Una sorda guerra de nervios atraviesa la ganadería de la Patagonia ante los embates para nada disimulados del gobierno de La Pampa de voltear la barrera sanitaria. Pero más allá de los genuinos intereses pampeanos por dar mano de obra y de garantizar precios bajos puestos de manifiesto en una campaña publicitaria, subyacen los planes de expansión de una empresa que sabe cuál es la diferencia entre vender un kilo de asado a 90 pesos al norte de la barrera o a 160 pesos al sur de la misma. “Es La Anónima la que presiona”, comentó Marcelo Casagrande, Presidente de la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro, luego de una semana intensa de gestiones y reuniones. Por ejemplo, el gobierno de Río Negro les adelantó que va a cobrar una tasa del 1 por ciento del valor facturado por cada kilo de carne que pase por la barrea, a los fines de mejorar los controles.
La cadena de supermercados La Anónima y el gobierno de La Pampa en cierto modo son socios y eso explicaría en parte la agresiva campaña para volcar el ánimo del consumidor patagónico en favor de eliminar los controles que han permitido mantener a la región dentro del status de zona libre de aftosa sin vacunación.
En el centro de esta contienda de millonarios intereses se encuentra el frigorífico Pampa Natural. Se habilitó en el 2008 en Speluzzi, una pequeña localidad ubicada 16 kilómetros al norte de General Pico. El gobierno de La Pampa, gobernada en ese entonces por el peronista Oscar Mario Jorge, puso 30 millones de pesos en créditos. En 2010 se anunció el cierre de la planta y el despido de 160 operarios.
Pero en octubre de 2013 el propio Jorge anunció que La Anónima se haría cargo de la empresa. La amplió, puso generadores, y hoy tiene una plantilla de 370 empleados y contratos de exportaciones a Europa e Israel. A unos les vende los corte de los cuartos traseros y a otros los de los cuartos delanteros. Y le sobra el asado.
Y los intereses comunes (empresa-gobierno) se han renovado, porque el presidente de la compañía Federico Braun pasó por Santa Rosa en marzo y anunció un plan de inversiones cercano a los 150 millones de pesos (de los cuales 30 llegarán vía créditos provinciales), y así la planta llegará al máximo de 700 empleados.
“Es lógico y entendible que una empresa defienda sus intereses”, aclaró el ruralista, quien agregó “se decía que era La Anónima la que presionaba y que por eso salía el gobernador Verna y su gabinete. Se sabe que una empresa hace valer que invierte y que da trabajo”. Pero se terminaron los disimulos porque “La Anónima quiere ingresar carne de cerdo, y ahora queda a las claras que son ellos”, los que estarían haciendo fuerte presión contra las medidas sanitarias que permiten el desarrollo de la ganadería de la Patagonia.
Consultado sobre la polémica en torno al asado con hueso, Casagrande explicó que “para ellos es el excedente de las exportaciones, y la idea es sacarse eso de encima”. A su criterio “lo que tienen que hacer, es buscar mercado afuera. No buscar entre nosotros. No sacar ventajas acá nomas”.
Otro aspecto delicado es que en los frigoríficos de La Pampa se vende carne a particulares que usan transportes no habilitados, lo que se traduce en un caldo de cultivo propicio para el contrabando, por eso para el dirigente de Valle Medio “hoy La pampa es muy permeable, porque la carne que llega acá no sale de debajo de un algarrobo”, por eso solicitó las autoridades pampeanas “controlen mejor a los frigoríficos”.
Pero La Anónima tiene llegada al gobierno de Carlos Verna. Lo que más asusta a la dirigencia de las rurales es los estrechos vínculos (incluso familiares) con funcionarios del gobierno de Mauricio Macri.
“La Anónima tiene mucha llegada al gobierno nacional por el lado del Secretario de Comercio de la Nación. Ese es el temor nuestro porque presionan por ese lado”, dijo Casagrande y sus dichos remiten a una reunión realizada el 27 de julio pasado en Buenos Aires. Allí estuvieron presentes Alfonso Prat Gay, y los ministros de Producción, Francisco Cabrera, y de Agroindustria, Ricardo Buryaile. También el secretario de Comercio, Miguel Braun, sobrino de Federico Braun que es dueño de la cadena La Anónima y vicepresidente de ASU, la Asociación de Supermercados Unidos.
Del encuentro surgieron algunas versione no oficiales, como que Prat Gay dijo que la inflación estaba bajando menos en los precios de los alimentos. Y se habría tocado la posibilidad de flexibilizar la barrera sanitaria del río Colorado para que carne vacuna y de cerdo pueda llegar al mercado de la Patagonia a menores precios.
Más allá de la veracidad de esos trascendidos, lo cierto es que el economista Miguel Braun, es un hombre de confianza de Macri. Es doctor y magíster en Economía de la Universidad de Harvard y Licenciado en Economía de la Universidad de San Andrés.
Se desempeñó como profesor adjunto de Finanzas Públicas en la Universidad de Buenos y enseñó Macroeconomía, Finanzas Públicas y Economía Política en San Andrés y en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
Además, trabajó como consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, CEPAL y UNICEF en diversos proyectos relacionados con cuestiones de política fiscal en la Argentina, según la reseña que efectuó la periodista Patricia Valli en Perfil
Miguel es sobrino de Federico, el presidente de los supermercados La Anónima. La familia Braun es, además, accionista del Banco Galicia. Su primo, Tomás, es uno de los directores de esa entidad.
Braun hizo sus propios pasos como empresario en Pampa Cheese SA, una empresa de quesos para exportación que armó con los asesores económicos del jefe de Gabinete Marcos Peña, Gustavo Lopetegui –CEO saliente de LAN– y Mario Quintana, dueño del Grupo Pegasus.
Tiene entonces cierta lógica el temor de los productores de Río Negro, y desconfían de las buenas intenciones, porque hoy el 60% de la carne que se consume en la Patagonia viene del norte de la barrera y sin embargo no han bajado los precios de, por ejemplo, las pulpas que están aún más caras en las grandes cadenas que en las carnicerías de barrio.
Publicado en ADN Río Negro, 18 de agosto de 2016.
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