi (oficializada en 1948),
les enseñó agricultura y a construir casas con ladrillos hechos por ellos
mismos; con su dinero compró herramientas y semillas, exploró fuentes de agua
potable y ayudó a erigir la comisaría del pueblo también fundó una escuela rural que recibió el nombre
de uno de sus tatarabuelos, José Ignacio Maradona.
En 1986, con 90 años de edad, enfermó y debió trasladarse a
la Ciudad de Rosario, donde vivía su sobrino. Llegó en un estado calamitoso,
por lo que debió internarse inmediatamente en un hospital. Ya de alta, se quedó
a vivir con la familia de su sobrino, de donde no se mudaría más.
En sus últimos años recibiría muchos homenajes y
distinciones y no aceptaría ningún tipo de pensión vitalicia.
Falleció, a los 99 años, un 14 de enero de 1995 en la Ciudad de Rosario, Cuna de la Bandera que creara ese otro abnegado y desinteresado prócer que fuera el Gral. Manuel Belgrano.
Falleció, a los 99 años, un 14 de enero de 1995 en la Ciudad de Rosario, Cuna de la Bandera que creara ese otro abnegado y desinteresado prócer que fuera el Gral. Manuel Belgrano.
Un poeta de su ciudad natal, Esperanza, le dedicó en vida
unas estrofas que, como reconocimiento popular, recorrieron la región: "Sea
quichua, toba u ona, la tribu no importa mucho: la caridad llegó al indio por
manos de Maradona".
Propuesto para el Premio Nobel, obtuvo el Diploma
de Honor Internacional de Medicina para la Paz otorgado por las Naciones Unidas
y es Ciudadano Ilustre de Rosario.
El 4 de julio, día de su nacimiento, ha sido declarado por Ley Nº 25.448 como "Día Nacional del Médico Rural" del 27 de junio de 2001.
El viaje de Maradona de Daniel Altamirano.
Dicen que viajaba a Salta
en el tren que llega a San Ramón de Orán
el que viene de Formosa
trayendo gente hasta Pirané
Iba sumido en sus pensamientos
el hombre joven, el doctor aquel
En Estanislao del Campo
sintió el llamado y bajó al andén
Y bajó al andén,
sin saber por quién
.
Ella alumbraba, ella solita
dolor de vida alumbrándose
El doctor con su pericia
tocó su vientre y nació un bebé
Y nació un niño, un niño hermoso
un niño indio y el tren se fue
Y el tren se fue, dejándole,
dejándole en el andén
Y el tren se fue, dejándole
un Cristo solo en el andén
"El Aníbal me decía, mirá…mirá che
un par de libros, hojas de yerba
un microscopio viejo, decime che
¡pucha que rico en voluntad era este hombre!
fijate vos, fijate che, con pocas cosas
hizo tanto bien,
Y yo recordé a Filipa que allá en Formosa
me decía él…Don Maradona un santo
un Cristo nuestro, cantale che
pa’ que los niños de nuestra patria
sepan que hay hombres nobles,
humildes, buenos ejemplos para seguir…
Y yo me digo, creo que el destino
sabe adónde, por qué y por quién
se detiene el tren "
Esto me contó Venancio
el Intendente de Estanislao
y Los Menchos que tocaban
chamamé maceta y vea usted.
Y el tren se fue, dejándole
un Cristo solo en el andén.
en el tren que llega a San Ramón de Orán
el que viene de Formosa
trayendo gente hasta Pirané
Iba sumido en sus pensamientos
el hombre joven, el doctor aquel
En Estanislao del Campo
sintió el llamado y bajó al andén
Y bajó al andén,
sin saber por quién
.
Ella alumbraba, ella solita
dolor de vida alumbrándose
El doctor con su pericia
tocó su vientre y nació un bebé
Y nació un niño, un niño hermoso
un niño indio y el tren se fue
Y el tren se fue, dejándole,
dejándole en el andén
Y el tren se fue, dejándole
un Cristo solo en el andén
"El Aníbal me decía, mirá…mirá che
un par de libros, hojas de yerba
un microscopio viejo, decime che
¡pucha que rico en voluntad era este hombre!
fijate vos, fijate che, con pocas cosas
hizo tanto bien,
Y yo recordé a Filipa que allá en Formosa
me decía él…Don Maradona un santo
un Cristo nuestro, cantale che
pa’ que los niños de nuestra patria
sepan que hay hombres nobles,
humildes, buenos ejemplos para seguir…
Y yo me digo, creo que el destino
sabe adónde, por qué y por quién
se detiene el tren "
Esto me contó Venancio
el Intendente de Estanislao
y Los Menchos que tocaban
chamamé maceta y vea usted.
Y el tren se fue, dejándole
un Cristo solo en el andén.
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