GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...
...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, julio 22, 2014

El Sr. Héctor Landolfi sobre la palabra "mapuche" y yapas.

El Sr. Héctor Landolfi  reflexiona en face: 
“Creo que es importante aclarar algo ante este discurso político muy bien elaborado. Nunca existió etnia o tribu "mapuche". Si se revisa la literatura histórica de los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX e incluso de principios del XX, no se encontrará a la palabra "mapuche", denominando a tribu o etnia alguna. Se trata de araucanos, originarios de la Araucanía chilena. que pretenden tener sobre nuestro territorio patagónico los mismos derechos que les caben en Chile. Para ello apelan a un término neutro, "mapuche", para no ser identificados como araucanos cuyo nombre los identifica claramente como habitantes del sur de Chile. Esta misma realidad la admitieron los propios araucanos. Al respecto sugiero ver actas del "Primer Congreso Araucano del Área Argentina", celebrado en San Martín de los Andes en 1961 -reitero, EN 1961-, donde recomiendan cambiar el gentilicio "araucano" por el gentilico "mapuche". Nuestro mayor etnólogo patagónico, don Rodolfo Casamiquela, vio con claridad este problema al afirmar: "Los mapuches -araucanos- no tienen derecho a la tierra, son chilenos".
El informe "mapuche", araucano, dice que los "Wingka" -blancos, cristianos- le robaban ganado a los araucanos. Era exactamente al revés. El indígena se lo apropió en estado salvaje o lo robó de las estancias y pueblos argentinos. Ninguna etnia indígena conocía el ganado equino o bovino; fue traído por los españoles. Así lo recuerda Miguel de Unamuno en su artículo publicado en la Revista Española, en 1894: "El caballo es animal europeo que los españoles llevaron los primeros a América"..."y hoy recorren las vastas llanuras americanas yeguadas salvajes que llevan en la sangre de sus venas fuego del sol de Andalucía". El virreynato del Perú estableció instrucciones sobre vaquerías, en la medida que se trataba de propiedad real, potestad que luego transfirió al Virreynato del Rio de la Plata. Estos antecedentes legales y en cuanto al origen de los animales fueron el fundamento de las estancias argentinas.
En cuanto al tratamiento "igualitario", casi idílico, que los araucanos (mapuches) dicen que daban a las cautivas, sugiero leer la segunda parte del Martin Fierro, donde encontrán la realidad de este drama”.

Yapas:
El Pueblo Mapuche quiere su propio gobierno por: Pfernandez 23 de enero de 2013.

Últimamente, el tema mapuche se ha transformado en el gran tema de discusión nacional. De una parte se escuchan los lamentos escandalizados por la horrible muerte de la pareja que, la madrugada del 4 de enero, amaneció carbonizada en un campo de Vilcún, en la región de la Araucanía, víctima del atentado de un grupo mapuche, cuyo único detenido, con una herida de bala, se llama Ceferino Serafín, y dice ser machi. Según mi amigo Cayuqueo, machi machi no es. Le faltaría la chaucha pal peso. El asunto es que cundió una cierta alarma pública, y como suele suceder en estos casos, los racismos escondidos se dieron permiso para gritar. De pedir justicia, algunos pasaron rápidamente a jurarle balas al indio que se acercara. Alan Cooper, un ex Patria y Libertad (grupo de extrema derecha durante la Unidad Popular y procesado por el crimen del general Schnneider, Comandante en jefe del ejército de Chile al momento de ser elegido Salvador Allende presidente), aseguró que si los veía por ahí los corretearía a balazos. Por otro lado, sin embargo, el hecho sirvió para caer en la cuenta de que no estábamos ante un simple acontecimiento policiaco. Las posibilidades de que el conflicto escale ya no pueden ser ignoradas. Un tipo de la zona me dijo que existían desde hace rato grupos de jovenzuelos que se divertían con bravuconadas fascistonas. ¿Y si un día, borrachos, una pandilla de éstas le da una pateadura a un joven mapuche, como tiempo atrás se la dieron a Daniel Zamudio, por homosexual? Entonces los indígenas no se quedarían quietos. Los pocos mapuches de cabeza caliente, en su mayoría jóvenes descolgados de la hoy disuelta CAM (autora de múltiples atentados incendiarios y cuyo líder, Héctor Llaitul, lleva años en la cárcel y buena parte de ellos en huelgas de hambre), aumentarían su atractivo. La convicción de que aquí urge un arreglo político, penetró incluso en capas profundas del gobierno. Prácticamente la totalidad de las comunidades condenaron enérgicamente el crimen, pero al mismo tiempo recordaron que en esta larga historia los victimarios no eran ellos. No estaban pensando en Jaime Mendoza Collío, muerto por un disparo de carabineros, institución que intentando justificar el crimen inventó pruebas falsas, como un chaleco antibalas con un supuesto disparo mapuche, que los oficiales, torpemente, realizaron por dentro del chaleco. “O sea la bala le salió del ombligo”, resumió P.V. Tampoco en Matías Catrileo, también baleado durante unas trifulcas en medio de un potrero. Estaban pensando en la ¨Pacificación de La Araucanía”, en 1883, cuando al mando de Cornelio Saavedra, el Estado chileno, en el fondo, termina de invadir su territorio. En las policías rurales lideradas por Hernán Trizano, italiano, al parecer un mercenario romántico que a fines del siglo XIX participó, entre otras varias, en la Guerra del Pacífico, y que con la excusa de sanear el bandidaje que impedía el tranquilo desarrollo de los laboriosos colonos, organizaba verdaderas cacerías de mapuches
Se trata de un pueblo orgulloso. Este no es un comentario folclórico, sino producto de la observación. Algo parecido podría decirse de los haitianos. No les gusta que los pasen a llevar. Recuerdo, de niño, haber escuchado en mesas del barrio alto que las empleadas mapuches eran insoportables, ingobernables, chúcaras. Ese orgullo puede llegar a la tozudez, razón por la cual, seguramente, les cuesta tanto ponerse de acuerdo entre ellos. Y resulta que desde hace 130 años, con una fuerza incontestable, el Estado chileno les viene faltando el respeto, quitando territorios y confinándoles derechos propios. Ellos, que venían gobernándose a su amaño desde los tiempos en que el hombre era parte de la naturaleza, terminaron recluídos en sus rucas. Con las décadas, los jóvenes fueron escapando de ellas. Les resultaron asfixiantes. Al día de hoy, las comunidades se hallan francamente envejecidas. Un 60% de los mapuches (aproximadamente 600.000) viven en la ciudad. Muchos de estos se han convertido en profesionales, y no faltan sus figuras destacadas en distintas áreas. Los hay incluso en la farándula. Pocos de ellos ocultarían hoy su origen. La discriminación sigue siendo fuertísima, pero en Chile no es la ola conservadora la que va en alza. Me contaron que circulan encuestas en las que la simpatía ciudadana por la causa mapuche no ha dejado de subir. Ni siquiera tras el horrible crimen de los Lusinguer y las quemas de graneros de los días sucesivos. La mayoría entiende que se trata de un grupo aislado, como los encapuchados en las primeras marchas por la educación. 
El 25 de diciembre volamos en el mismo avión de la línea Copa con Aucán Huilcamán. Lo reconocí al final del pasillo, mientras él esperaba que se desocupara el baño y yo que un azafato me sirviera un whisky. Supongo que por ser día de navidad, el avión iba bastante desocupado, de modo que nos sentamos juntos a conversar. Aucán es quizás el dirigente mapuche más famoso de las últimas décadas. Era jovensísimo -17 años- cuando a fines de los 80 participó de la mesa directiva del Ad-Mapu, organización piloteada por el Partido Comunista. Aucán, cosa que siempre ha negado, era, según aseguran todos, Socialista, perteneciente a la facción de los “Comandantes”, la más “ultra” del partido. El año 1989, sin embargo, en los confines de la dictadura de Pinochet, optó por la vía autonomista y fundó el Consejo de Todas las Tierras. Desde ahí impulsó las tomas simbólicas de terrenos. De aquí salió la primera bandera mapuche, hoy reconocida por todos.
Llegó incluso a presentarse como candidato a la presidencia de la república en 2005, y aunque no llegó a la papeleta de votación (recopilar las firmas necesarias ante notario era una tarea imposible), se dio el lujo de llegar a Santiago, a caballo, con un poncho blanco y negro, rodeado por un centenar de mapuches. Aucán se dirigía a Colombia, donde participaba del proceso de paz con las Farc, en algo relativo a las comunidades indígenas de la Sierra de Santa Marta: los Koguis, los Arhuacos. Durante estos años en que no supimos de Aucán, él estuvo trabajando para Naciones Unidas en todo lo que compete a los derechos y legislaciones para los pueblos originarios. Es un tema que maneja como pocos. Su idea, me dijo ahí, era organizar un encuentro para pensar el autogobierno mapuche.
Eso que consideran un derecho, ya es tiempo de irlo ejerciendo sin pedirle permiso a nadie, me dijo. Lo estimulaba y respaldaba el tratado internacional del año 2007, que estipula claramente el derecho de todos los pueblos indígenas a su auto determinación. En los mismos momentos en que Chile argumentaba en La Haya, defendiéndose de un litigio limítrofe con Perú, la importancia del respeto a los tratados, él quería recordarle a nuestros gobernantes que el tratado de 1835 en que Chile le reconocía a los mapuches el gobierno del Bío Bío al sur, nunca había cesado y estaba siendo roto desde hace décadas, unilateralmente, por el Estado chileno. Si no llegaban a un acuerdo, correspondía llevar el caso al mismo tribunal holandés. De regreso a Chile, semanas más tarde, recibí un mail suyo en el que me invitaba a participar de este primer encuentro en que comenzarían a planear su propia administración política.
La convocatoria a la Cumbre Mapuche de Autodeterminación, producto de los últimos sucesos, se atolondró. Quedó fijada para el 16 de enero, en la cima del cerro Ñielol, casi en el centro mismo de Temuco, bajo la sombra de la misma Patagua –conocida en nuestros libros de historia como “La Patagua del Armisticio”-, donde el año 1881 los mapuches hicieron entrega del territorio que lo rodea para que los colonos pudieran fundar Temuco. José Ancán, historiador y escultor mapuche, asegura que tal acuerdo nunca se firmó y que esa rendición en realidad no existe. El cerro es una reserva natural sorprendente. Nada invita a pensar que en medio de esa ciudad, hoy una de las más contaminadas de Chile, exista semejante reserva natural, con un bosque tan espeso, plagado de huayes (o robles), foyes (o canelos), boldos, maquis, laureles y kilas, o coligües, en el idioma de los conquistadores. Viven culebras y zorros, y todavía habitan ahí unos monos muy pequeños, no más grandes que un puño humano, a los que llaman “monitos del monte”, y que nunca se dejan ver. Por uno de sus senderos se llega a la vertiente de Agua Santa, aunque según Desiderio Catrequín, profesor de la Universidad Católica de Temuco, capaz que se trate de una llave escondida entre los árboles. 
La mañana del 16 amaneció nubladísima. El cerro se perdía en la bruma. La cita era a las 8.30 hrs, pero nosotros, con Pedro Cayuqueo, quien me alojaba, llegamos media hora antes. Una buseta proveniente del Valle del Aconcagua, de Putaendo, fue la primera en estacionarse. Venían de lejos, viajando toda la noche. Emilio Cayuqueo, un tío de Pedro oriundo de Nueva Imperial, esperaba junto a su esposa y su hija abogada el comienzo del Llellipún, una especie de oración o rogativa para que todo salga bien. Las machis a cargo, sin embargo, tardaron todavía una horas en llegar. Al bus en que se desplazaban se le pinchó un neumático. Cundió en la concurrencia el rumor de que se trataría de un boicot, pero no había información alguna que confirmara las sospechas. Con Emilio y su familia caminamos juntos hasta la explanada, frente a los Chemamul (gente de madera), esculpidos por José Ancán, para reemplazar a otros viejos tótems desplomados, ya convertidos en ruinas. A un costado, la famosa Patagua. Los lonkos y otros dirigentes, algunos históricos, como José Santos Millao, ex presidente del Ad Mapu, que vestía una especie de traje militar gris con símbolos mapuches en las charreteras, su trarilonco de lana en la cabeza y unos bigotes inauditos para los de su etnia más bien lampiña, o Ana Llao, dirigente histórica de la CONADI, fueron llegando de a poco. L1100973 Mientras aullaban con ronquera unas trutrucas aisladas entre la niebla, grupos de mujeres se colgaban pudorosamente sus adornos ceremoniales junto a los arbustos, como si de algo las ocultaran. Hasta cerca de las 10 de la mañana la neblina persistía, y no eran más de doscientos los que habían llegado. Aucán me explicó, tras manifestar el gusto de verme ahí, que no eran muchos todavía, pero sí muy significativos. En su mayoría, se trataba de cabezas de serie, de representantes de otros. Desde un micrófono instalado en frente de los Chemamul, Aucán dio la bienvenida. Ahora sí sonaban muchas trutrucas y txompes, y los reunidos gritaban cada tanto, como un modo de decir “aquí estamos en cuerpo y alma”. Había menos gente de la esperada. No llegaron los representantes de comunidades costeras (Lafkenche), ni del Alto Bio Bio, ni algunos de Temuicuicui con los que se contaba. Pero bastó que Aucán dijera “aquí hay gente de Nueva Imperial, de Chiloé, de…” para que cada uno de los ahí presente comenzara a vocear el sitio desde donde venía: Arauco, Victoria, San Felipe, Puerto Montt, Santiago… Algunos preferían exhibir el nombre de su comunidad. Yo imaginaba que la ocasión se prestaría para una concentración masiva, dado el momento de ebullición en que se halla el conflicto, pero en conversaciones con los presentes fui cayendo en la cuenta de por qué no había sido así. De una parte, no era fácil que la convocatoria llegara con fuerza a todos lados, ni que muchos de los que vivían en zonas apartadas se trasladaran, pero lo verdaderamente difícil era limar las desconfianzas entre las múltiples facciones que existen al interior del pueblo mapuche. La palabra “cahuín” proviene del mapudungun, y significa “reunión”.  L1110001
Aucán es resistido por un grupo nada pequeño de organizaciones. Algunos lo acusan de personalista. Él sabe que esta vez debe rodearse de cómplices, pero esa reconstrucción de lealtades recién comienza. La cumbre del cerro Ñielol no fue una demostración de poder, sino una manifestación de voluntad. El werkén Huilcaman explicó que durante la primera parte del encuentro, hablarían los mapuche. “Queremos dialogar entre mapuche”, dijo. “El Estado no ha mostrado voluntad de entenderse con nosotros, pero nosotros no dependemos del Estado, y tenemos nuestra propia ruta”. Entonces rugieron las tribus, los comuneros levantaron las chuecas, las machis los cultrunes, y todos metieron bulla. Le llaman el afafán: “¡Yayayayayayaiii!”. “Todos podrán hablar, somos todos parte de este evento”, dijo Aucán, “pero tenemos un programa”. Pidió que la prensa se retirara mientras duraba la discusión interna, y que podrían volver cuando se sumaran los winkas invitados a este diálogo. Él no usó la palabra “winka” (término despecyivo para tratar al hombre blanco). No recuerdo de qué manera nos llamó. Como andaba con amigos mapuches, no me di por aludido. Durante más de dos horas, ya con un sol intenso y más de 30º de temperatura, los indígenas fueron tomando la palabra para hablar desde el centro del círculo en que se hallaban congregados. Los discursos y reclamos apuntaban principalmente a la militarización de la zona, la usurpación de tierras, etc., pero también aparecían asuntos menores como las deudas INDAP. Las referencias al tratado de 1825 y a la “Pacificación de la Araucanía” se tramaban con denuncias referidas a la dictadura y a los gobiernos de la Concertación. Sus problemas inmediatos, en el fondo, llevan más de un siglo siendo los mismos. Había unos más rabiosos que otros. Unos más políticos que otros. Unos de derecha y otros de izquierda. 
Había unas chicas de cara redonda y llena, con los ojos rasgados, atractivas, en especial una de Putaendo a la que le pregunté si no le daba calor andar tan vestida, y me dijo que no, porque allá donde vive últimamente han hecho más de 40º. Ahí en el círculo, sin embargo, donde las papas queman, no estaban representados los jóvenes. Campeaban los dirigentes de las décadas de 1980 y 1990, pero faltaban las nuevas generaciones, los descolgados, aquellos para quienes La Concertación y la Alianza, el Ad Mapu, el Consejo de Todas las Tierras y, a estas alturas, incluso la CAM, ya no son los únicos referentes; valga considerar que ellos no están de mirones, sino protagonizando algunos de los caminos que esta historia ha tomado. Mucho de esto está aconteciendo en los campos
Pasadas las 12.30 hrs., se disolvió el cahuín. La prensa se arrojó como una jauría sobre Aucán. Querían saber las conclusiones. Aucán lo resumió así: se le exigía al gobierno que les pidiera perdón por la flagrante violación a sus derechos humanos que el Estado de Chile venía perpetrando desde fines del siglo XIX. Que pidiera perdón, como Aylwin a las víctimas de la dictadura, como el Papa por los errores garrafales de la iglesia, y que se haga cargo de resarcir económicamente el daño causado. El werkén Jaime Huenchullán leyó un documento elaborado días antes titulado Pacto por la Autodeterminación Mapuche. A continuación, correspondía la discusión en torno al tema del autogobierno con los invitados: candidatos a la presidencia de la república, senadores, diputados, miembros de organizaciones de ddhh y otros, entre los que me contaba yo. De los candidatos llegaron únicamente Parisi, de terno y camisa blanca, y Tomás Jocelyn-Holt, los dos candidatos con menos posibilidades entre los existentes. Parisi se veía estupefacto. El chico Navarro, famoso por los “navarrines”, era el único senador presente. Antes de cederle la palabra al primer orador, se acercó al micrófono la machi Francisca Linconao, una vieja flaca pero no endeble, para denunciar que días atrás la allanaron, la acusaron de tener un arma que no tenía (y valga que muchas machis usan escopetas conejeras en sus ceremonias), “yo no miento, reclamó indignada, yo digo la verdad, y me ataron las manos y tiraron el pelo”, antes de hacerla pasar, por motivos que desconocía, una noche en la prisión. “De todo esto acuso al gobierno”, concluyó. Cuando tomó la palabra el diputado Venegas, de la DC, se refirió a los problemas de la región, y uno le contestó: “¡nuestro problema es el Wallmapu!”. (Irrumpió el afafán). Le encararon haber aplicado la Ley Antiterrorista siendo gobernador de la zona, y no pudiendo hablar más, cerró su discurso con un lamento. Todo el resto se limitó a palabras de buena crianza, de apoyo, de solidaridad. La discusión puntual a la que se nos había convocado, no tuvo efecto. En el documento que se nos entregó, un documento sólido y sofisticado, estaban los fundamentos sobre los que se apoyaba el derecho al autogobierno, pero faltaba incluso la primera línea acerca de qué tipo de gobierno sería. Yo intuyo que, en el mismísimo momento que los mapuches, independientemente de sus conflictos con el estado chileno, inicien la conversación en torno a cómo manejar la autonomía, lo posible se impondrá sobre lo utópico, los eslóganes dispersos cederán ante las negociaciones concretas, y lo que hoy parece inviable, encontrará un canal de comunicación que lo posibilite. El camino todavía es largo, pero en la cumbre del cerro Ñielol, es de esperar, podría terminar fijándose un punto de partida. Iluso, pero no tanto. Alrededor de las cuatro de la tarde, se dio por finalizado el encuentro. Tres machis se arrodillaron junto a un árbol joven. Comenzaron a tocar sus cultrunes y los asistentes empezamos a girar en torno a ellas. La melodía de sus oraciones no es la de los pájaros del aire: son gente de la tierra. Sus trompetas son de cuerno de animal. Y sus aspiraciones, así haya quienes pretendan ridiculizarlas, son tan propias de este mundo, como las de todos los pueblos. Basta escucharlos para darse cuenta.

http://blogs.elpais.com/lejos-de-todo/2013/01/el-pueblo-mapuche-quiere-su-propio-gobierno.html
Como se observa en este mapa del pretendido
territorio por los mapuches que pertenece a
nuestra  Republica Argentina y de Chile  está realizado
fuera de argentina
algo ¡inaudito! es esto.
Se evidencia el respaldo de intereses internacionales
del divide y reinarás...

Información sobre Sitio MIL http://www.mapuche-nation.org/

ENLACE MAPUCHE INTERNACIONAL
Secretariado Coordinadores
Unión Europea
Reynaldo Mariqueo (Secretario General)
Dame-Nina Saleh Ahmed (Vice-Secretaria General)
James Edwards (Relaciones Pública)
Colette Linehan (Administradora)
Madeline Stanley (Coordinadora de Voluntarios)
Equipo Legal Ewa Wachala-Kelly
Coordinadora Nicola Heather
Coordinadora Adjunto Nathalie Ostertag
secretaria Andrea Rubio (Licenciada en Derecho)
Equipo Derechos Humanos Fiona Waters
(Coordinadora) Ian Riddle, Sarah Warry, Cécil Jagoo, Barbara Chambers
Traductores Madeline Stanley, Katy Brickley, Kitty McCarthy, Heidi Walter, Sabine Patrolin, Barbara Chambers, Laetitia Le Cordier, Anna Harvey
Enlace Mapuche Internacional 6 Lodge Street Bristol BS1 5LR Inglaterra

Tel/Fax: + 44-117-9279391 E-mail: mil@mapuche-nation.org

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.