El poeta Julian Centeya decía que Alberto Castillo "no
se parece a ninguna voz" es que era de un estilo único y conocido por sus
seguidores.
"Soy un cantor de multitudes"
"canto como me enseñó la calle"
decía Alberto Castillo. |
Qué saben los pitucos, lamidos y shushetas!
¡Qué saben lo que es tango, qué saben de compás!
Aquí está la elegancia. ¡Qué pinta! ¡Qué silueta!
¡Qué porte! ¡Qué arrogancia! ¡Qué clase pa'bailar!
Del tango que "Así se baila el tango"
también llamado por la popular que... Que Saben los Pitucos…
Alberto Castillo nacido en barrio porteño de Mataderos como
Alberto Salvador De Lucca el 7 de noviembre de 1914 era un médico ginecólogo de
profesión hijo de una familia de inmigrantes italianos de clase media: Salvador
De Luca y Lucia Di Paola, hace su debut profesional en los años 1930.
Dice Roberto Selles “fue ése el debut profesional de Alberto
De Lucca, bajo el seudónimo de Alberto Dual, que alternó con el de Carlos
Duval. Cantó luego con las orquestas de Julio De Caro (1934), Augusto Pedro
Berto (1935) y Mariano Rodas (1937).
Los seudónimos lo protegieron de la disciplina paterna.
Cuando cantaba por Radio París, con la orquesta Rodas, don Salvador, su padre,
comentó ante el receptor: «Canta muy bien; tiene una voz parecida a la de
Albertito»”
Con el título de médico pudo convencer a la familia de su
prometida para dejarlos casar.
Roberto Selles cuenta lo siguiente “el doctor Alberto
Salvador De Lucca abandonaba su "consultorio de señoras" y corría
hacia la radio para convertirse en el cantor Alberto Castillo. Todo se complicó
cuando la sala de espera de su consultorio ya no daba abasto para tantas
mujeres, en su mayoría, jóvenes. Había una explicación: el cantor atraía
increíblemente al sexo débil y como corría la noticia de que era ginecólogo,
las que averiguaban donde quedaba su consultorio corrían a hacerse atender por
él. Castillo recordaba la anécdota que develaba la imparable afluencia de damas
a su consultorio: «¿Está lista, señora?», preguntó a una paciente que se
desvestía tras el biombo, y ella respondió en el colmo de la desfachatez: «Yo
sí, doctor. ¿Y usted?»
«Esas insinuaciones no me gustaban demasiado», confesó, y
terminó por abandonar la profesión para dedicarse de lleno al canto.”. Luego
dejaría la profesión de médico ginecólogo para dedicarse a su carrera artística
y se convirtió con el discurrir de los años en una de las principales figuras intérprete
tangos, candombe afrorioplatense y de la milonga porteña.
Ya retirado es conocido por los nuevas generaciones cuando con
el grupo “Los Auténticos Decadentes” graban nuevamente el Candombe “Siga el
baile” de Carlos Warren y Edgardo Donato, que fuera un gran éxito en 1945, en
el álbum de duos de “Fiesta monstruo” en el año 1993.
En 1995 recibió una
Mención Especial de los Premios Konex por su trayectoria.
En las efemérides del sitio Argentina.ar dice lo siguiente: Fue el
cantor "grasa", el de los enormes nudos en la corbata, el ídolo de la
plebe peronista entre el 45 y el 55 y autor de temas reconocidos como "Así
se baila el tango", "Moneda de Cobre", "Cuatro
compases", "Decile que vuelva", "La serenata",
"Qué me quiten lo bailao" y "Por cuatro días locos".
SIGA EL BAILE AL COMPÁS DEL TAMBORÍN.
Siga el baile es una canción con ritmo de candombe y tango
originario de Uruguay originalmente
titulada como Siga el tango. No fue hasta muchos años después que a esta se le
cambió el ritmo al agregarle candombe, cuando fue grabada por el cantor popular
de tango Alberto Castillo.
Fue compuesta con música del violinista argentino Edgardo
Donato y la letra del pianista y compositor uruguayo Carlos Warren. La primera
versión conocida de este tema fue hecha por Alberto Castillo incluida en su
álbum De mi barrio de 1945.
Siga el baile de Carlos Warren y Edgardo Donato.
Siga el baile, siga el baile
de la tierra en que nací;
la comparsa de los negros
al compás del tamboril.
Siga el baile, siga el baile
con ardiente frenesí;
un rumor de corazones
encendió el ritmo febril.
Ven a bailar,
te llevaré en las alas
de mi loca fantasía,
quiero olvidar
con besos nuestras penas,
torbellino de alegría.
Siga el baile, siga el baile
de la tierra en que nací;
la comparsa de los negros
al compás del tamboril.
Siga el baile, siga el baile
con ardiente frenesí;
un rumor de corazones
encendió el ritmo febril.
Dulce cantar,
caricia arrulladora,
embriagante, tentadora,
son musical
repica ya en los parches
con su ritmo tropical.
Siga el baile, siga el baile
de la tierra en que nací;
la comparsa de los negros
al compás del tamboril.
Al compás del tamboril,
¡hopa,hopa!
al compás del tamboril,
¡hopa, hopa!,
al compás del tamboril.
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