El nuevo ciclo económico que llega con un ajuste del tipo de cambio oficial, afectará en forma diferenciada a los distintos sectores productivos de la Argentina. El impacto dependerá tanto de la magnitud de la devaluación, como de otras medidas de política fiscal, comercial y de regulaciones que la acompañen, coinciden los economistas. Sin embargo, hay sectores claramente ganadores, como aquellos orientados a la exportación, y otros que -al menos durante un tiempo- llevarán las de perder, como los asalariados y la industria enfocada en el mercado interno.
"Ante todo, ajustar el tipo de cambio era una necesidad, más que una elección", destaca Martín Polo, economista jefe de la consultora Analytica. "La clave está en que no puede ser una medida aislada, de lo contrario sólo servirá para el beneficio transitorio de algunos pocos y el perjuicio de muchos. Si se logra minimizar el traslado a precios y se reduce la incertidumbre, generará el envión necesario para que ingresen capitales y repunte la inversión".
Para Soledad Pérez Duhalde, de la consultora Abeceb, "el cambio en el esquema de precios relativos reorientará los incentivos a las inversiones y producción hacia sectores transables y con capacidad de generar dólares por exportaciones". Más entusiasta, Fausto Spotorno, de Orlando Ferreres y Asociados, afirma que "con la devaluación, casi todos los sectores ganan. Los que exportan, como el agro y los bancos. También los sectores que utilizan insumos importados, porque al levantarse las trabas, van a poder conseguirlos con mayor facilidad". Los especialistas consultados coinciden en que en el nuevo mercado de cambios unificado, "un valor razonable del dólar debería situarse en alrededor de 15 pesos".
En relación al traslado a los precios que comenzó a acelerarse aún antes de la asunción del nuevo presidente, Spotorno señala que "no será lineal. Entre enero de 2012 y hoy, el dólar paralelo subió un 230% y el oficial 120%. Y los precios se situaron en un rango intermedio, con subas del 170%. Hay precios que ya se ajustaron un 200%, y otros, como los de aceites y grasas, que aumentaron 127% y están rezagados, por eso están subiendo ahora".
Ganadores
"El primer beneficiado con la devaluación es el Banco Central -asegura Polo, de Analytica-, ya que dejará de regalar dólares que no tiene". El sector financiero, especialmente los bancos que están posicionados en dólares, también se anotan entre los ganadores. A nivel de la economía real, los productores de bienes transables (que se pueden exportar) acusarán asimismo un impacto positivo. Especialmente el agro, que parte de niveles de rentabilidad deteriorados y precios internacionales en baja. "Tanto el aumento del dólar como la eliminación o reducción de los derechos de exportación y retenciones, incentivarán a liquidar unas 17 millones de toneladas de soja acumuladas en stock", augura Pérez Duhalde, de Abeceb.
El nuevo contexto también brindará impulso a actividades como la ganadería bovina y el trigo, y en menor medida la carne aviar y leche en polvo, que tendrán un despegue exportador. Esta reactivación impactará sobre sectores eslabonados, como agroquímicos y maquinaria agrícola. "El mayor desafío del nuevo gobierno será atenuar el impacto de los mayores precios en la mesa de los argentinos, monitoreando los márgenes en la cadena de distribución y comercialización".
Las actividades extractivas, como minería, petróleo y gas, inician con una buena expectativa el nuevo ciclo. "La unificación del mercado de cambios, una mayor previsibilidad en el flujos de divisas y regulaciones y mecanismos de tributación más competitivos serán clave para el arribo de inversiones", analiza un informe de Abeceb. Este clima de negocios acelerará algunos proyectos. Aunque la crisis en los mercados internacionales podría demorar otros.
En cuanto a la actividad inmobiliaria, se espera una reactivación a partir de la unificación cambiaria. El fin del "cepo" facilitará la compra-venta de inmuebles, al tiempo que se reducirán los costos de la construcción en dólares, favoreciendo las inversiones.
Las expectativas favorables para el 2016 generaron compras anticipadas de insumos y materiales para la construcción desde el segundo semestre de 2015. Este repunte será financiado por los ahorros dolarizados que muchos argentinos tienen "bajo el colchón", que por efecto de un dólar más caro, se volcarán a los ladrillos. Por otro lado, autoridades del nuevo Gobierno manifestaron la intención de continuar con el programa Procrear, que movilizó la construcción en los últimos años.
El desafío a futuro será promover créditos hipotecarios con mayor inversión privada, y generar instrumentos de ahorro confiables a largo plazo y en pesos. En cuanto a las industrias, serán beneficiadas aquellas enfocadas al mercado externo, como los alimentos y bebidas. A la corrección del atraso cambiario y la reducción o eliminación de los derechos de exportación, podrían sumarse
acuerdos comerciales que faciliten la llegada a nuevos mercados. La lista de sectores beneficiados también incluye a las siderúrgicas, ya que obtienen ingresos en moneda extranjera, y la exportación de servicios de alto valor agregado, como el software.
En alerta
En consonancia con la heterogeneidad de la industria, el impacto de la devaluación será diferenciado. Para el sector automotriz y las industrias metálicas básicas, los efectos serán ambivalentes. "En 2015, estos sectores compensaron la caída de exportaciones con mayores ventas al mercado doméstico. Pero en 2016, la demanda interna será débil, al tiempo que la externa seguirá en baja por la crisis brasileña y la contracción del negocio petrolero a escala global", destaca el informe de Abeceb.
En el caso automotriz, la normalización del acceso al mercado de cambios y a las importaciones, y una modificación de los impuestos internos podrían dinamizar las ventas, que vienen sufriendo fuertes restricciones en oferta desde 2015.
Los sectores más vulnerables son los vinculados al mercado interno (que perderá poder adquisitivo en términos de dólar), y que actualmente gozan de protección comercial: textiles, calzado, juguetes, madera y muebles, electrodomésticos, entre otras industrias, podrían verse afectadas por una mayor apertura comercial que facilite el ingreso de productos importados a menor precio.
Pymes, del aplauso al reclamo
A diferencia de otros momentos históricos, hoy el endeudamiento en dólares de las pequeñas y medianas empresas es casi nulo, lo que reduce el impacto de un ajuste cambiario. "Algunos sectores, como el turismo receptivo, ganarán competitividad, pero el 80% de las pymes viven del mercado interno, y si baja el poder adquisitivo del salario y se reduce el consumo, la producción y el empleo se resentirán", analiza Vicente Lourenzo, de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
"La mayoría de los empresarios pyme ya tienen calculados sus costos a un valor del dólar cercano a los 15 pesos, por lo que no debería producirse una estampida de precios", señala por su parte Aladino Benasi, de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (CEPBA).
Al dirigente empresarial, más que el dólar y el cepo, le preocupa "el no saber aún si los programas de apoyo a las pymes y algunos subsidios del ministerio de Trabajo van a continuar". En el caso de la industria del juguete, "la devaluación representa un aumento en nuestros costos, pero por otro lado ayuda a que las fábricas exportadoras recuperen competitividad y mercados externos perdidos", destaca Matías Furió, presidente de la Cámara Argentina del Juguete.
"Esperamos que el nuevo gobierno anuncie medidas económicas que lleven tranquilidad y corten la especulación por parte de algunos proveedores de insumos. Sería saludable un tipo de cambio con flotación administrada, para que la devaluación sea gradual y no frene la actividad. Nuestra industria es intensiva en mano de obra y requiere personal calificado, por lo que debemos cuidar el empleo. Nos lleva años formar operarios especializados", destaca Furió.
"Hoy el juguete argentino se destaca por su calidad y diseño, y esperamos que la coyuntura económica no afecte las ventas de Navidad y Reyes, que son las más fuertes del año". En la industria alimenticia, "no sólo impacta la devaluación, sino otras medidas que se están tomando como la quita de retenciones a insumos como el trigo, que terminarán encareciendo esta materia prima en el mercado inteno", afirma Juan Airoldes, de la Unión de Industriales Fideeros (UIFRA). "La harina representa un 50% de los costos para la mayoría de las fábricas, por lo que una suba de precios nos hará menos competitivos para exportar, por más que hoy tenemos un excedente. Producimos unas 330 mil toneladas de fideos y podríamos llegar a 550 mil, ya que hay sobreoferta de trigo y de capacidad instalada", destaca.
En la Cámara de la Industria Electrónica y Luminotécnica, CADIELL, afirman que "parte de la devaluación ya está asumida en los costos". Jorge Cavanna, presidente de la entidad, señala que "muchas operaciones se pasaron del dólar comercial al dólar bono, más cercano a los $ 15". El sector perdió competitividad "no sólo por el tipo de cambio, sino por el pago de derechos de exportación del 5%, y la demora en devolver los reintegros y el IVA, que llega a los seis meses.
También hay costos encubiertos, como logística, transporte y leyes laborales que resultan una carga adicional", detalla. La entidad trabaja en una propuesta para impulsar a las pymes exportadoras, que incluye una simplificación de los trámites, facilitar las importaciones temporales de partes e insumos y el crédito mediante un banco de desarrollo, a semejanza del BNDEs, de Brasil.
"En 2011, las exportaciones pymes representaban un 11% del total y hoy retrocedieron al 8,3%, tenemos que recuperar el terreno perdido", destaca el presidente de CADIEEL, al tiempo que se esperanza con el arranque de la Presidencia de Mauricio Macri, y con la continuidad del ministro de Ciencia, Lino Barañao, ya que "sin innovación y sin desarrollos nuevos, no podremos competir, así tengamos el mejor tipo de cambio", concluye.
Publicado en el Diario "El Cronista" por M. GABRIELA ENSINCK.
Foto internet.
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