Mucho se dijo y se dirá de este encuentro entre dos
Libertadores. Según algunos los motivos era la de discutir la soberanía sobre
la provincia de Guayas que integraba
hasta esa fecha el Virreynato del Perú, la liberación del Perú de los
realistas.
Antes de los acontecimientos de Guayaquil, el Gral. San Martín había convocado al
Congreso Constituyente del Perú, el 27 de diciembre de 1821 ofreció al general
José de San Martín poderes dictatoriales, los cuales rehusó. Si recibió el título
de manera honorífica de “Fundador de la Libertad del Perú y Generalísimo de las
Armas” se declaró, de manera simbólica, la Independencia de Perú el 28 de julio
de 1821.
Simón Bolívar derrota a los realistas en Pichincha el 24 de
mayo de 1922 libertando a Quito y luego a Guayaquil sumando un nuevo país a la
Gran Colombia que existiera entre 1921 a 1831 que fuera la unión de las
anteriores entidades coloniales del Virreynato de la Nueva Granada, Capitanía
General de Venezuela, Presidencia de Quito y la Provincia Libre de Guayaquil (su
superficie correspondía a los territorios de las actuales repúblicas de
Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela).
Don Arturo Jauretche. |
Decía Jauretche analizando de manera punzante en su Manual
de Zonceras Argentinas lo siguiente:
“Así se produce la entrevista de Guayaquil en que los dos
libertadores hablan sin testigos. ¿Cuál es la consecuencia lógica de la
entrevista? Que el más fuerte en ese momento asuma el mando y que el más débil
—debilitado por la traición a sus fines americanos— lo ceda, precisamente para
no traicionar esos fines. La grandeza de San Martín lo hace adoptar la actitud
que correspondía a ella, haciendo lo inverso de los rivadavianos: no
comprometer la suerte de América ni siquiera por su propia gloria. Eso es todo.
¿Dónde está, pues, “el misterio de Guayaquil”, la zoncera
constantemente reiterada? El único misterio es éste que se haya hecho un
misterio de un hecho evidente, enturbiando la cuestión con una pequeña e
interminable polémica de dimes y diretes cuyo propósito último es ahondar las
diferencias entre americanos, justamente lo que San Martín quiso impedir con su
austero silencio. He ahí como hay otra traición a San Martín, es decir a su
causa americana, en esto de repicar con el “misterio”.
La zoncera del misterio de Guayaquil persigue, aún ahora la
misma finalidad disgregadora que obligó a la entrevista de Guayaquil, porque
sobre la base de supuestas pequeñas desinteligencias entre los dos libertadores
se intenta olvidar su coincidencia básica que es la de la unidad americana”.
Digamos que tanto tenían criterios diferentes José de San Martín (y
también el Gral. Manuel Belgrano) quienes se inclinaban por un sistema de gobierno monárquico por
eso los enemigos de San Martín le decían “el Rey José” en cambio Simón Bolivar
era más bien partidario de lo republicano pero intentaron los dos una América del Sur unificada y
tuvieron la sensación al presenciar en el suelo américano el fracaso de sus aspiraciones ante “las pequeñeces,
divisiones” y la sensación que habían arado en el mar.
¿Qué habría pasado? Para que el objetivo no cayera en saco
roto. San Martín venía debilitado en Perú por traiciones varias y sólo podía ofrecer
recursos oficiales que servirían de auxilio al ejército de Simón Bolívar.
San Martín decide alejarse del accionar
militar y político.
"He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos".
Gral. José de San Martín (carta a Simón Bolívar. Lima, 10 de septiembre de 1822).
Vuelto San Martín a Mendoza a comienzos de 1923 solicitó autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver.
Al empeorar la salud de su esposa, decidió viajar a Buenos Aires. Al llegar, su mujer Remedios de Escalada ya había fallecido el 3 de agosto de 1823. Se lo acusaba de conspirador.
Decide partir rumbo a Europa con su hija querida Mercedes de 7 años que estaba al cuidado de su abuela.
Tenía 45 años y era generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego de un breve período en Francia, parte a Escocia, luego se instalaron en Bruselas en 1824 y poco después en París en la Francia donde termina sus días un 17 de agosto
de 1850 a la edad de 72 años en compañía de su hija Mercedes y de su yerno.
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