LA MUERTE DEL DOCTOR FAVALORO UN GRITO DESESPERADO ANTE UNA
ARGENTINA SORDA.
“Tenés razón la vida es una herida absurda, y es todo, todo
tan fugaz” del tango “La última curda” un poema de Cátulo Castillo que le
pusiera música Aníbal Troilo.
Nicolas Shumway decía
que nuestra Argentina es una casa dividida contra sí misma… y cuánta razón
tiene pues mata a sus propios hijos… los destruye…
René Favaloro fue un argentino cuyo nombre trascendió todas
las fronteras en 1992 el diario The New York times lo declaró un "héroe
mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la medicina
cardíaca". Nunca tuvo pelos en la lengua, denunció la corrupción de la
dirigencia política.
René Favaloro haciendo referencia a una frase de Joaquín V.
González: “A mí no me ha derrotado nadie” escribe lleno de decepción y con
mucha desesperanzado: ”Yo no puedo decir lo mismo, a mí me ha derrotado esta
sociedad corrupta que todo lo controla”.
Joaquín Sabina declaraba sobre nuestro país: “Los argentinos
son crueles con sus ídolos. Los endiosan y, luego, cuando están en la cumbre
comienzan a despedazarlos. No podría estar más de tres meses entre su gente.
Corro a buscar la paz de Madrid donde soy uno más caminando por la calle. Aquí
te presionan, te acosan y luego te empiezan a cortan en pedazos. Es cruel lo
que hacen con Maradona, con Charly García, Con evita ¿Cómo pueden querer y
odiar al mismo tiempo?”.
René Gerónimo Favaloro nació en 1923 en una casa humilde del
barrio "El Mondongo" de La Plata un barrio de inmigrantes.
En los potreros aprendió a jugar el fútbol y fue hincha de Gimnasia y Esgrima.
A tan sólo una cuadra se levantaba el Hospital Policlínico.
Su madre Ida Raffaelli de Favaloro una modista le gustaba recordar que desde
los cinco años el pequeño René quería ser doctor quizás influenciado por su tío
Arturo que era médico. Acerca de la formación social Favaloro decía: “Yo
siempre tuve una formación social que me viene de mis orígenes, de ese hogar
pobrón de un carpintero y una modista donde me crié. Allí aprendí que el
esfuerzo es una cosa importante. Era un barrio pobre de la ciudad de La Plata,
con un nombre medio raro, Mondongo, porque allí vivían muchos hombres del
frigorífico”.
“Se graduó en 1949 e inmediatamente se produjo una vacante
para médico auxiliar, puesto al que accedió en forma interina. pero en la
tarjeta con los datos para completar figuraba una cláusula en donde aceptaba la
doctrina del gobierno de turno y se tenía que afiliar al Partido Justicialista,
lo que no aceptó. Al poco tiempo su hermano, Juan José, médico también, empezó
a trabajar en la clínica con él, integrándose muy pronto a la comunidad por sus
condiciones humanas. Durante los años que ambos permanecieron en Jacinto Aráuz
fundaron un centro asistencial Desapareció la mortalidad infantil de la zona,
se redujo la cantidad de infecciones en los partos y la desnutrición, crearon
un banco de sangre de personas vivas con donantes que se presentaban cada vez
que los necesitaban y realizaron charlas comunitarias en las que enseñaban métodos
para prevenir enfermedades” –wikipedia-
Su vida fue humildad, actitud de servicio, generosidad,
renunciamientos, compromiso social.
En 1962 viajó a los Estados Unidos a la Cleveland Clinic,
para especializarse en cirugía torácica y cardiovascular y allí desarrolló con
éxito la técnica del by-pass aorto coronario.
Su nombre ha sido inscripto con todos los honores en el Hall
de la Fama, en Washington DC. La Cleveland Clinic Foundation lo recuerda con un
emotivo monumento. En 2006 la Unión
Astronómica Internacional (UAI), -órgano que define los nombres de planetas y
otros objetos celestes, y estándares en astronomía- otorgó su nombre a un Asteroide, el 5077 descubierto
en la estación astronómica Dr. Carlos U. Cesco de la Universidad Nacional de
San Juan, el 17 de junio de 1974.
El momento en que el cuerpo de Favaloro es retirado de su domicilio. Foto: Russell Gordon. Diario "La Nación". |
El 29 de julio del 2000 otro capítulo de la tragedia
argentina a las 14:30 el Dr. René Favaloro estaba redactando la carta de la
despedida sin retorno. Momentos después, una bala de revólver destrozaba el
corazón del médico que había salvado cientos de corazones. La Fundación Favaloro estaba pasando una situación crítica, tenía 77
años, no tenía hijos y vivía solo en un departamento del barrio Palermo Chico.
Sobre su escritorio dejo cartas a familiares y amistades revelando el motivo
de ésta fatídica decisión que puso punto final a su existencia.
Eduardo Videla en “Una
muerte cuidadosamente planificada” publicada en Diario “Página 12”:
“El día anterior a su
muerte llegó a la Presidencia de la Nación una carta donde el cirujano le pedía
a Fernando de la Rúa que interceda ante empresarios y banqueros para conseguir
una donación o un préstamo de 6 millones, destinados a su Fundación. ¿Puede un
hombre hacer una gestión semejante mientras prepara su propia muerte? Hasta
ahora no hay respuestas.
Su sobrino, Roberto Favaloro, jefe de Trasplantes
Cardiopulmonares de la Fundación, declaró el martes ante el juez y a última
hora de ese día se llevó algunas de las cartas, de las que Turano sacó fotocopias.
Pero antes de irse, el médico le pidió al magistrado que “tomara sus recaudos”
ante la posible aparición de nuevos herederos: concretamente, que se tomara una
muestra de tejidos para ser sometida a análisis de ADN en el caso de un futuro
reclamo filiatorio.
Fuentes del Cuerpo Médico Forense aseguraron a Página/12 que
las muestras ya fueron tomadas, por orden judicial: “Se trata de pequeñas tomas
de tejido muscular, cutáneo y óseo, que se conservan en cámaras frigoríficas, a
20 grados bajo cero, durante el tiempo que disponga el juez”, explicó la
fuente.
Favaloro había anunciado para fines de agosto su casamiento
con su secretaria privada, la médica Diana Truden. Algunas versiones deslizaron
que la mujer –42 años menor qué el– estaba embarazada. Nadie confirmó ese dato,
pero los familiares más directos del médico fallecido quisieron asegurarse ante
un eventual futuro reclamo. Favaloro era viudo y no había tenido hijos durante
su matrimonio.
A cuatro días del suicidio, la asfixia económica aparece
como el móvil de más peso que llevó a Favaloro a tomar su última decisión. La
deuda de la Fundación era de 50 millones de pesos, de la cual, la mayor parte
(30 millones) correspondía a un préstamo del ex Banco Nacional de Desarrollo.
Ayer, el ministro de Economía, José Luis Machinea, dijo: “Nosotros le
transmitimos (a Favaloro) que estábamos de acuerdo con refinanciar esa deuda”.
Entonces, ¿por qué el cardiocirujano repitió el mismo reclamo al Gobierno unos
días antes de su muerte en una entrevista con De la Rúa? Aunque la situación de
la Fundación no era terminal –como reconocen ahora sus directivos–, no era el
mejor ámbito para el centro de excelencia que pretendía”.
Carta de Favaloro al
presidente, Fernando De la Rúa.
Estimado Fernando: Te escribo estas líneas porque nuestra
Fundación está al borde de la quiebra. Tenemos emergencias ineludibles que
deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de 6 millones de
pesos.
No tengo conexiones con el empresariado argentino. A veces
choco con algunos 'peces gordos' como Amalita o Goyo Perez Companc. Por eso,
uno de los pedidos que te hice en nuestra última charla era que utilizaras tu
influencia para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación
urgente, creo que es el camino más corto. Perdonáme por el pedido. Te escribo
desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido.
Con el afecto de siempre...
Carta al Director del Diario "La Nación".
Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida.
La Fundación tiene graves problemas económico-financieros. Se nos adeuda 18
millones de dólares y se hace cada vez más difícil sostener nuestro trabajo
diario, que como siempre se brinda a toda la comunidad sin distinción de
ninguna naturaleza, con tecnología de avanzada y personal altamente calificado.
Le envío una nota que destaca algunos hechos recientes; vea
cómo se me trata en el mundo, en contraste con lo que sucede en mi país. Me
refiero a aquellos vinculados al quehacer médico. La mayoría de las veces un
empleado de muy baja categoría de una obra social -gubernamental o no- o de
PAMI ni contesta mis llamados.
En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi
tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos
permita seguir con nuestra tarea.
Sólo quiero decir que el final se acerca de a poco. No es
para que te asustes, pero todo está consumado, y siento que estoy solo en esta
sociedad, realmente, de mierda.
LA ÚLTIMA CARTA DEL DR. RENÉ FAVALORO. Contenido de la carta
que escribió René Favaloro antes del tiro del final.
(Del Dr. René Favaloro/ julio 29-2000 –14,30 hs) Si se lee
mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la
Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía
cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis
raíces. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La
primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos
la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post
grado a todos los niveles.
Le dimos importancia también a la investigación clínica en
donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo
asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así,
cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros
pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las
más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios,
provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del
sanatorio (sin duda la mayor tajada).
Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las
secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos
proporcionalmente.
Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos
correspondía.
A pesar de que los directores aseguraban que no había
retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su
director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro
trabajo.
Este era nuestro único contacto.
A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la
Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de
investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción
del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que
debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me
ha acompañado.
La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología
incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos
faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante
en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro
país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado
sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás
dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron
ni mandan sus pacientes al Instituto.
¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas
con los sindicalistas de turno!
Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y
coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a
la atención médica.
Lo mismo ocurre con el Pami. Esto lo pueden certificar los
médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema
implementado a lo largo y ancho de todo el país.
Valga un solo ejemplo: el Pami tiene una vieja deuda con
nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado
en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es
lógico no a mí directamente).
Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la
corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años)
deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la
demanda.
El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que
rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico,
que terminaría con los acomodados de turno.
Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los
de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso
ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.
Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro
no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es
estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente
acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. “Pero cómo, usted no sabe que
Favaloro no opera hace tiempo?”. “Yo le voy a recomendar un cirujano de real
valor, no se preocupe”. El cirujano “de real valor” además de su capacidad
profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no
obstante las “indicaciones” de su cardiólogo. “¿Doctor, usted sigue operando?”
y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo
entusiasmo y responsabilidad de siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e
internacional.
Concurren a los Congresos del American College o de la
American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y
abrazos cada vez que debo exponer alguna “lecture” de significación. Así
ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos
argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a
insertarse en el “sistema” y el dinero es lo que más les interesa.
La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé
presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos
Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados
que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en
detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no
solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter echo,
camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están
incluidos.
No es la única institución. Médicos de la Fundación me han
mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso,
una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente
al cardiólogo, explicará en detalle “la operación económica” y entregará el
sobre correspondiente!.
La situación actual de la Fundación es desesperante,
millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto
riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir “no hay camas disponibles”.
Nuestro juramento médico lo impide.
Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido
por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que
corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la
DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses. Todos nuestros
proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.
En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden
realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las
donaciones que reciben.
Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más
de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.
Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa
inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto
como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando
ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy
esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una
institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro
país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.
¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta
tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.
La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de
renuncia a la C. Clinic, le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a
tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.
El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a
resquebrajarse.
Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más
cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio
Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos
al “sistema”.
Sí al retorno, sí al ana-ana.
“Pondremos gente a organizar todo”. Hay “especialistas” que
saben como hacerlo. “Debés dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabés
nada, que no estás enterado”. “Debés comprenderlo si querés salvar a la
Fundación”
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!
En este momento y a esta edad terminar con los principios
éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta
extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.
Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se
nos entregaba al recibirnos: “a mí no me ha derrotado nadie”. Yo no puedo decir
lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla.
Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos
días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía
cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a
la India escuchando siempre lo mismo.
“¡La leyenda, la leyenda!”
Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país,
fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en
esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo,
mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se
perdona, por el contrario se castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción
de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los
pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento
como decía Don Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable,
con ella me voy de la mano.
Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al
periodismo le pido que tenga un poco de piedad.
Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se
me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme,
pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades
nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.
En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis
con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías.
Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría
dar la cara.
A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis
colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen,
tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma
edad, que no es poco.
Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente
sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz,
allá en La Pampa.
Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias
religiosas o civiles. Un abrazo a todos, René Favaloro.
Julio 29-2000 –14,30 horas.
Hace pocos días atrás se publicó en un diario de Buenos
Aires un rango personalidades sobre quienes consideraba el público con el valor de la "Honestidad" que llevó a cabo una encuestadora privada al
tomar a figuras mundiales destacadas de todos los tiempos entre los elegidos en primer lugar figura el
Dr. René Gerónimo Favaloro, el puesto
número dos es para Su Santidad el Papa Francisco, Teresa de Calcuta (3°), Manuel
Belgrano (4°), José de San Martín (5°), Arturo
Umberto Ilia (6°), Nelson Mandela (7°),
Juan Carr, titular de Red Solidaria (8°), Mahatma Gandhi (9°), y Jorge Lanata
(10°).
PERDON DOCTOR
ResponderBorrarNació el prócer en La Plata
En mil nueve veintitrés,
madurando allí cual mies
La inteligencia en él nata.
Luego, como quién acata
Un mandato celestial,
dejó su barrio natal
Y en La Pampa, con empeño,
cumplió su anhelado sueño
De ser médico rural.
Trayendo de la campaña
Su fresca provinciana,
volvió Favaloro un día
A la urbe y su maraña.
La inmensa ciudad que apaña
A vicios y corrupciones,
Vio con asombro los dones
del cardiólogo eminente
que hizo latir nuevamente
A cientos de corazones.
Profesor de cirujanos,
sus enseñanzas quedaron.
¡Cuántas vidas palpitaron
En las palmas de sus manos!
¡Cuántos pacientes, hoy sanos,
viven por él! Y además,
brindándose a los demás
impuso, el gran visionario,
aquel puente coronario
conocido por “baypás”
Cuando creó la Fundación
que lleva su propio nombre,
lo hizo pensando en el hombre
De cualesquier condición;
pero… la infausta gestión
De un gobierno indiferente,
le hizo entrever que, urgente,
para poder subsistir,
tendría que despedir
a la mitad de su gente.
Sin consuelo fue a buscar,
ayuda y no se la dieron,
a su paso no se abrieron
Las puertas que fue a golpear.
Ya cansado de luchar
Su espíritu claudicó,
y después que se inmoló
quedó, cual triste evidencia,
la carta a la presidencia
que nadie le contestó.
¿Nadie se siente culpable
De su tan injusta muerte?
La pregunta no revierte
la pérdida irreparable.
Su virtuosismo innegable
quedó trunco en un segundo,
mas su corazón fecundo
tendrá un eterno existir,
pues siempre habrá de latir
En nuestra patria y el mundo.
Ingratos, los argentinos,
con total indiferencia,
no valoramos su ciencia
que ansiaba nobles destinos.
Porque abriera mil caminos
sin mácula ni desdoro,
es nuestra voz un sonoro
ruego que se hace oración,
para pedirle perdón,
Doctor René Favaloro.
Arnoldo Daniele.